Cien
investigadores alertan sobre la situación de los pueblos originarios
ante la pandemia. Los problemas más graves son la falta de acceso a
la salud, agua y alimentos. Violencia, discriminación y modelo
extractivo.
por
Darío Aranda
La
Covid-19 y la cuarentena agravaron todos los aspectos de vida de los
pueblos originarios de Argentina. Es una de las conclusiones de una
investigación inédita, en la que participaron más de cien
académicos de doce universidades públicas. Afirman que en los
últimos meses se agravaron los desalojos, la violencia y, destacan,
la ayuda estatal no llega en tiempo ni forma. Recuerdan que las
comunidades indígenas tienen dificultades para acceder a la salud y
hasta para hacerse de agua para consumo. Puntualizan sobre las
consecuencias del extractivismo y del genocidio que aún no tuvo
reparación.
Más
de cien académicos de treinta grupos de investigación (muchos de
ellos del Conicet) acaban de publicar el trabajo “Efectos
socioeconómicos y culturales de la pandemia Covid-19 y del
Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) en los pueblos
indígenas en Argentina”, donde se describe en detalle la situación
de las comunidades originarias de las regiones Metropolitana,
Pampeana, Noroeste, Noreste, Cuyo y Patagonia.
“Esta
coyuntura agrava la situación de desigualdad socioeconómica, la
irregularidad en la posesión de las tierras que habitan, la
histórica invisibilización, estigmatización y, en ocasiones,
criminalización asociada a su condición sociocultural”, afirma la
investigación. Y advierte sobre la “profundización y exacerbación
de situaciones de racismo, discriminación, violencia verbal y física
hacia los integrantes de los pueblos originarios, a través de
acciones arbitrarias, y/o graves abusos por parte de funcionarios de
diversos organismos públicos, instituciones sanitarias y/o fuerzas
de seguridad”.
Señala
que el ASPO es una medida “necesaria para evitar la expansión del
virus”, pero remarca que la consecuencia inmediata fue “la
paralización del empleo y una abrupta retracción de los ingresos de
los integrantes de los pueblos indígenas, en gran medida informales,
influyendo radicalmente en su economía comunitaria (...) los pueblos
indígenas son los sectores en mayor situación de precariedad
estructural tanto socioeconómica como cultural y los que sufren en
mayor grado los efectos de la pandemia y el ASPO”.
El
trabajo, de 500 páginas, aborda la coyuntura, pero también realiza
una clara vinculación del presente con aspectos estructuras que
afectan a los pueblos originarios: “Muchas comunidades ya venían
siendo afectadas por situaciones vinculadas a dinámicas
extractivistas en los territorios, como la expansión de la frontera
agraria con los consiguientes desmontes, el uso de agrotóxicos, la
megaminería y la explotación de hidrocarburos, entre los
principales, con fuertes efectos ambientales, epidemiológicos y en
sus condiciones de vida en general”. Los investigadores cuestionan:
“Paradójicamente son esas actividades las que se encuentran entre
las exceptuadas del cumplimiento del aislamiento social, preventivo y
obligatorio (ASPO) en Argentina, por tratarse de actividades
definidas como esenciales”.
Respecto
a los problemas vinculados a la alimentación, resalta que en muchas
comunidades se consume agua de pozo o reservorios contaminados, que
generan diversas enfermedades. Señalan dificultades para acceder a
la entrega de mercadería que realizan instituciones oficiales y el
“desmedido aumento” de precios de los alimentos. Y remarcan que
se repiten casos de comunidades indígenas que tuvieron dificultades
para acceder al cobro del IFE.
El
informe precisa recomendaciones para mejorar la situación de las
comunidades. Comienza por la exigencia del “efectivo cumplimiento
de los derechos de los pueblos originarios” previstos en la
Constitución Nacional (artículo 75, inciso 17), el Convenio 169 de
la OIT, legislaciones nacionales y provinciales. “Exigimos la
efectivización del derecho a la consulta de carácter vinculante y
el Consentimiento Libre, Previo e Informado, previsto en las diversas
normativas”, remarcan e instan a, de forma urgente, generar
mecanismo de participación para las organizaciones indígenas.
La
investigación retoma un reclamo histórico de las organizaciones
indígenas: “Consideramos necesario que el Estado Nación repiense
(o quizás inaugure) nuevos formatos en el vínculo que
históricamente ha tenido con los pueblos originarios. Esto implica
discutir y tomar una posición clara frente a una historiografía que
sistemáticamente ha negado su presencia misma y, desde ya, el
genocidio hacia los pueblos indígenas de nuestro país”.
“La
responsabilidad del Estado (en sus diferentes niveles) en tal
genocidio es central y las consecuencias de su histórico accionar
violento no solo continúan, sino que en el contexto actual del ASPO,
como hemos visto, se agravan. Es clave diseñar una agenda pública
que implique una reparación histórica. Entendemos que debe
conformarse un fondo de reparación histórica destinado a los
pueblos originarios”, afirma la conclusión de la investigación.
Entre
las instituciones académicas que participaron de la investigación
figuran el Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de
Filosofía y Letras (UBA), el Laboratorio de Investigaciones en
Antropología Social de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo
(UNLP), la Cátedra de Extensión Rural de la Universidad del
Comahue, el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral,
el Instituto Interdisciplinario Puneño (UNCA), La Escuela de
Antropología y el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales
y Humanidades (ambos de la Universidad de Salta) y la Red del Grupo
de Estudios sobre Memorias Alterizadas y Subordinadas (Gemas), entre
otras.
Agua
y enfermedades
Todas
las campañas de prevención de coronavirus hacen hincapié en la
importancia del lavado de manos. “La falta de acceso a servicios de
agua, no solo en cantidad sino también en calidad, y de elementos
básicos de higiene limitan la posibilidad de contar con condiciones
de salubridad para hacer frente a la pandemia”, afirman los
investigadores sobre la situación indígena y puntualizan en la
inexistencia de infraestructura en las zonas rurales para el
abastecimiento de agua potable y la carencia de fuentes seguras para
el consumo (por los altos niveles de contaminación). También
precisan que los pueblos indígenas son afectados por tuberculosis,
chagas, desnutrición, anemia y parasitosis, así como enfermedades
crónicas como la diabetes y constantes gastroenteritis. “Se suma
el dengue que se encuentra en un pico estacional”, alertan. La
investigación describe que la modalidad de educación virtual casi
no existe entre las comunidades indígenas, con el agravante de que
eso ha llevado al abandono de los estudiantes indígenas. “Este
contexto ha venido a subrayar las desigualdades históricas”
respecto a los pueblos originarios, afirma el trabajo.
El
informe abarca el análisis de comunidades de los pueblos Qom, Mbya,
Moqoit, Mapuche, Guaraní, Tupí Guaraní, Avá Guaraní, Kolla,
Diaguita, Diaguita-Calchaquí, Wichí, Huarpe, Quechua, Aymara,
Nivaclé, Tonokote, Omaguaca, Tastil, Günün a Küna, Comechingón,
Comechingón-Camiare, Ocloya, Iogys, Chané, Tapiete, Chorote,
Chulupi, Sanavirón, Ranquel, Wehnayek, Atacama, Lule, Quilmes,
Mapuche-Pehuenches, Tehuelches, Mapuche-Tehuelches, Selk‘nam, Haush
y Selk‘nam-Haush.
Fuente:
Darío Aranda, Coronavirus, pueblos originarios y un genocidio sin reparación, 13 julio 2020, Página/12. Consultado 14 julio 2020.
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