El Departamento de Energía de los Estados Unidos y el lobby nuclear han luchado durante años para que la industria reciba financiación pública, crítica para su supervivencia. Sus argumentos, salidos de Teléfono rojo, son que vienen los rusos y los chinos, y hay que hacerles frente por el bien de la seguridad nacional... y de los bolsillos de los accionistas.
por Linda Pentz Gunter
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
La afirmación de que se necesita energía nuclear para la seguridad nacional es una excusa para ganar dinero fácil
Las afirmaciones del Departamento de Energía de Estados Unidos (DoE) acerca de la supremacía rusa y china en el sector nuclear recuerda a la retórica anticomunista de los años 50. Pero en realidad es una excusa apenas velada para destinar ayudas federales hacia una industria moribunda.
Hace unos años atendí la Cumbre Anual de Disuasión Nuclear, a las afueras de Washington, DC. En mi defensa diré que era necesario. Quería saber cómo piensa esta gente. Se habló mucho de la necesidad de armas nucleares, su rango y potencia, todo con una calma mesura desprovista de toda conciencia. Era estremecedor.
También un teatro del absurdo. Hubo un momento en el que se habló de una brecha de misiles. Había disparidad y los rusos contaban con más. Tenían que ponerle fin. Era como estar en un remake de Teléfono rojo con el general 'Buck' Turgidson gritando por los complots comunistas y la brecha armamentística.
La vida es en ocasiones más extraña que la ficción. Turgidson sigue con nosotros, y ha extendido sus obsesiones hasta incluir la nuclear “civil” en su competición con los rusos, y ahora además, los chinos.
El Secretario de Energía, Danny Ray Brouillette, lamentó en directo que “hemos perdido liderazgo tanto con la tecnología como en el mercado... y la han ganado los rusos y los chinos”. La defensa de la preeminencia americana tanto en el desarrollo como la exportación de tecnología nuclear es, al parecer, “un asunto de defensa nacional”.
Tan importante es esta emergencia nacional que recibí en mi email un nuevo informe del DoE que pretende enmendar esta situación.
El DoE anuncia su plan de hacer la nuclear grande de nuevo
El email llegó con una imagen de un átomo superimpuesta sobre la Estatua de la Libertad. Se leía en mayúsculas EL DOE ANUNCIA ESTRATEGIA PARA RESTAURAR EL LIDERAZGO NUCLEAR AMERICANO. Es una propuesta interesante: admitir una debilidad en nuestra seguridad nacional para hacer de una forma de energía un imperativo de seguridad nacional.
El subapartado era una cita de Brouillette, con énfasis en negrita, que lee: “Juntas, estas medidas revivirán y expandirán el sector nuclear al tiempo que mantendrán capacidades críticas para los intereses de seguridad nacional estadounidense”.
Esta valiente estrategia, dice el DoE, “reforzará los atributos positivos de la energía nuclear, revivirá la capacidad de minar uranio, enriquecerlo y convertirlo, reforzando las industrias americanas y nuestra supremacía tecnológica. Aumentará las exportaciones al tiempo que asegurará nuestro compromiso de apoyar nuestra seguridad nacional y mantener nuestros objetivos de no proliferación”.
Esta es una retórica pobremente articulada, que usa palabras como “supremacía” a la Teléfono rojo. Pero, como hemos visto, hay interés por abrir nuevas minas de uranio, reabrir viejas y extender licencias de operación hasta los 80 años. Incluso reabrir centrales que ya han sido cerradas permanentemente. Todo en nombre de reforzar aquellos “atributos positivos de la energía nuclear”. Muy seguramente quieren decir con esto que van a llenar los bolsillos de los CEOs y accionistas de estas compañías con dinero de los contribuyentes.
Como Henry Sokolski y Victor Gilinksy, del Centro de Educación para la Noproliferación (Nonproliferation Policy Education Center en inglés), han escrito recientemente, esto es una excusa para “pillar mano de dinero público”. EEUU tiene una larga carrera con su energía nuclear que no ha ido a ningún lado. Tras décadas de una pobre toma de decisiones, como con los reactores de agua en bullición de General Electric que volaron en Fukushima. Incluso para tecnología menos desarrollada, “no tenemos de facto ninguna empresa constructora”, como indican Gilinksy y Sokolski.
Pero nos gobierna Turgidson. Y nostálgicos terminales
“Siguen pensando, como sus predecesores hace 60 años, que la energía nuclear es la tecnología del futuro”, dicen Sokolski y Gilinsky. “Retratan a nuestros archienemigos putativos, Rusia y China, vendiendo su tecnología nuclear y robándonos aliados nucleares clave”.
Parece que el Congreso empieza a oler a rata comunista, como en Teléfono rojo, mientras destina millones a la industria nuclear. Porque dicha industria está mendigando por lo que le puedan dar y ha perdido su lugar en el firmamento de los todopoderosos.
Aunque la Dra. Rita Baranwall, del DoE dijera en un comité del Congreso que la energía nuclear es “la mayor fuente de energía elécrica limpia, segura y resiliente del país”. Me imagino al clérigo nuclear repitiendo este mantra todas las mañanas antes de desayunar hasta creérselo. No por ello es cierto.
Pero Baranwall seguía buscando los disturbios pronucleares en el Congreso cuando habló de la pérdida de liderazgo estadounidense a manos de Rusia y China. Sabía, siempre tan patriótica, que “con más reactores nucleares mejor financiados, más resilientes, pequeños, flexibles, a escala e innovadores” -todo muy años 50-, “la próxima innovación tecnológica serán los reactores modulares pequeños, microrreactores, reactores a alta temperatura, de sales fundidas y rápidos refrigerados por metal líquido”. Nada de esa lista es nuevo, innovador o financiable.
Probablemente los rusos (o los chinos) no vienen a por nosotros. Más bien los usan como hombre de paja para financiar con dinero público la industria nuclear estadounidense.
Pero el precio no solo lo vamos a pagar con nuestras carteras. También con nuestra salud y seguridad. Destinando millones y millones en esa dirección seguiremos sin reparar la crisis sanitaria o la economía, tan dañadas por el coronavirus. Se limitan a utilizar el comodín Rusia para saltarse la cola.
Y seguramente el DoE les destine lo que pidan. Ese era el propósito del grupo de trabajo sobre combustible nuclear de la administración Trump, que hace las labores de propaganda para el sector.
“Proveer de alivio inmediato y generoso es imprescindible o perderemos la habilidad de producir uranio”, declaró el senador republicano John Barrasso en una rueda de prensa. “Llamo a que el presidente actúe. El informe confirma que Rusia está instrumentalizando sus fuentes de energía, lo cual afecta a los mineros de uranio de nuestro país”.
Y, en un último intento por convencer a los más escépticos, el DoE ha seguido presionando con su último documento, “5 datos clave de la energía nuclear”. Es como si lo hubiesen escrito para niños pequeños, sobre todo para los que no hacen muchas preguntas. Quizás para los de la Casa Blanca.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.
Fuente:
¿Hacer la nuclear grande otra vez?, 14 diciembre 2020, El Salto Diario.
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