martes, 18 de enero de 2022

Asombrosa inconsciencia de la humanidad (XI)

El llamado “progreso” avanza como una manada de elefantes que no miran donde pisan, generando situaciones que el Cambio Climático, que afecta al mundo, agrava y dificulta solucionar. En el Golfo de México, sobre la costa de Estados Unidos, se avecina una catástrofe que afectará la infraestructura industrial del canal de acceso a Houston, canal de navegación que atraviesa un colosal paisaje de tanques llenos de productos químicos de la ciudad.

por Juan Vernieri

Desde lo alto del arco del Puente Fred Hartman, se obtiene la mejor vista del Canal de Navegación de Houston, una vía fluvial de 85 kilómetros de largo, repleta de la colección más grande de plantas petroquímicas y refinerías de petróleo del continente. Sobre lo que había sido un pantano costero bajo, hay un revoltijo de tuberías, chimeneas, tanques de almacenamiento, barcos de carga, chatarra, etc...

El abogado ambiental AJim Blackburn lleva invitados al puente después de la puesta del sol, para lograr un impacto total. Un sacerdote visitante impresionado de lo que vio dijo “Así es como se ve el infierno”, a lo que le contestó. “La transformación del canal en un verdadero infierno, aún está por llegar. Cuando se presente un huracán aquí, será el desastre ambiental más grande en la historia de Estados Unidos".

El abogado Blackburn, quien enseña en la Universidad Rice, ha estado profetizando esta calamidad durante más de una década. El Cambio Climático genera más huracanes y más violentos. Lo que podría haber parecido una sombría fantasía hace unos años, ahora es cada vez más probable, con cada tormenta que azota los pasillos industriales de Texas y Luisiana.

Un próximo huracán, en lugar de golpear justo al este de Houston, como lo hizo el Ike en 2008, o virar hacia Louisiana, como hizo Laura el año pasado, la tormenta puede entrar directamente en el corazón de la bahía de Galveston, en el lado oeste de la bahía, un área muy desarrollada, que alberga a más de 800.000 personas, vaticina el abogado. “La oleada, - dijo - romperá los amarres de los barcos, cortará oleoductos y golpeará miles de tanques de almacenamiento que contienen la materia prima para todo, desde disolventes de pintura hasta combustible para aviones. Este estofado tóxico de aceite, productos químicos y escombros inundará los pantanos urbanos, se derramará en los vecindarios y, finalmente, volverá a la bahía”.

La sombría predicción de Blackburn, desarrollada con modelos informáticos por el Centro de Predicción de Tormentas Severas, Educación y Evacuación de Desastres (SSPEED) de Rice, alarma a quienes dudan, con cada tormenta que pasa.

A pesar de los riesgos, la industria ha tardado en adaptarse. Las empresas no están construyendo muros contra inundaciones más grandes, ni alterando el diseño de las instalaciones ni desplazando el desarrollo hacia el interior. Los gobiernos federal y estatal están haciendo poco para impulsar las industrias. Las regulaciones permanecen congeladas a medida que el clima se calienta, lo que aumenta la probabilidad de tormentas más fuertes y frecuentes.

Solo hay un proyecto de protección contra tormentas de casi 30 mil millones de dólares, un vasto sistema de muros, puertas y diques que haría de la Bahía de Galveston una verdadera fortaleza, que podría sellarse cuando haya amenazas de huracanes. Ambicioso y caro, para Blackburn, que opina será muy poco y llegará demasiado tarde. “Es probable que la construcción lleve dos décadas, y estará muy desactualizado cuando esté construido". Los huracanes y las tormentas son cada vez más violentos.

Los riesgos no se limitan a Houston. Más de 4.876 sitios que manejan químicos tóxicos se encuentran en áreas propensas a tormentas e inundaciones de Texas y Louisiana, según muestra un análisis de datos industriales y de llanuras aluviales. Hogar de la mayor parte de la infraestructura petroquímica del país, los dos estados corren un riesgo creciente por el aumento del nivel del mar, los huracanes, los desbordes de los ríos, las lluvias intensas y otras amenazas planteadas por el cambio climático.

Como se ve, el “progreso” no puede prever lo que sucederá. La manada de elefantes debiera detenerse o, por lo menos, reducir ritmo y recapacitar: ¿Adónde nos lleva?


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