Recorrida de Clarín. Hace dos meses encontraron el cadáver esqueletizado del joven. La autopsia determinó que murió ahogado, pero la querella culpa a la Bonaerense.
por Gabriel Bermúdez
“Tiene una forma alargada en dirección Noroeste-Sudeste, de una longitud de aproximadamente 80 kilómetros, con un canal principal y varios canales secundarios que separan extensas planicies de marea e islas”. Así definen los investigadores Gustavo Perillo y Cinthia Píccolo al estuario de Bahía Blanca, donde hace dos meses exactos hallaron el cuerpo esqueletizado de Facundo Astudillo Castro (22).
Divisado desde su entrada por la expedición de Magallanes en 1520 e inspeccionado hasta su rincón más lejano por Darwin en 1845, su compleja dinámica y cambiante geografía complicaron, por siglos, su acceso.
A partir de la década del '70, los primeros muestreos quincenales iniciaron la acumulación de datos periódicos que organizaron su estudio. Hoy, el ecosistema, también llamado ría de Bahía Blanca, acumula decenas de trabajos científicos que lo describen con precisión y profundidad. Aunque la acción creciente del ser humano en su interior y cercanías obliga a renovar la mirada de forma constante. Así, aún, persisten muchos enigmas.
El último no tiene que ver con la intensa actividad portuaria e industrial petroquímica que se desarrolla en su derredor y lo afecta a diario, sino con la aparición, en unos de sus recodos, del cuerpo de Astudillo Castro. Fue el 15 de agosto, en la parte final del estuario conocida como Cola de Ballena, frente a Villarino Viejo, donde dobla la costa bonaerense.
Al sitio, de límites no bien definidos porque varía con su régimen semidiurno de mareas, se llega a través de una veintena de caminos, huellas y picadas que abrieron habitantes de la zona, en especial pescadores aficionados, para acceder al mar. También por una vía férrea que, después de intersectar a la ruta 3, a un par de kilómetros de la rotonda con la ruta 22, se interna en el área y sale por detrás de la localidad de General Daniel Cerri hacia Bahía Blanca.
Por ahí habría intentado avanzar hacia esta ciudad Facundo el 30 de abril, si se toma como hipótesis valedera, la que engancha la versión de los agentes de la Policía Bonaerense con el testimonio de una productora rural de 72 años que dice que lo dejó antes de ese cruce de rutas. Fue después de levantarlo con su camioneta Honda CRV, a la altura del kilómetro 750, y recorrer unos 35 kilómetros en menos de 20 minutos.
Según declaró, el joven pidió bajarse ahí para evitar ser interceptado en la barrera fitosanitaria del kilómetro 714, donde hay Policía y Gendarmería, ya que lo habían demorado dos veces por transgredir la cuarentena. En el registro municipal de Villarino consta el paso del vehículo de la testigo por ese puesto a las 16.03. Desde el teléfono de Facundo salió un mensaje de texto a un amigo a las 20.21 donde le decía que estaba sin señal ni batería.
Las dudas sobre su muerte
¿Pudo haber estado aún cuatro horas después, ya en plena noche, en el medio de esa zona hostil donde, según los expertos que realizaron la autopsia, murió ahogado? Es una de las principales dudas que tienen cerca de uno de los dos fiscales que se sumó a la investigación a comienzos de septiembre.
“Si hubiera tomado por la vía, con un buen tranco, no le debería haber llevado unas más dos horas atravesarlo”, le dijo a Clarín un conocedor de la zona. Estimó que, desde la ruta, el tramo a transitar sería de unos 10 kilómetros. “Depende del estado del terraplén de la vía que suele socavarse y de cómo estén los senderos”, agregó la fuente, que releva a diario ese sitio inhóspito.
“Si venís caminando y no llovió, podés pasar. La vía, que viene bajando por Cabeza de Buey, te puede llevar a Bahía tranquilamente. Pero si te salís de la vía, te encontrás con matorrales de hasta dos metros y te podés perder, si no conocés”, advirtió por su parte Silvio Sabbatini, quien integra el grupo de amigos autodenominado Gente del Barro, conocedora como nadie de la zona.
Con sus buggies adaptados, colaboraron con los rastrillajes previos a la aparición del cuerpo y para sacar a los vehículos de las fuerzas federales que quedaron atrancados en el lodo. “Ya con una capa de cinco centímetros se complica hasta para caminar. No hay nada de arena, todo es barro de marea y cangrejal. Al pisar, hace ventosa y la zapatilla, no la sacás más”, explicó.
Como un “sistema natural de gran dinámica y muy importante diversidad biológica” define al estuario Jorge Marcovecchio, uno de los científicos que más ha investigado la zona. Un trabajo suyo destaca que las oscilaciones de mareas de hasta 4 metros y los vientos predominantes del Noroeste crean una fuerte corriente que hace indefinida la costa sur del estuario.
Allí hay un gran número de islas e islotes y la zona interior de la bahía, que se continúa por el Salitral de la Vidriera, contiguo a la rotonda de las rutas 3 y 22, está conformada por numerosos canales. “Pueden llegar a tener hasta 3 o 4 metros de profundidad. La marea sube muy rápido y te cierra la salida. Hay lugares donde diste un paso y te vas para abajo”, describió Sabbatini a Clarín.
El baqueano explicó que en pleamar “el agua entra por todos lados” y cuando hay sudestada, no baja, al acumularse las mareas. “Ahí nadie entra. Algunos, se han quedado de noche, hasta que baje”, contó. Sin luz solar, el sitio puede convertirse en una trampa.
“Cuando se llena de agua, no hay referencias, las luces se reflejan y si seguís derecho, te caés adentro de cualquier canal”, advirtió el hombre. Dijo que en algunos sitios, no hay señal de celular y para salir se deben guiar por referencias cercanas.
"Durante la bajamar quedan expuestas planicies de marea con sedimentos predominantemente de tipo limo-arcillosos y excepcionalmente limo arenosos”, describe una tesis, en la que participó, como consejera, la doctora Nora Irene Maidana.
La mujer integra el laboratorio de Diatomeas Continentales del Conicet y fue una de los cinco expertos convocados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para realizar la autopsia al cadáver de Facundo, que determinó una muerte por asfixia por sumersión y no detectó golpes en lo que quedó del cuerpo del joven.
Maidana concluyó que las diatomeas o algas microscópicas halladas en su médula ósea coincidían con las muestras de agua y sedimentos tomadas en el estuario. “Es altamente indicativo de que se trata del medio en el cual se produjo la muerte”, estableció el estudio biológico citado por el EAAF, en el informe entregado a la jueza María Gabriela Marrón.
A dos meses del hallazgo del cuerpo, una consigna de la Prefectura Naval Argentina impide todavía acceder hasta el sitio donde lo divisaron tres pescadores. El retén está sobre la vía, a unos 20 minutos de caminata hacia el mar, al que se llega a través de un laberinto de caminos, donde pueden verse numerosos elementos arrastrados por las corrientes, como viejas embarcaciones, ropa o envases.
El fiscal Santiago Ulpiano Martínez y las querellas requirieron la colaboración del Instituto Argentino de Oceanografía, que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Sur y del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible, para estudiar la zona. “No hay resultados aún. Todavía se está formando el equipo que va a actuar”, dijo a Clarín una fuente del equipo fiscal.
Aún después del informe de la autopsia, los abogados de la querella particular siguen descreyendo del relato de la testigo y de la posibilidad de que Facundo haya llegado por su cuenta al sitio de Villarino Viejo. “Es imposible que una persona por sus propias facultades pueda permitirse caminar en ese lugar u opte por hacerlo. Este cuerpo no llega de manera voluntaria ahí”, opinó Luciano Peretto.
Junto a su colega Leandro Aparicio, recordaron que al día siguiente del hallazgo del cadáver por tres pescadores, advirtieron a los investigadores sobre la huella de un vehículo vista en el sector. “Llegaba exactamente hasta el lugar donde se encontró el cuerpo boca abajo”, precisó Peretto.
Descartaron igualmente que fuera reciente o que haya sido producida por el personal de las fuerzas federales que inspeccionó el sitio, después de la marcación por parte de los testigos.
“O lo trae la marea o lo plantan en este lugar, pero lo mataron antes”, plantearon como única opción los abogados sobre la aparición del cadáver. El posterior hallazgo de otros restos óseos humanos en las costas de Cola de Ballena ahondó las dudas de la querella particular. "Estamos ante un cementerio clandestino de la Bonaerense en esa zona", denunció Aparicio.
Cristina Castro (42), mamá de Facundo, no tiene dudas: "Por sus propios medios nunca llegó ahí". Y advirtió: "Siempre lo dije, tengo la certeza de a que a mi hijo lo mataron y lo mató la Policía".
EMJ
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Gabriel Bermúdez, Facundo Astudillo Castro: la zona donde hallaron el cuerpo, una trampa para desconocidos, 15 octubre 2020, Clarín. Consultado 15 octubre 2020.
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