La pérdida de las masas heladas añadiría casi otro medio grado a la temperatura mundial.
por Miguel Ángel Criado
Que el calentamiento global está derritiendo buena parte del hielo que hay en el planeta es ya una verdad científica: el Ártico se hiela cada vez menos, Groenlandia pierde masa helada a ritmos no registrados en milenios, la parte occidental de la Antártida ya ha entrado en una fase de inestabilidad y los glaciares de las grandes cordilleras menguan desde hace décadas. Ahora, un estudio plantea que tanto deshielo podría provocar un aumento extra de las temperatura, generando por tanto más calentamiento global. Todo un círculo vicioso.
Científicos del Instituto Postdam para la Investigación del Cambio Climático (PIK, en Alemania) han partido de ambos hechos, el calentamiento global iniciado con la Revolución Industrial y acelerado desde finales del siglo pasado y el deshielo generalizado, para estudiar como el uno retroalimenta al otro. Basados en los datos acumulados, proyectaron esta conexión hacia adelante con un modelo climático en distintos escenarios según la concentración de CO₂ en la atmósfera, que en la actualidad ronda las 416 partes por millón de volumen de aire. Sus resultados acaban de ser publicados en la revista científica Nature Communications.
Según sus estimaciones y sin cambios en el CO₂, el deshielo masivo de la criosfera subiría las temperaturas en 0,43º. Esa es la media global. En las regiones heladas, sería mucho mayor. Así, en Groenlandia y la Antártida occidental, el termómetro subiría hasta 5º. Mientras, en torno al ecuador apenas lo haría en 0,2º.
Estas diferencias se deben a la amplificación térmica que provoca el calentamiento en las partes heladas del planeta. La física del deshielo inicial es básica: a más temperatura, menor masa helada. Pero el proceso se ve retroalimentado por la perturbación que introduce el calentamiento en otros componentes del sistema. El más alterado es el llamado efecto albedo, la capacidad de las superficies de rebotar la radiación solar incidente. La nieve y el hielo devuelven al espacio la mayor parte de la luz (y el calor) que reciben. Pero al desaparecer, el rebote mengua. Este proceso es especialmente importante en el Ártico, donde el blanco deja paso a un océano oscuro que atrapa el calor. Pero también se produce allí donde la tierra queda al desnudo.
“Principalmente las regiones donde se concentran las masas de hielo y se produce la pérdida de hielo son las afectadas por cambios de albedo”, dice en un correo el investigador del PIK y principal autor del estudio Nico Wunderling. “En especial, es el caso de la región del Ártico y Groenlandia, pero también de la de la capa de hielo de la Antártida occidental”, añade.
Además de los cambios en el albedo, otros elementos alterados son la temperatura en la columna atmosférica (el gradiente térmico en vertical del aire), la formación de las nubes y la presencia de vapor de agua, “un gas de efecto invernadero en sí mismo”, recuerda Wunderling.
“No es algo que vaya a producirse mañana. Las masas heladas del planeta son enormes, lo que las convierte en claves para el sistema Tierra en su conjunto, por lo que su respuesta al cambio climático antropogénico se produce en escalas temporales muy grandes”, aclara la líder del grupo de investigación Ricarda Winkelmann. “Pero aunque los cambios necesiten de cientos o miles de años para manifestarse, es probable que nosotros los iniciemos en apenas un par de décadas”, añade.
Esas dos décadas, incluso menos, es el lapso que muchos científicos mencionan para el deshielo completo del Ártico durante el verano. Si es así, además de las consecuencias ecológicas locales y globales, la temperatura subirá 1,5º en la región ártica y 0,19º a escala global. Este aumento local reducirá de nuevo el albedo, generará aún más deshielo en las partes terrestres cubiertas por el hielo de Siberia, Canadá o Groenlandia, lo que bajará aún más el albedo, retroalimentando el calentamiento y vuelta a empezar.
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Fuente:
Miguel Ángel Criado, El deshielo provocado por el calentamiento global aumenta el calentamiento global, 27 octubre 2020, El País.
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