Piedra Blanca recibió este año un volumen récord de residuos sólidos urbanos para disposición final. A la par, emergen con fuerza los proyectos que apuntan a la economía circular.
por Ary Garbovetzky
En ningún momento de nuestra historia reciente enterramos tanta basura en Córdoba. Y esto ocurre justo cuando emergen signos concretos de que se quiere, por fin, hacer otra cosa con los residuos.
En los primeros 10 meses de 2021, el predio de Piedra Blanca recibió, en promedio, 68 mil toneladas mensuales para disposición final, con un pico en septiembre de 73.230 toneladas, el mayor registro histórico.
Estos números superan las marcas hasta aquí más grandes: 63.174 toneladas promedio de 2019 y las 64.095 toneladas mensuales de 2011. Se explican, en parte, por las 10 mil toneladas promedio que aportaron los micro y macrobasurales erradicados por el municipio este año. Pero no solamente. La evolución de los volúmenes de recuperación de residuos en centros verdes y centros de transferencia sigue siendo ínfima. Y aunque la eliminación de los contenedores de secos de las calles -un experimento de la gestión de Ramón Mestre hijo que no funcionó- mejoró la calidad del material que llega a los puntos de reciclado, hubo un retroceso en la separación domiciliaria.
De sostenerse este ritmo de enterramiento, la ampliación del predio en 43,3 hectáreas -que ya obtuvo permiso ambiental- no durará los siete años de utilidad mínima que expresa el proyecto.
La lógica lineal hace que la gestión de residuos sólidos urbanos sea, apenas, la combinación de dos logísticas: la de recolección y la del enterramiento.
“Estamos en un momento de transición entre paradigmas, en el que aún conviven la economía lineal que piensa en basura y la circular que ve en los residuos, recursos”, resume la especialista Carolina Ulla, socia de Aero Sustentable, docente y coordinadora de una diplomatura en economía circular organizada por el ente BioCórdoba y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) con una matrícula que se parece a la de los ingresantes de una carrera masiva de grado: 800 participantes.
Es cierto que están pasando cosas diferentes. Con la organización de subastas, el ente Córdoba Obras y Servicios (Coys) logró pasar de recaudar cuatro millones de pesos el año pasado a 21 millones este año, con un tonelaje similar de plástico, cartón, metales y otros materiales recuperados.
Geocycle comenzó a operar en Piedra Blanca y es la primera de 25 empresas que buscarán recuperar materiales y generar recursos de los residuos, dejando de enterrar basura y valorizando los materiales como materia prima o, en el caso de la empresa del grupo Holcim, combustible.
Y hay una explosión de proyectos y desarrollos, algunos muy ambiciosos, que buscan transformar residuos en recursos valiosos, con impacto en la economía, el ambiente y la inclusión social.
El choque de los paradigmas lineal y circular es la clave de lectura para entender los cruces que generó en el Congreso Nacional el inicio de la discusión de la llamada ley de envases, que impone la responsabilidad extendida del generador y establece una tasa que disminuye o crece de acuerdo al volumen de residuos sobre los que el productor no puede dar garantías de su recupero o disposición final.
Buena parte de la crítica apuntó a que la tasa finalmente se trasladará al consumidor y alimentará la inflación. Un buen punto, pero dentro de una lógica lineal, en la que sólo se mide un costo: el económico que paga el consumidor, mientras se invisibilizan los otros: el gasto público que demanda la recolección y disposición final de la basura, el trabajo impago o pobremente remunerado de los recuperadores y clasificadores de residuos y el pasivo ambiental que se genera.
La ley de envases establece un mecanismo de corresponsabilidad entre empresas, Estado y consumidores. No es un invento argentino: ya rige en la Unión Europea y en Chile, y los costos iniciales de su puesta en marcha pronto fueron absorbidos por los cambios que generaron los fabricantes para no pagar la tasa más alta.
“Se pasa de la responsabilidad por lo que pasa dentro de la caja, la empresa, la fábrica, el negocio, a lo que ocurre con tu producto puertas afuera. Ya no alcanza con la ISO 14001″, explica Carolina Ulla.
En nuestros supermercados, ya se ven consecuencias de la aplicación de esta ley: los envases de jabón líquido para lavar la ropa, de marcas globales, no se concentraron y encogieron por gusto: lo hicieron para reducir el volumen de plástico de sus envases, para adaptarse a la legislación de los países que ya tienen una normativa más estricta.
El reciclado es una parte de la solución, no “la“ solución. Y la ley de envases apunta a disminuir la generación. A la diferencia la marca Francisco Ulla con una cita que toma de investigadores norteamericanos y repite en una de las clases de la diplomatura en Biocor que comparte con su hermana Carolina: “Si llegás a tu casa y está todo inundado, ¿qué hacés primero: trapear o cerrar la canilla?”. Apostar todo a reciclar, sin dejar de generar, es pasar el trapo sobre un piso inundado.
Fuente:
Ary Garbovetzky, Nunca tanta basura enterrada y tantas ganas de dejar de hacerlo, 21 noviembre 2021, La Voz del Interior.
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