París tiene previsto invertir en una nueva tecnología de centrales atómicas más pequeñas. Pero los expertos dudan que los reactores tengan sentido desde el punto de vista ecológico y económico.
por Lisa Louis
Cuando un tsunami azotó la costa de Japón hace diez años y destruyó la central nuclear de Fukushima Daiichi, algunos países se replantearan la situación. Alemania decidió adelantar el abandono de la energía nuclear a 2022 y, en un referéndum en Italia, el 95% de los ciudadanos se pronunció en contra de retomarla. Por otro lado, países como Finlandia, Estados Unidos, Rusia y Francia se aferran a la energía nuclear o quieren ampliarla.
Francia pretende reducir, según una ley, su cuota de energía nuclear del actual 70% (la mayor del mundo) al 50% para 2035. Pero el presidente francés Emmanuel Macron ha puesto en duda que esto pueda ser factible. Ahora también ha anunciado que invertirá en el desarrollo de pequeños reactores nucleares, para "liderar las innovaciones en el sector".
Referencia a los éxitos del pasado
Eso debería ayudar al país a seguir produciendo electricidad sin aumentar las emisiones de CO₂. Pero los expertos afirman que esta tecnología, todavía incipiente, no tiene sentido ni ecológico ni económico. Sospechan que puede haber otras razones detrás de la decisión de invertir.
"Tenemos una ventaja decisiva, nuestro modelo histórico: las centrales nucleares que ya existen", dijo Macron al presentar la estrategia Francia 2030 recientemente en el Elíseo de París. Del paquete de 30.000 millones, 8.000 millones de euros se destinarán al sector energético y 1.000 millones de ellos, al desarrollo de los llamados minirreactores. Un importe en comparación pequeño, pero sobre el que Macron puso el acento al presentar su estrategia.
Los reactores tendrían una capacidad de entre 50 y 500 megavatios, mucho menos que los actuales reactores franceses de entre 900 y 1.450 MW. Y podrían construirse en bloques para lograr una mayor capacidad conjunta. Pero el país no es pionero en la tecnología de minirreactores: la empresa emergente NuScale Power de Portland, en el noroeste de Estados Unidos, ha desarrollado un diseño que ya ha sido aprobado y tendrá instalado un primer reactor de 60 MW en 2027. En Rusia, la estatal Rosatom prevé su primer minirreactor en tierra para 2028.
Francia tiene experiencia técnica
Según los planes de Macron, Francia no debería tener un prototipo hasta 2030. Sin embargo, Nicolas Mazzucchi, de la Fundación para la Investigación Estratégica, con sede en París, cree que el país aún puede convertirse en uno de los líderes en esta tecnología. "Tenemos la experiencia técnica necesaria y, si el sector privado sigue ahora con más inversiones, podríamos empezar la producción en masa en 2030", dice a DW.
La energía nuclear, dice, debe seguir formando parte de la matriz energética: "es estable y planificable, es decir, no es intermitente como ciertas energías renovables, como la eólica, y apenas produce CO₂ una vez que la central está en marcha". Además, afirmón que el riesgo de accidente está bajo control porque la industria está estrictamente vigilada. Y que se dispone de los conocimientos suficientes para manejar los residuos nucleares que se produzcan, que seguirán irradiando durante miles de años.
No está de acuerdo Mycle Schneider, consultor independiente, para quien la energía nuclear es ineficaz en la lucha contra la emergencia climática: "demasiado cara, demasiado lenta". "El debate sobre estas centrales nucleares más pequeñas es una fanfarronada orquestada y una gran exageración", dice a DW. "El año pasado entraron en funcionamiento más de 250 gigavatios (GW) de renovables en todo el mundo y solo se añadieron 0,4 GW de capacidad nuclear neta: la nuclear es ahora irrelevante en el mercado".
Además, los reactores nucleares solo son aparentemente más fiables que las energías renovables: "los reactores franceses estuvieron parados una media de un tercio del tiempo en 2020, principalmente por trabajos de mantenimiento; también porque ahora son todos muy viejos, más de treinta años de media", explica Schneider. Para él sería una combinación de diversas energías renovables y una eficiente gestión de la demanda lo que podría resolver el problema de la variabilidad.
Además, se necesita mucho tiempo para desarrollar y construir nuevas centrales nucleares. "EDF [la principal compañía eléctrica de Francia], junto con Siemens, comenzó a desarrollar su llamado reactor EPR [Reactor Europeo de Agua Presurizada] de tercera generación poco después de la catástrofe nuclear de Chernóbil [en Ucrania] en 1986… y 35 años después Europa sigue sin producir electricidad con él", cita Schneider como ejemplo.
¿Se trata de algo más que de la energía nuclear?
A la vista de estos plazos, Kenneth Gillingham, profesor de Economía Medioambiental y Energética de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, tampoco piensa que invertir en energía nuclear merezca la pena hoy en día. "Los requisitos de seguridad son ahora tan elevados que han hecho que el precio de la energía nuclear sea extremadamente alto", explica a DW. "No veo ningún sentido en invertir en nuevos tipos de energía nuclear. Es demasiado capital sin saber a ciencia cierta si las pequeñas centrales nucleares funcionarán al final".
"Hasta ahora nos han dicho que los grandes reactores son más económicos porque se ahorra dinero por el efecto volumen; ahora, de repente, se supone que funciona al revés...", plantea en entrevista con DW Philip Johnstone, investigador de la escuela de negocios de la Universidad de Sussex, en el sur de Inglaterra. "Los países que siguen apostando por la energía nuclear son en su mayoría países con armas atómicas, como el Reino Unido, Estados Unidos y Francia. Deben mantener su sector nuclear", explica, en referencia a un discurso de Macron en diciembre de 2020. "Sin energía nuclear civil, no hay energía nuclear militar y sin energía nuclear militar, no hay energía nuclear civil", dijo entonces, elogiando a un sector que da empleo a 220.000 personas en Francia.
"Invertir en pequeños reactores nucleares parece sobre todo una decisión estratégica, aunque suponga una pérdida de dinero y de tiempo", opina Johnstone. Pero el tiempo, en particular, escasea. Según las Naciones Unidas, la humanidad debía reducir sus emisiones de CO₂ en más de un 7% cada año hasta 2030 (desde 2019) para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados.
(lgc/er)
Fuente:
Lisa Lois, ¿Qué hay detrás de los planes de Francia de construir minirreactores nucleares?, 22 octubre 2021, Deutsche Welle.
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