jueves, 30 de diciembre de 2021

Asombrosa inconsciencia de la humanidad (VIII)

Inconsciencia que ha contagiado a los gobiernos argentinos. Los últimos 5, incluido el actual, han mantenido latente la intención de aumentar el parque de reactores nucleares con la compra de dos unidades a China. Cuando es evidente que la producción de electricidad a partir del átomo se encuentra en franco retroceso en todo el mundo, incluida China, aunque no parezca, no se entiende esta obsesión.

por Juan Vernieri

Además de los países que desde hace tiempo renegaron de la energía nuclear, tales como Portugal, Austria, Dinamarca, Nueva Zelanda, Noruega, Luxemburgo e Italia; después del accidente de Fukushima, todos reconsideraron sus políticas al respecto y Alemania, España, Bélgica, Suecia, Suiza, Australia, Filipinas, Países Bajos, Finlandia y República de Corea, resolvieron abandonarla y no iniciar la construcción de nuevos reactores. China e India, los dos países que más expanden sus sectores nucleares, lo hacen no solo a un ritmo mucho menor que las renovables, sino por debajo de los planes originales. En 2019 tienen aproximadamente 10 veces más potencia instalada en renovables que en nuclear (Argentina tiene 2,3 veces más). Y a pesar de ser los países que más reactores construyen, la realidad sugiere que la transformación se está dando con otras tecnologías. Ya en 2019 las renovables produjeron el doble de energía que las fuentes nucleares en China y más del doble en India. También Estados Unidos y Francia, los mayores generadores de energía eléctrica de origen nuclear, modificaron sus políticas en la materia.

En los Estados Unidos el accidente nuclear ocurrido en 1979 en The Three Mile Island, hizo que en los treinta años siguientes no se conectase ninguna nueva central nuclear a la red. El parque nuclear norteamericano, es el más envejecido del planeta, la mayoría de sus reactores entraron en operación en 1985 y de los noventa y tres actualmente en funcionamiento, deberán cerrar unos cuarenta en las próximas dos décadas. La más clara evidencia de que Estados Unidos no apuesta a la energía nuclear, es que no está construyendo nuevos reactores que los reemplacen.

Francia en los últimos años ha disminuido su energía nuclear más que cualquier otro, tiene planeado bajar la capacidad del 70% al 50% para 2035, a fin de reducir su dependencia de la energía nuclear y la extensión del funcionamiento de algunas de las centrales aún es incierta.

En Alemania las imágenes de Fukushima, sumadas al irresuelto problema de depósitos de residuos nucleares inundados en una mina de sal y a la falta de destino final para sus combustibles gastados, movieron al gobierno de la Canciller Angela Merkel a decidir la finalización del programa de energía nuclear. Como consecuencia de esta decisión, que en un principio no contó con el respaldo ni de su propio partido y conmocionó a la industria energética; se encuentra en proceso el cierre progresivo de todas sus centrales nucleares. Hasta el momento se han cerrado ocho, de las cuales tres ya han sido completamente desmanteladas; y veintitrés se encuentran en proceso de desmantelamiento.

En Argentina actualmente hay 1.700 MW instalados de energía nuclear y 4.000 MW de energías renovables. En el 2020, las fuentes renovables produjeron más energía que las nucleares y se habilitaron 1.524 MW de energía renovable con una inversión de 1.800 millones de dólares. Esta realidad hace más inexplicable la obcecación por aumentar los reactores nucleares. Sin duda detrás de ella se encuentran, además de China que presiona por razones geopolíticas, quienes aprovechan los jugosos presupuestos que se asignan a cualquier acción u obra relacionada con la actividad nuclear y, tal vez, la necesidad argentina de mantener buenas relaciones comerciales con su primer comprador.

Al parecer, últimamente la intención se está enfriando. Tal vez China ha perdido entusiasmo a raíz de la falta de pago de la primera cuota vencida del crédito otorgado por sus bancos, para la construcción de las presas de Santa Cruz. Otro indicio es que el presidente tenía planeado viajar a China para la firma de los contratos en noviembre del año pasado, luego pospuesto para mayo de este año y ya, a más de un año, el presidente sigue sin viajar. Es posible que en este enfriamiento tenga algo que ver la polémica desatada entre los expertos argentinos que no se ponen de acuerdo sobre la conveniencia de la operación.

Como es sabido, aún en el mundo no hay destino cierto, seguro y definitivo para los altamente radiactivos y perdurables combustibles gastados, en estas condiciones, además de irresponsable, es un desprecio hacia las generaciones futuras aumentar la producción de basura nuclear.

Argentina tiene acumuladas casi 5 mil toneladas de combustibles gastados sin destino: 1632 toneladas en Atucha I, 493 en Atucha II y 2724 en Embalse.

DECIMOS NO A NUEVOS REACTORES NUCLEARES EN ARGENTINA Y PROMOVEMOS LA DESACTIVACION PROGRESIVA DE LOS ACTUALES.


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