La apertura de la “Nueva Caja de Pandora” que le dio poder a Estados Unidos, le permitió ganar su lucha contra Japón y terminar la Segunda Guerra Mundial, le trae ahora graves preocupaciones y le consume enormes recursos. Menospreció el futuro que le esperaba.
por Juan Vernieri
Ya hemos comentado que la descontaminación de la fábrica nuclear de Hanford, donde se produjo el plutonio de la bomba de Nagasaki, le llevará décadas invirtiendo 60.000 millones de dólares por año. Son innumerables las instalaciones en riesgo, desparramadas por todo su territorio donde producía armas nucleares durante la Guerra Fría.
También hemos relatado los esfuerzos que han realizado las grandes potencias para defenderse de un probable ataque atómico de las otras.
Las instalaciones nucleares, tanto civiles como militares, cuentan con enormes y costosas medidas de seguridad que las hace, supuestamente, invulnerables. En la construcción de la mayoría, se previó la posible caída accidental de un avión sobre ellas. A partir del ataque a las torres gemelas, se teme que el terrorismo nuclear lleve a cabo una colisión voluntaria, con inconcebibles consecuencias.
Existen numerosas posibilidades de un desastre atómico provocado. No es necesario detonar una bomba para producir resultados similares a una explosión nuclear, el terrorismo lo puede desencadenar utilizando bombas de explosivo convencional, cargadas con material radioactivo que se esparza a consecuencia de la explosión, o el ataque con armamento convencional a un polvorín que tenga armas nucleares, a un almacén de residuos nucleares, a un almacén de combustible nuclear o a una central nuclear de producción de energía eléctrica en funcionamiento. En estos casos también se podría producir una importante emisión de radiación. Hay dos fuentes de riesgo extremo, el combustible del corazón de los reactores, y los depósitos de combustible nuclear agotado. En las centrales argentinas de Embalse y Atucha I, corazón y depósitos están muy próximos, pero los depósitos están menos protegidos que los reactores.
Si un fanático consiguiera material fisible adecuado, lo que no le resultaría fácil, ya que no existe un mercado libre, debería obtenerlo en el mercado negro o robarlo. Para fabricar un dispositivo explosivo solo necesita unos cinco litros de uranio altamente enriquecido. Lo puede construir en el lugar en el que va a ser detonado, en un apartamento o en un garaje de una ciudad. Sería probablemente una explosión similar a la de la bomba de Hiroshima. Y no tiene por qué ser un proceso de construcción seguro, porque pueden asumir riesgos. En algunos de los documentos secretos obtenidos por WikiLeaks, se relata que comandos de Al-Qaeda aseguraban que disponían de una bomba nuclear que podría hacer explotar en caso que se capturara o matara a Osama Bin Laden. No era cierto.
Abdul Qadir Kahn, el impulsor del programa nuclear paquistaní, en 2004 reconoció haber participado en una red de contrabando nuclear y haber vendido tecnología y conocimientos nucleares a Corea del Norte, Irán y Libia.
Durante 2011, en el mundo, se registraron 4 incidentes nucleares con material radioactivo altamente enriquecido. En el 2019 se descubrieron 6 incidentes de actividades irregulares, contrabando y uso indebido de material nuclear y radiactivo. De estos datos se deduce que los estados no tienen medidas de control y seguridad suficientemente efectivas para evitar el tráfico ilegal de materiales radioactivos, incluido el uranio altamente enriquecido (HEU) que se usa en la fabricación de bombas.
La reserva mundial de estos productos en 2014 ascendía, aproximadamente, a unas 2.300 toneladas, suficientes para fabricar 200.000 bombas nucleares. Este material se encuentra en centenares de edificios en más de 40 países, con diversas medidas de seguridad, algunas poco efectivas. En Estados Unidos, aunque increíble, en el 2013, tres activistas pacifistas entraron en el complejo Y-12 en Tennessee, en el que se almacenaba gran cantidad de uranio altamente enriquecido. Entraron para demostrar que se podía. Una de esas personas era una monja de 82 años, no eran kamikazes ni nada de eso. Este complejo debiera haber estado mucho más protegido.
Hay sucesos que nos convencen: la energía nuclear es un fuego con el cual la humanidad no debe jugar. Científicos que tuvieron una gran participación en el desarrollo nuclear, se arrepintieron, pero esa es historia para otra nota.
¿Cuándo la humanidad reconocerá que fue un error abrir “la nueva caja de Pandora”?
EN ARGENTINA DEBEMOS DECIR NO AL AUMENTO DE REACTORES NUCLEARES Y PROMOVER EL CIERRE PROGRESIVO DE LOS EXISTENTES.
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