Un contenedor especial, a la derecha, para almacenar el lodo radiactivo en la central nuclear Fukushima No. 1 de Tokyo Electric Power Co. el 26 de noviembre (Pool). |
por Yu Fujinami y Tsuyoshi Kawamura
Los residuos radiactivos generados por el tratamiento del agua altamente contaminada utilizada para refrigerar los reactores averiados de la central nuclear de Fukushima No. 1, han planteado nuevos retos de pesadilla en el desmantelamiento de la instalación, un proyecto que se supone debe estar terminado en 30 años, lo que parece cada vez más dudoso.
La continua acumulación de lodo radiactivo y otras sustancias peligrosas, junto con el problema de encontrar una forma segura de eliminar los restos de combustible nuclear fundido en los reactores No. 1, No. 2 y No. 3, hace que el operador de la central, Tokyo Electric Power Co., esté buscando frenéticamente nuevas posibilidades.
Uno de los problemas es que los contenedores de almacenamiento de los lodos contaminados se degradan rápidamente, lo que significa que tienen que ser reemplazados constantemente. A pesar de la urgencia de la situación, poco se ha hecho para resolver el asunto.
Los restos de combustible, una mezcla solidificada de combustible nuclear y estructuras en el interior de los reactores fundidos como consecuencia de la triple fusión desencadenada por la catástrofe del terremoto y el tsunami de 2011, tienen que ser enfriados constantemente con agua, que se mezcla con las aguas subterráneas y pluviales que se filtran en los edificios de los reactores, produciendo más agua radiactiva nueva.
El agua contaminada que se acumula se procesa mediante un Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS) para eliminar la mayor parte de los materiales radiactivos. El ALPS se encuentra en un edificio de 17 metros de altura situado cerca del centro de la central.
Los reporteros del Club Nacional de Prensa de Japón tuvieron la rara oportunidad, a finales de noviembre, de visitar la instalación averiada para observar el proceso.
El edificio alberga un gran contenedor de color grisáceo diseñado especialmente para almacenar lodos radiactivos. El interior de cada recipiente está revestido de polietileno, mientras que su exterior de doble pared está reforzado con acero inoxidable.
Novedades alarmantes
El uso de agentes químicos para reducir las sustancias radiactivas del agua contaminada en el proceso de sedimentación, produce un material fangoso parecido al champú. Las lecturas de estroncio del lodo generado alcanzan a veces decenas de millones de becquereles por centímetro cúbico.
TEPCO comenzó a guardar los lodos en recipientes especiales en marzo de 2013. En noviembre, contaba con 3.373 de estos contenedores.
Dado que la integridad de los recipientes se deteriora rápidamente debido a la exposición a la radiación de los lodos, TEPCO y la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA) prevén que la durabilidad de los recipientes llegará al límite tras la exposición a un total acumulado de 5.000 kilograys de radiación, un nivel equivalente a 5 millones de sieverts.
Basándose en esa sombría previsión, TEPCO especuló con que los recipientes necesitarían ser sustituidos a partir de julio de 2025.
Pero la NRA acusó a TEPCO de subestimar el impacto del problema de la radiación. Criticó a la operadora por medir la densidad del lodo a 20 centímetros por encima de la base del contenedor al hacer su evaluación de la dosis.
“Como el lodo forma depósitos, el nivel de densidad es siempre más alto en la parte inferior”, señaló un representante del organismo de control nuclear.
La NRA llevó a cabo su propia evaluación en junio de 2021 y comunicó a TEPCO que 31 contenedores habían llegado ya al final de su vida útil. Sus conclusiones también mostraron que otros 56 tendrían que ser sustituidos en un plazo de dos años.
La NRA dijo a TEPCO que despertara y “comprendiera la urgencia del asunto, ya que la transferencia de lodos llevará tiempo”.
En agosto, TEPCO llevó a cabo una prueba en la que se trasladaron lodos con lecturas de radiación relativamente bajas de un contenedor a otro. El trabajo tardó más de un mes en completarse debido a problemas mecánicos y otras razones.
Un análisis de los datos de densidad de los materiales radiactivos recogidos durante el procedimiento de traslado, también puso de manifiesto otro reto que hay que superar. La NRA dijo en octubre que existía un riesgo inaceptable de que se liberaran sustancias radiactivas al aire durante el proceso e insistió en que se revisara y cambiara radicalmente el método de rellenado.
TEPCO está estudiando qué medidas tomar, entre ellas cubrir el espacio de trabajo con láminas de plástico.
Los lodos de algunos contenedores que necesitan ser sustituidos tienen niveles de estroncio más de 1.000 veces superiores a los de la prueba de agosto.
TEPCO dice que “las cubiertas de los contenedores se abrirán y cerrarán a distancia”. Pero no ha revelado cómo planea tratar con seguridad esas lecturas para llevar a cabo el vital trabajo.
Se preveía la construcción de un equipo para deshidratar los materiales peligrosos y evitar así las fugas de radiación, pero todavía no existe un diseño acabado del dispositivo.
Sin soluciones drásticas a la vista, una sucesión de contenedores llegará al final de su vida útil en breve.
Otro problema de pesadilla
Los lodos radiactivos no son el único escollo para el desmantelamiento.
Inmediatamente después de la catástrofe de 2011, TEPCO almacenó agua contaminada en los espacios subterráneos bajo dos edificios cercanos al reactor nº 4. Para ello, se colocaron bolsas llenas de un mineral conocido como zeolita en las piscinas de almacenamiento temporal para absorber el cesio y así reducir la cantidad de sustancias radiactivas.
Veintiséis toneladas de este material siguen sumergidas en el agua sucia de los suelos bajo los edificios. En sus superficies se detectaron lecturas de radiación de 4 sieverts por hora en el año fiscal 2019, suficientes para matar a la mitad de las personas en las inmediaciones en una hora.
TEPCO planea introducir un robot submarino controlado a distancia para recuperar las bolsas, no antes del año fiscal 2023, pero no ha determinado cuánto tiempo llevará esto ni dónde se almacenarán las bolsas una vez recuperadas.
Además, los escombros radiactivos, la tierra y los árboles talados en el emplazamiento de la central sumaban 480.000 metros cúbicos en marzo de 2021, lo que ha llevado a TEPCO a instalar una incineradora especial. Se espera que el volumen total supere los 790.000 metros cúbicos en 10 años, pero aún no está claro dónde eliminar los residuos incinerados.
TEPCO se encuentra en una carrera contra el tiempo. Esa es la opinión de Satoshi Yanagihara, profesor de ingeniería nuclear de la Universidad de Fukui, especializado en procesos de abandono de reactores.
“Ahora sólo faltan 30 años para la fecha de finalización del desmantelamiento fijada por el gobierno y TEPCO”, afirma Yanagihara.
Dado que los trabajos de desmantelamiento van a entrar en breve en una fase crucial, como es la recuperación de los restos de combustible nuclear a modo de prueba a partir de 2022, Yanagihara señaló la necesidad de tomar medidas cuidadosas antes de seguir adelante con importantes procedimientos.
“El gobierno y TEPCO deben hacerse una idea general de la ingente tarea que tienen por delante y discutir con los residentes locales y otras partes interesadas cómo tratar, conservar y desechar los restos nucleares recogidos y los residuos radiactivos sobrantes”, dijo.
Fuente
Yu Fujinami, Tsuyoshi Kawamura, TEPCO slow to respond to growing crisis at Fukushima plant, 2 enero 2022, The Asahi Shimbun. Consultado 5 enero 2022.
Este artículo fue adaptado al castellano por Cristian Basualdo.
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