Desde
alterar los ecosistemas, con la consiguiente extinción de especies,
hasta provocar inundaciones, las grandes represas son un peligro para
el medio ambiente. Aquí le explicamos por qué.
por
Sonya Angelica Diehn
A
menudo, las presas son consideradas beneficiosas para el ecosistema.
Aunque representan una fuente de energía renovable, si se las
analiza más de cerca, revelan que están lejos de ser favorables con
el medioambiente. Estos son los mayores problemas ambientales de las
megarrepresas.
1.
Alteración de los ecosistemas
El
agua es vida, y dado que las presas bloquean el agua, repercuten
tanto en los ecosistemas como en las personas. En el caso de la Gran
Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés), que
está en construcción en Etiopía y se prevé que sea la mayor
fuente de energía hidroeléctrica de África, esta preocupa a
Egipto, que teme recibir menos recursos hídricos, por ejemplo para
la agricultura.
Los
ecosistemas río abajo no solo dependen del agua, sino también de
los sedimentos, los cuales son retenidos por las grandes presas. A
medida que el material sólido se acumula en un embalse (acumulación
de agua producida por un dique), la tierra en la zona se vuelve menos
fértil, y el cauce de los ríos puede volverse más profundo, e
incluso erosionarse.
Emilio
Moran, profesor de geografía y medio ambiente de la Universidad
Estatal de Michigan en Estados Unidos, destacó la pérdida de
sedimentos de 30 a 40 % como resultado de las grandes presas.
"Los
ríos transportan sedimentos que alimentan a los peces, y a toda la
vegetación a lo largo del río. Así que, cuando se detiene el
sedimento que fluye libremente por los arroyos, lo que queda es un
río muerto".
Las
megarrepresas también suelen dejar una gran huella en la tierra río
arriba. Además de desplazar a las comunidades humanas, las
inundaciones por los embalses también destruyen a las plantas y
dejan animales muertos por ahogamiento, o sin hábitat.
2.
Reducción de la biodiversidad y extinción de especies
Las
especies acuáticas, en particular los peces, son vulnerables a los
impactos de las represas. Moran dice que la presa de Itaipú,
construida en la frontera entre Paraguay y Brasil en los años 70 y
80, resultó en la pérdida del 70 % de la biodiversidad.
Un
estudio realizado en 2018 predijo que las poblaciones de peces en el
río Mekong, en Asia, podrían disminuir en un 40 % como resultado de
los proyectos de presas, con consecuencias, no solo para la
biodiversidad, sino también para las personas cuyas vidas y medios
de subsistencia dependen de esos peces.
Los
riesgos son particularmente altos para los animales en peligro de
extinción; y no solo para las especies acuáticas. El orangután
Tapanuli, el simio más exótico, y del cual solo quedan 500
ejemplares, podría finalmente extinguirse si se completara un
proyecto hidroeléctrico planeado en Sumatra, Indonesia.
3.
Las presas contribuyen al cambio climático
A
medida que los embalses se llenan, los bosques río arriba se
inundan, eliminando su función como sumideros de carbono. A medida
que la vegetación ahogada se descompone, las plantas en
descomposición en los embalses liberan metano, un poderoso gas de
efecto invernadero. Esto hace que los embalses sean fuentes de
emisiones, especialmente los de los bosques tropicales, donde hay un
crecimiento denso. Se estima que las emisiones de gases de efecto
invernadero de los embalses ascienden a unos 1.000 millones de
toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero al año.
Y
a medida que el clima cambia, las sequías más frecuentes y
prolongadas harán que las presas capturen cada vez menos agua, lo
que se traducirá en una menor producción de electricidad. Los
países que dependen de la energía hidroeléctrica serán
especialmente vulnerables, ya que las temperaturas siguen aumentando.
Por ejemplo, en Brasil, que obtiene entre el 60 y el 70 % de su
energía de la energía hidroeléctrica, explica Moran.
4.
Las presas reducen la calidad del agua
Los
embalses atrapan los fertilizantes que corren hacia el agua desde la
tierra que los rodea. Además, en algunos países en desarrollo, las
aguas residuales fluyen directamente a los embalses. Este tipo de
contaminación puede dar lugar a la proliferación de algas, que
succionan el oxígeno del agua, convirtiéndola en ácida y
potencialmente dañina para las personas y los animales. Asimismo, el
agua estancada puede contener concentraciones minerales
perjudiciales.
5.
Las aguas residuales de las presas
Dado
que una mayor superficie del agua queda expuesta al sol, los embalses
dan lugar a una evaporación mucho mayor que el flujo natural del río
antes de que existiera la presa.
Este
efecto se agrava en las regiones cálidas, señaló Moran.
"Ciertamente, si un embalse está situado en una zona tropical
con altas temperaturas, habría mucha evaporación", dijo.
Los
embalses son también un refugio para las especies de plantas
invasoras, y los bancos de embalses cubiertos de maleza pueden dar
lugar a la evapotranspiración, es decir, la pérdida de humedad por
evaporación directa del agua en la tierra junto con la transpiración
de las plantas. Dicha evapotranspiración es seis veces mayor que la
evaporación de la superficie del agua. E incluso hay pruebas de que
las presas promueven el desperdicio creando una falsa sensación de
aprovechamiento del agua.
Entonces,
¿cuáles son las alternativas?
Aunque
algunos grupos ecologistas señalan que las pequeñas hidroeléctricas
son más ecológicas, Moran es escéptico. "Una presa es una
presa, está bloqueando a los peces y al sedimento".
Moran
señaló la necesidad de considerar no solo cómo maximizar la
producción de energía, sino también mantener la productividad
ecológica. Una opción podría ser utilizar turbinas de corriente
continua, indica. Y muchos defensores del medio ambiente están de
acuerdo en que otras energías renovables como la solar y la eólica
pueden proporcionar electricidad limpia a un costo ambiental mucho
menor.
(ee/cp)
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Fuente:
Sonya Angelica Diehn, Megadiques: cinco formas en que dañan el medioambiente, 25 junio 2020, Deutsche Welle. Consultado 27 junio 2020.
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