lunes, 29 de junio de 2020

La Argentina entró en default ambiental: a pesar de la pandemia ya consumió los recursos naturales que generó para un año

Aunque se encuentra dentro de los países que aún cuentan con reserva de biocapacidad, entendida como sus reservas en términos ecológicos, alcanzó el Día del Exceso de la Tierra más de un mes antes de lo calculado para el promedio mundial.

por Laura Rocha

La Argentina entró en default ambiental. Eso significa que, al día de hoy, el país ya consumió los recursos naturales que puede producir durante todo un año, tomando a préstamo los recursos futuros proporcionados por la Tierra. Si se hiciera una proyección, respecto de los servicios ecosistémicos para abastecer las necesidades de consumo de la población necesitaría un planeta y medio.

Estos datos, presentados ayer por la Fundación Vida Silvestre Argentina, están basados en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales que tenemos y cómo los utilizamos.

Para el mundo, el overshooting day (como se lo llama en inglés) se retrasó, respecto del año pasado tres semanas como consecuencia de la pandemia de COVID-19 que castiga al planeta desde hace poco más de seis meses.

La situación ambiental que estamos viviendo podemos compararla con pagar el mínimo de la tarjeta de crédito. Acumulamos deuda para más adelante y llega un momento en que se vuelve insostenible”, explica Manuel Jaramillo, director de la ONG.

El “Día del Exceso de la Tierra” es una iniciativa realizada por Global Footprint Network (GFN) que busca generar conciencia y señalar el exceso de velocidad con el que estamos “consumiendo el planeta”. A nivel global ese día se estima para el 22 de agosto, unas semanas después de lo que ocurrió en el 2019, pero ya teniendo en cuenta el parate de emisiones ocurrido durante la pandemia. Esta fecha se calcula a partir de comparar la suma de todas las demandas de consumo del mundo con los recursos naturales disponibles para solventar ese consumo y la capacidad de respuesta que tienen los ecosistemas para reponer esos recursos.

Uno de los costos de nuestra deuda ecológica es el cambio climático, como consecuencia de que los gases de efecto invernadero se emiten más rápidamente de lo que pueden ser absorbidos por los bosques y los océanos. La pérdida de biodiversidad, la conversión del suelo, la deforestación, la sobrepesca, la escasez de agua y de alimentos, y la contaminación también están del lado del debe en la lista.

"Tenemos una cantidad de cosas que es irracional; hay algo que está mal en nuestra cultura de consumistas que está destruyendo el planeta. Hay que demostrar que la conservación es un beneficio económico para la sociedad: la naturaleza destruida es el caldo de cultivo para las pandemias" dice Yolanda Kakabadse, representante de la ONG internacional WWF para América latina refiriéndose al impacto de las zoonosis en la vida de las personas.

Las actividades humanas y la sobreexplotación de los recursos afectan a los ecosistemas, su funcionamiento y a todas las especies asociadas, lo cual nos lleva a una reflexión urgente: la variable ambiental debe ser incluida en el desarrollo de un modelo social económico y productivo, que tenga en cuenta a la naturaleza y a las personas, para que sea justo y sostenible en el tiempo. La naturaleza nos ha dado indicadores de su capacidad de respuesta ante una reducción de nuestra huella ecológica, recordándonos que nosotros necesitamos mucho más al planeta, de lo que él necesita de nosotros”, agrega Jaramillo.

Según datos de GFN, la Argentina se encuentra dentro de los países que aún cuentan con reserva de biocapacidad -entendida como sus reservas en términos ecológicos- para producir recursos y proveer servicios ambientales, detrás de Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay. Sin embargo, hay datos alarmantes de nuestro país que dan cuenta que aún hay mucho por hacer al respecto, considerando además que a pesar de nuestra alta biocapacidad estamos por encima de la media a nivel mundial, marcando en el calendario el 26 de junio como el Día del Exceso de la Tierra en la Argentina, más de un mes antes que la fecha global:
  • Desde la sanción de la Ley de Bosques Nativos en 2007, se perdieron 3.500.000 hectáreas de bosques nativos y con ellos todos los beneficios asociados. El ritmo promedio ha sido de aproximadamente 300.000 hectáreas deforestadas por año, el equivalente a la superficie de CABA por mes. 
  • Nuestra matriz energética se basa, principalmente, en el uso de combustibles fósiles, cuya combustión emite gases de efecto invernadero y otros contaminantes a la atmósfera, que son los principales causantes del cambio climático y el calentamiento global. 
  • Se estima que de un 20 % a un 30 % de los recursos pesqueros en Argentina se descarta sin vida al mar.
La única manera de retrasar esta fecha es un verdadero cambio en nuestra forma de vida. Desde el modo que consumimos y producimos los alimentos, la forma en que nos movemos, cómo conseguimos nuestra energía e incluso en qué invertimos nuestro dinero. Si bien todas las personas podemos hacer algo para retrasar esta fecha, por supuesto también hacen falta cambios a gran escala desde los gobiernos y las empresas. Nuestro país, por ejemplo, tiene la posibilidad de aumentar los compromisos asumidos en el Acuerdo de París. Podemos plantear un compromiso mucho más ambicioso de reducción de emisiones si buscamos enfrentar realmente el problema del cambio climático. Por ejemplo a través de la inversión en políticas de eficiencia energética o energías renovables, en el transporte, en la construcción e incluso en los sectores agropecuario y forestal”, señaló Manuel Jaramillo, Director General de Fundación Vida Silvestre Argentina.

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