Las
labores de adaptación al coronavirus nos permiten reflexionar acerca
de la crisis climática y de cuánto tenemos que hacer. Ante los
planes de EDF, empresa estatal francesa, de construir una central
nuclear en Suffolk, Inglaterra, que amenaza con destruir una de las
reservas naturales del país, es preciso considerar las consecuencias
de construírla, operarla y mantenerla en tiempos tan complicados
como estos.
por
Linda Pentz Gunter
Artículo
publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
Viene
de la primera parte.
Un vídeo de Amigos de la Tierra - Costa de Suffolk, narrado por
Fulcher, nos recuerda, a la manera de su tocaya Rachel Carson, no
asfaltar el paraíso, en palabras de Joni Mitchell.
Lo
primero que va a pasar, con mucha seguridad, es que EDF arrase con el
bosque Coronation. Y no será porque lo necesiten. Aun así, es
posible que Sizewell C nunca llegue a materializarse. Lo harán
porque quieren, para demostrar al mundo que la industria nuclear
francesa está vivita y coleando. Que avanzan a algún sitio.
Como
si no les contentara la espantosa central de Hinkley C, con dos
reactores, en Somerset, tienen que dejar claro que siguen adelante
con Sizewell también. Incluso se vanaglorian en que la construirán
más rápido y más barato.
En
la reunión de Suffolk, el Grupo de Acción Theberton &Eastbridge en Sizewell (Theberton & Eastbridge Action Group on
Sizewell) proyectó un vídeo maravilloso, hecho con un drone,
mostrando la belleza natural en Suffolk a día de hoy y la
destrucción medioambiental en la zona de Hinkley que ya ha tenido
lugar. El vídeo se puede ver aquí.
El
gobierno francés ha dicho públicamente que, sin Hinkley y Sizewell,
su industria nuclear no tiene futuro. Consideran sus proyectos en
Reino Unido como pasos redentorios, ante sus serios quebraderos de
cabeza, técnicos y económicos.
Como
leímos en el Financial Times en mayo de 2018, “Evitar retrasos en
el Reino Unido resultará crucial si EDF quiere persuadir compradores
internacionales, y a sus accionistas, por no hablar del globierno
francés, de que sus dificultades iniciales han quedado atrás”.
La
Sociedad Real para la Protección de Aves (Royal Society for the
Protection of Birds), responsable de la reserva de Minsmere, ha
expresado su preocupación al declarar que “probablemente la
energía de EDF no cumpla sus propios compromisos medioambientales”.
Pero
la organización debería estar un 100 % segura acerca de la
imposibilidad de que EDF los cumpla. Solo hace falta analizar el
historial de esta empresa, así como la sistemática despreocupación
medioambiental de todas las empresas nucleares en el globo, que
abarca los hábitats y la supervivencia de todo tipo de animales,
tanto salvajes como doméstico. Esto último lo hemos documentado en
nuestra reciente publicación 'Energía nuclear y perjuicios para animales, salvajes y domésticos' ('Nuclear power and harm to
animals, wild and domestic').
Es
justo descreer de la palabra de EDF en particular, dados los
incesantes problemas que tiene esta empresa en cuestiones de
transparencia, seguridad y en la construcción de nuevas centrales,
aún no terminadas, como Flamanville 3, en Francia, y Olkiluoto 3 en
Finlandia. Cuestiones tan básicas como el vertido de hormigón en la
base del reactor se tuvo que rehacer en Flamanville 3. La contención
de la central procedía de una fragua que falsificó los resultados
del control de calidad e instalaron piezas falsificadas; la cabeza de
la vasija es defectuosa. Y, dada la crisis del coronavirus, parte de
la mano de obra de Flamanville 1 y 2, afortunadamente fuera de red
por labores de mantenimiento, ha vuelto a sus casas. En Sellafield,
Reino Unido, un brote de covid-19 entre el personal de la planta de
reprocesamiento ha forzado su cierre.
Ojalá
quienes toman las decisiones en Suffolk abran los ojos y respiren las
caléndulas del pantano. O quizás, en medio del silencio de su
confinamiento, escuchen el canto de los escribanos palustres, o del
carricerín común, y comprendan que necesitamos salvarlos. Igual les
maravillen las acrobacias del aguilucho lagunero, o se adentren por
la noche y observen el murciélago barbastela. “Dentadas alas
contra el cielo / Como un guante, un guante negro lanzado contra la
luz”, escribió D. H. Lawrence sobre estos animales en su poema,
Bat (Murciélago), aunque al hombre no le preocuparan en particular.
Quizás
todos y todas, en medio de esta tranquilidad y verdadera
desaceleración, recuperemos el juicio un poco. Es probable que
vengan cambios climáticos para bien si dejamos de volar y conducir e
ir de cruceros y consumir sin necesidad, cambiando el funcionamiento
de nuestras industria y mejorando la calidad del aire. La llamada de
alerta viene con un precio. Pero no atenderla puede costarnos todo.
Traducción
de Raúl Sánchez Saura.
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Fuente:
Linda Pentz Gunter, Lecciones nucleares del coronavirus II, 18 mayo 2020, El Salto Diario. Consultado 21 mayo 2020.
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