lunes, 24 de mayo de 2021

Una advertencia sobre el riesgo nuclear en el Sitio Atucha


por Cristian Basualdo

PARANÁ, Entre Ríos, 25 abril 2021.- Un esténcil estampado a dos colores en una esquina de la plaza Elio Leyes, advierte sobre el riesgo que corre la ciudad en el caso de una descarga no planificada de material radiactivo en el Sitio Atucha. El mensaje indica la distancia a los reactores nucleares, 278 kilómetros, y el tiempo que tardaría una descarga gaseosa en alcanzar la capital entrerriana, 19 horas. La pintada se replica en otros lugares de la ciudad, tales como las paradas céntricas del trasporte público de pasajeros.

La acción fue una iniciativa de Our Voice, en el contexto del evento virtual a nivel mundial titulado “Amenaza nuclear”. “La gente estaba muy sorprendida de la información que le contábamos”, dijo Nicolás Toobe, “nos gustó lo que hicimos, por el impacto y por la durabilidad. Vamos a seguir profundizando en esta metodología para compartir más información a la ciudad”.

La Autoridad Regulatoria Nuclear define alrededor de las centrales nucleares argentinas una “zona de acciones primordiales preventivas”, o ZPP, que se aplica en los primeros 3 kilómetros en todas direcciones y hasta 10 kilómetros en un sector angular centrado en la dirección del viento, esta zona se denomina “ojo de cerradura” o “key-hole”. (Ver: Informe de Evaluación de Resistencia Realizada a las Centrales Nucleares Argentinas, página 228).

No obstante, en caso de accidente, la liberación de material nuclear extiende su firma en el viento y puede viajar cientos de kilómetros de distancia. En junio de 2020, una nube radiactiva atravesó el norte de Europa. Las autoridades de Noruega, Suecia y Finlandia detectaron yodo 131, cobalto 60, rutenio 103, cesio 134 y cesio 137. La Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO) tweeteó un mapa que probablemente se construyó trazando los vientos durante el período justo antes de que se detectaran los radionucleidos. Un par de centrales nucleares rusas se encuentran en la zona identificada.

El sitio Atucha es el complejo nuclear más grande de Latinoamérica, abarca unas cien hectáreas al noreste de la provincia de Buenos Aires, donde operan dos reactores nucleares, la Central Nuclear Atucha I y la la Central Nuclear Atucha II, y hay otro en construcción, CAREM. Además, la oferta de China de financiar centrales nucleares a la Argentina puso la disponibilidad de un reactor Hualong One, que el lobby nuclear argentino quiere sumar a los anteriores.

El riesgo nuclear puede aumentar con el paso de los años. Nucleoeléctrica decidió operar Atucha I más allá de su vida útil de diseño, y para ello implementó el denominado Proyecto Extensión de Vida. El viejo reactor, que comenzó a operar en 1974, solo permite una implementación limitada de las nuevas tecnologías y los conceptos de seguridad; porque el envejecimiento físico de los sistemas, estructuras y componentes va en paralelo al envejecimiento conceptual. En sus documentos, Nucleoeléctrica habla de “elevar, en la medida de lo posible, el nivel de seguridad delineado en la normativa moderna y el estado del arte”, (Ver: Comunicación de progreso Pacto Mundial, página 79).

Otro ejemplo del aumento del riesgo con el paso del tiempo lo encontramos en la acumulación de residuos nucleares. En el Sitio Atucha las piletas de combustible nuclear gastado están repletas. Nucleoeléctrica construye a las apuradas el edificio denominado Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Quemados (ASECQ I). Se trata de un experimento, porque a diferencia del Sitio Embalse donde el modelo ASECQ fue copiado de sus similares canadienses, no existe un diseño operativo porque los reactores de Atucha y sus elementos combustibles son únicos en el mundo.

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