por Cristian Basualdo
Para garantizar la seguridad radiológica y nuclear de las centrales nucleares Atucha I y II (denominadas CNA I y CNA II), Nucleoeléctrica debe operar los reactores dentro de los límites y condiciones de operación establecidos en la documentación mandatoria que se indica en las respectivas Licencias de Operación. Por ejemplo, la Licencia original de la CNA II indica que debe parar con un nivel del río Paraná de 0 metros. El cero de referencia es el nivel cero del Riachuelo adoptado como “cero normal” para todas las nivelaciones nacionales.
Jaqueada por la bajante, Nucleoeléctrica solicitó a la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) una modificación de la documentación mandatoria para evitar parar los reactores (1). La empresa estatal utilizó el eufemismo de “unificar los conceptos relacionados con la operación a potencia de ambas unidades respecto al nivel de agua del río”, para solicitar:
En el caso de la CNA I, modificar el Tomo III, Instrucción T18 del Manual de Operaciones, para “establecer un valor límite de nivel del río de -0,5 m, a partir del cual se debe llevar la instalación a la condición de parada fría, independientemente del estado de funcionamiento de las bombas UC/UK”.
En el caso de la CNA II, modificar el Libro 3, Capítulo 3.3 del Manual de Operaciones, principalmente para “modificar el límite existente de 0,0 m a -0,5 m para llevar la instalación a la condición de parada fría, independientemente del estado de funcionamiento de las bombas PAC/PEC”.
En la industria nuclear, algunos límites, niveles y parámetros, no son el resultado de un frío ejercicio de asepsia científica, más bien son números que se utilizan como elementos de comunicación. Cuando los límites no sirven a sus intereses, la industria nuclear los cambia por otros más oportunos (2).
El 27 de julio de 2021, la ARN otorgó a Nucleoeléctrica una autorización transitoria mediante la nota NO-2021-67407491-APN-GLYCRN#ARN emitida por la Gerencia Licenciamiento y Control de Reactores Nucleares. La novedad que expone el documento es la precariedad de la situación, que se intentó disimular “como una oportunidad de mejora para enriquecer las instrucciones de los Manuales de Operaciones de ambas unidades”. La ARN exigió, entre otros requisitos:
Si el nivel del río se encuentra por debajo de 0 m, y alguna de las bombas citadas presentan un comportamiento anormal, la instalación correspondiente debe ser llevada al estado de parada fría.
Verificar la disponibilidad y realizar simulacros de aplicación del programa de guías de accidentes severos para la CNA II, de aquellas guías asociadas a un evento de pérdida del suministro de agua de río combinado con pérdida total del suministro eléctrico.
Con la autorización provisoria, la ARN difirió la aprobación de la modificación a la documentación mandatoria propuesta, “a los efectos de realizar un análisis más profundo de los contenidos de las instrucciones y de la documentación asociada a éstas”. Además, como Nucleoeléctrica tiene prevista la implementación de un sistema de bombas flotantes para aspirar agua desde el centro del río y descargarla en los canales de toma de agua de ambas unidades, la ARN solicitó a la empresa que le envíe “tan pronto como sea posible”, los detalles técnicos de este sistema y le informe “en qué momento se encontrará disponible para su utilización”.
Tanta laxitud se les fue de las manos, la autorización se otorgó sin que el operador disponga de la totalidad de los equipos necesarios para enfrentar la pérdida del sumidero de calor principal; y sin el correspondiente Análisis Probabilístico de Seguridad (APS) que contemple las modificaciones realizadas.
Se conoce como “captura del regulador” a la situación en la cual las empresas operadoras de centrales nucleares influyen en la decisiones del organismo que las debe controlar. En Argentina, no se puede soslayar que la ARN y Nucleoeléctrica son desprendimientos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). El personal inicial de la ARN se formó con el Comité Asesor para el Licenciamiento de Instalaciones Nucleares de la CNEA. Es habitual la rotación de funcionarios entre las tres entidades estatales, conformando una especie de burocracia endogámica que garantiza los intereses del lobby nuclear.
El medio A24 informó que tuvo acceso a un informe del Gobierno que advierte que la sequía en la mesopotamia podría poner en peligro el funcionamiento y la refrigeración de las centrales nucleares Atucha I y II. El secretario de Seguridad, Gabriel Fuks, declaró al citado medio que “si no se hubiera hecho la inversión, con la compra de dos bombas especiales de parte de la empresa Nucleoeléctrica que gerencia Atucha, las centrales nucleares sí estarían en peligro”. Es notable el optimismo en la solución tecnológica del funcionario, la seguridad de la región más poblada del país depende de dos bombas flotantes.
Un dato del Instituto Nacional del Agua (INA) le servirá al lector para hacerse una idea de la delicada situación: el punto de control del nivel del río Paraná más cercano al sitio Atucha está ubicado en el Puerto de Zárate, donde el nivel más bajo informado por la Prefectura Zárate fue -0,5 m el martes 17 de agosto. El INA mantiene la alerta por bajante, prevalece una tendencia descendente en todas las secciones del río Paraná en territorio argentino, y continuará predominando en los próximos tres meses.
Referencias:
1. La Norma AR 3.9.1. “Criterios generales de seguridad para la operación de reactores nucleares de potencia” indica en su Criterio 16 que “los valores límites de las variables asociadas a la actuación de los sistemas de seguridad deben mantenerse en el rango que asegure el cumplimiento de los postulados enunciados en la documentación mandatoria”.
2. Tomemos por ejemplos la modificación del límite de dosis al público luego del accidente de Fukushima, en Japón, o la reciente modificación del límite de concentración de gases nobles en el reactor de Taishan, en China.
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