por
Emmanuel Hitimana
HUYE,
Ruanda, 25 may 2020 (IPS) - Cuando en 2011 Ruanda se comprometió a
reforestar dos millones de hectáreas de su capa boscosa, dentro del
objetivo mundial de restaurar 150 millones de hectáreas de bosques
degradados para 2020, había muchas dudas sobre si este país del
centro-oriental de África podría lograrlo.
Densamente
poblado y con una pequeña superficie, el país tenía muchas
limitaciones para avanzar hacia esa meta, como parte del Desafío de
Bonn, un compromiso mundial en que hasta ahora participan 44 países
y que también establece que para 2030 se hayan restaurado un total
de 350 millones de hectáreas de bosques en el mundo.
Además
de la disponibilidad limitada de tierra, en un país con una
superficie de tan solo 2,4 millones de hectáreas o 24 000 kilómetros
cuadrados, había otros obstáculos como una topografía de
pendientes pronunciadas y una de las tasas de erosión del suelo más
altas, según las Naciones Unidas.
También
perjudicaba al ambicioso compromiso hecho como que alrededor de 98
por ciento de la población usaba la leña como fuente de energía,
70 por ciento de la tierra era utilizada por la pequeña agricultura
y la diversidad de las especies era baja y las semillas de baja
calidad y poco disponibles.
Pero
ya en 2018, Ruanda, junto con Corea del Sur, Costa Rica, Pakistán y
China, fue considerado uno de los países líderes en el mundo en
reforestación, gracias a su exitoso programa de restauración de
bosques.
¿Cómo
logró el país reforestar más de 800 000 hectáreas, casi la mitad
de su compromiso original, en menos de una década?
Parte
de la respuesta radica en la reestructuración y el fortalecimiento
del Centro Nacional de Semillas de Árboles (CNSA), ubicado en Huye,
en la provincia Sur, a unos 133 kilómetros de la capital, Kigali.
El
Centro tiene la tarea de centralizar el suministro de semillas
arbóreas en todo el país, incluido el establecimiento de nuevas
fuentes de semillas, la mejora de los árboles con deficiencias de
crecimiento y la recolección y certificación de semillas.
Hasta
2014, el CNSA dependía de la Junta de Desarrollo de Recursos
Agrícolas y Animales de Ruanda y sus semillas tenían ganada mala
fama entre los agricultores y las comunidades, según recuerda
Emmanuel Nsabimana, un trabajador en el Centro, que ha plantado
árboles alrededor de Huye por más de 40 años.
Pero
todo cambió cuando ese año el Centro se convirtió en una unidad de
la Agencia Forestal de Ruanda.
Dos
años después, la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza (UICN), la Secretaría del Desafío de Bonn y el gobierno
alemán se convirtieron en los contribuyentes más importantes de las
labores de restauración del Centro.
La
UICN y la Agencia de Desarrollo de Bélgica se asociaron además como
el gobierno de Ruanda para fortalecer al Centro.
Jean
Pierre Maniriho, oficial de Restauración del Paisaje Forestal de la
UICN, explicó a IPS que esta organización que aglutina a
gobiernos, agencias estatales y organizaciones ambientales, apoya al
Centro con equipos, mejora de sus instalaciones, nuevos métodos para
producir las semillas y la rehabilitación de los almacenes donde se
cuidan hasta su distribución.
«Antes
de que llegaran los socios, muchas cosas no iban bien. Por ejemplo,
no teníamos una cámara refrigerante, lo que era malo para las
semillas. Solo éramos dos empleados, y el stock también era viejo.
Pero ahora estamos en una mejora constante”, acotó a IPS Floribert
Manayabagabo, el responsable de producción del Centro.
Manayabagabo
cree que el éxito se originó en la combinación de asociaciones que
garantizan que el CNSA cuente ahora con una buena infraestructura,
que incluye los viveros de semillas, invernaderos apropiados, un
laboratorio, una moderna cámara frigorífica y cinco empleados a
tiempo completo.
Maniriho
explica que la calidad y cantidad de las semillas son esenciales para
garantizar la sostenibilidad, satisfacer la demanda y generar
confianza entre los productores.
Actualmente,
30 por ciento de las semillas provienen del Arboreto de Ruhande, de
200 hectáreas, vecino al centro.
Las
semillas de esa plantación con fines científicos incluyen 207
especies exóticas y nativas, explica Emmanuel Niyigena, un oficial
de campo en el centro.
El
otro 70 por ciento proviene del exterior del centro, con una cantidad
significativa procedente de nueve cooperativas relacionadas con la
agrosilvicultura de Ruanda, mientras el resto se importan de la
vecina Kenia.
El
trabajo de Eric Kazubwenge, explica a IPS, es asegurarse de que las
semillas del centro nunca decepcionen.
«Normalmente
hacemos una inspección física para asegurarnos de que no estén
dañados. Luego procedemos con las pruebas de laboratorio antes de
realizar otras pruebas en el vivero donde se conservan las semillas
para asegurarnos de que no resistan la plantación del suelo»,
explicó el responsable de la inspección y regulación de las
semillas.
Para
ello se realizan múltiples pruebas continuamente para determinar
cuánto tiempo puede crecer una semilla en un vivero o cuánta
humedad necesitan para sobrevivir.
Kazubwenge
aprendió muchas de estas habilidades en Kenia, donde recibió
capacitación a través de una asociación de la UICN.
La
capacitación de Kazubwenge fue altamente técnica, pero los miembros
de las cooperativas involucradas en la cadena de suministro de
semillas también recibieron un adiestramiento específico para sus
tareas.
Al
contrario que en el pasado, «nuestro stock está (ahora) lleno de
buenas semillas en términos de calidad y cantidad, gracias a las
cooperativas que fueron capacitadas en la recolección y selección
de semillas”, dijo a IPS Janviere Muhayimana, responsable de ese
stock.
El
CNSA también garantiza que los agricultores y la comunidad reciban
la información necesaria sobre la plantación de las semillas
mejoradas.
El
trabajador Nsabimana está de acuerdo: «No hay más quejas (de los
agricultores) ya que las semillas responden bien al suelo».
Los
especialistas de la institución son optimistas sobre el futuro.
La
visión de Kazubwenge para el futuro del centro involucra incorporar
tecnologías avanzadas que le permitirán «realizar evaluaciones y
análisis genéticos porque nos brinda un conocimiento profundo sobre
la compatibilidad de las semillas de acuerdo con sus orígenes».
Maniriho,
de la UINC, ve a Ruanda en un buen camino para convertirse en un
centro regional de semillas.
«La
deforestación es un desafío global. Lo que tenemos en Ruanda es lo
mismo que está sucediendo exactamente en Burundi o Malawi”,
explicó.
Ahora
el país importa semillas de Kenia, pero en un próximo futuro podría
ser él quien exporte, consideró.
“Podemos
hacer esas conexiones que puedan alentar y fortalecer la asociación
recíproca en el suministro de semillas” y no gastar así recursos
en importarlas cuando se pueden producir internamente, destacó.
T:
MF
Fuente:
Emmanuel Hitimana, Ruanda comienza a restaurar sus bosques por el principio: las semillas, 25 mayo 2020, Inter Press Service. Consultado 27 mayo 2020.
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