Aún se espera que las pericias lo determinen científicamente. Pero expertos y baqueanos de la zona no sólo desestiman que Facundo puedan haber transitado voluntariamente por el cangrejal. También consideran imposible que 107 días después su calzado derecho haya aparecido intacto.
por Daniel Satur
Tal como lo informó este diario en detalle, la autopsia al cuerpo esqueletizado de Facundo Astudillo Castro (además de tener serias irregularidades de método) no arrojó precisiones sobre interrogantes fundamentales que deben resolverse para saber qué pasó con el joven desaparecido forzadamente el 30 de abril mientras hacía dedo en la Ruta Nacional 3, en el partido bonaerense de Villarino.
Mientras las querellas esperan que la jueza federal de Bahía Blanca María Marrón ordene importantes medidas de prueba solicitadas por los fiscales Andrés Heim y Horacio Azzolin (que podrían dar un vuelco importante a la causa), siguen apareciendo informaciones que ayudan a entender muchos más el contexto en el que desapareció Facundo y en el que terminó muriendo.
Este jueves el periodista Gabriel Bermúdez publicó un informe en el diario Clarín titulado “Facundo Astudillo Castro: la zona donde hallaron el cuerpo, una trampa para desconocidos”. Allí cita a especialistas que hace años estudian las características geográficas, climáticas, marítimas, de flora y de fauna del extenso territorio, quienes demuestran las enormes dificultades materiales que una persona tiene para poder transitar voluntariamente por ese terreno durante horas (y sobre todo de noche).
“Por ahí habría intentado avanzar hacia esta ciudad Facundo el 30 de abril, si se toma como hipótesis valedera, la que engancha la versión de los agentes de la Policía Bonaerense con el testimonio de una productora rural de 72 años que dice que lo dejó antes de ese cruce de rutas”, grafica el periodista.
Bermúdez habló con baqueanos de la zona de Bahía Blanca y Villarino, quienes desde su experiencia suman elementos para desestimar la posibilidad de que alguien joven y en buen estado físico (más aún conocedor de la zona y buen nadador como era Facundo) decida encarar por esos caminos inconducentes buscando una especie de “atajo” para llegar a la ciudad de Bahía Blanca.
“Si venís caminando y no llovió, podés pasar. La vía, que viene bajando por Cabeza de Buey, te puede llevar a Bahía tranquilamente. Pero si te salís de la vía, te encontrás con matorrales de hasta dos metros y te podés perder, si no conocés”, afirmó a Clarín Silvio Sabbatini, uno de los baqueanos del lugar que integra una agrupación local llamada “Gente del Barro”.
Ese grupo colaboró durante algunos de los rastrillajes previos a la aparición del cuerpo sacando patrulleros del barro con sus vehículos adaptados a la geografía.
En ese marco, Sabbatini dio una definición muy importante: “Ya con una capa de cinco centímetros (de barro) se complica hasta para caminar. No hay nada de arena, todo es barro de marea y cangrejal. Al pisar, hace ventosa y la zapatilla, no la sacás más”, explicó.
¿Por qué es importante esa definición del baqueano? Porque, como se sabe, la zapatilla derecha de Facundo Castro fue encontrada a treinta metros de su cuerpo esqueletizado, sin una sola marca ni rastros de haber pasado 107 días a la intemperie en esa geografía.
La afirmación del miembro del grupo “Gente del Barro” pone aún más en aprietos a quienes pretenden convencer a la madre de Facundo, Cristina Castro, y a toda la sociedad de que esa zapatilla no tiene nada que demostrar respecto al crimen del joven de Pedro Luro.
Si a eso se suma el hallazgo, ese mismo día, de la huella de un vehículo que llegaba a metros del cadáver de Facundo, se refuerza aún más la hipótesis de que manos (aún) desconocidas estuvieron en cercanías del cuerpo poco antes de ser hallado por supuestos “pescadores”, sea para plantar el esqueleto y la zapatilla o bien solo ese calzado derecho.
La zapatilla derecha de Facundo (la izquierda nunca apareció y se sospecha que el joven ya no la tenía puesta al ser liberado tras la primera detención policial en Mayor Buratovich) fue hallado por la misma Cristina Castro en la mañana del domingo 16 de agosto, tras una larga noche de espera (los “pescadores” avisaron que vieron el cuerpo el sábado al anochecer).
Teniendo en cuenta que la mochila del joven, conteniendo la ropa que llevaba puesta el 30 de abril, sus celulares y otras pertenencias, fue encontrada por otros “pescadores” un mes después a cuatro kilómetros, la sospecha de que la zapatilla fue plantada cerca del cuerpo se acrecienta. Y los dichos de los baqueanos no hacen más que confirmarla.
El 30 de agosto, a poco de realizarse la autopsia de Facundo en la sede del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), Cristina Castro y sus abogados Leandro Aparicio y Luciano Peretto dieron una extensa entrevista a La Izquierda Diario. Allí se habló, entre muchos aspectos del hallazgo del cuerpo, de la zapatilla.
La definición del doctor Peretto, aquel 30 de agosto, hoy vuelve a cobrar valor. “En el aspecto criminalístico es muy llamativo, a efectos de la investigación, que el cuerpo apareció con ausencia total de ropa y solamente con esa zapatilla, que apareció ahí, inmaculada, tan simbólica, contra el centro de dispersión del cuerpo. Porque el cuerpo tiene un efecto de dispersión acorde a la marea y la zapatilla apareció en sentido contrario. Es tan llamativo, como para que se vea ni bien se llegaba a la escena”, dijo el abogado de la familia Castro.
Entre muchos interrogantes del caso, y pese a que la hipótesis de desaparición forzada seguida de muerte sigue siendo prácticamente la única viable y posible, los fiscales Heim, Azzolin y Martínez deberán determinar quién y cuándo plantó la zapatilla de Facundo en el cangrejal de Villarino Viejo.
¿Fue la Bonaerense (o algún civil amigo) cuando “descartaron” el cuerpo en el lugar, a esta altura conocido como “cementerio clandestino” de esa fuerza represiva del Estado?
¿Fue la Federal, la Prefectura, la Gendarmería o la PSA durante la noche del 15 al 16 de agosto, cuando tenían a su cargo la custodia de la zona?
¿Fueron los supuestos “pescadores” que avisaron del hallazgo del cuerpo un día después de que las fuerzas del Ministerio de Seguridad de la Nación finalizaron un (según ellas) “exhaustivo” rastrillaje en el lugar con resultado negativo?
Lo único que falta es que la Bonaerense, la Federal, Sergio Berni, Axel Kicillof o alguno de los periodistas que les hacen propaganda digan, ante los hechos consumados, que en verdad la zapatilla la plantó la misma madre de Facundo, o alguno de sus abogados o el perro Yatel del perito Marcos Herrero.
Ya intentaron hacerlo con la sandía de madera hallada en un calabozo hediondo de la comisaría de Teniente Origone. No sería de extrañar.
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Fuente:
Daniel Satur @saturnetroc, Según expertos, la zapatilla de Facundo Castrono pudo estar intacta 107 días en el cangrejal, 15 octubre 2020, La Izquierda Diario.
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