jueves, 21 de mayo de 2020

Lecciones nucleares del coronavirus II

Las labores de adaptación al coronavirus nos permiten reflexionar acerca de la crisis climática y de cuánto tenemos que hacer. Ante los planes de EDF, empresa estatal francesa, de construir una central nuclear en Suffolk, Inglaterra, que amenaza con destruir una de las reservas naturales del país, es preciso considerar las consecuencias de construírla, operarla y mantenerla en tiempos tan complicados como estos.

por Linda Pentz Gunter

Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.

Viene de la primera parte.

Un vídeo de Amigos de la Tierra - Costa de Suffolk, narrado por Fulcher, nos recuerda, a la manera de su tocaya Rachel Carson, no asfaltar el paraíso, en palabras de Joni Mitchell.

Lo primero que va a pasar, con mucha seguridad, es que EDF arrase con el bosque Coronation. Y no será porque lo necesiten. Aun así, es posible que Sizewell C nunca llegue a materializarse. Lo harán porque quieren, para demostrar al mundo que la industria nuclear francesa está vivita y coleando. Que avanzan a algún sitio.

Como si no les contentara la espantosa central de Hinkley C, con dos reactores, en Somerset, tienen que dejar claro que siguen adelante con Sizewell también. Incluso se vanaglorian en que la construirán más rápido y más barato.

En la reunión de Suffolk, el Grupo de Acción Theberton &Eastbridge en Sizewell (Theberton & Eastbridge Action Group on Sizewell) proyectó un vídeo maravilloso, hecho con un drone, mostrando la belleza natural en Suffolk a día de hoy y la destrucción medioambiental en la zona de Hinkley que ya ha tenido lugar. El vídeo se puede ver aquí.

El gobierno francés ha dicho públicamente que, sin Hinkley y Sizewell, su industria nuclear no tiene futuro. Consideran sus proyectos en Reino Unido como pasos redentorios, ante sus serios quebraderos de cabeza, técnicos y económicos.

Como leímos en el Financial Times en mayo de 2018, “Evitar retrasos en el Reino Unido resultará crucial si EDF quiere persuadir compradores internacionales, y a sus accionistas, por no hablar del globierno francés, de que sus dificultades iniciales han quedado atrás”.

La Sociedad Real para la Protección de Aves (Royal Society for the Protection of Birds), responsable de la reserva de Minsmere, ha expresado su preocupación al declarar que “probablemente la energía de EDF no cumpla sus propios compromisos medioambientales”.

Pero la organización debería estar un 100 % segura acerca de la imposibilidad de que EDF los cumpla. Solo hace falta analizar el historial de esta empresa, así como la sistemática despreocupación medioambiental de todas las empresas nucleares en el globo, que abarca los hábitats y la supervivencia de todo tipo de animales, tanto salvajes como doméstico. Esto último lo hemos documentado en nuestra reciente publicación 'Energía nuclear y perjuicios para animales, salvajes y domésticos' ('Nuclear power and harm to animals, wild and domestic').

Es justo descreer de la palabra de EDF en particular, dados los incesantes problemas que tiene esta empresa en cuestiones de transparencia, seguridad y en la construcción de nuevas centrales, aún no terminadas, como Flamanville 3, en Francia, y Olkiluoto 3 en Finlandia. Cuestiones tan básicas como el vertido de hormigón en la base del reactor se tuvo que rehacer en Flamanville 3. La contención de la central procedía de una fragua que falsificó los resultados del control de calidad e instalaron piezas falsificadas; la cabeza de la vasija es defectuosa. Y, dada la crisis del coronavirus, parte de la mano de obra de Flamanville 1 y 2, afortunadamente fuera de red por labores de mantenimiento, ha vuelto a sus casas. En Sellafield, Reino Unido, un brote de covid-19 entre el personal de la planta de reprocesamiento ha forzado su cierre.

Ojalá quienes toman las decisiones en Suffolk abran los ojos y respiren las caléndulas del pantano. O quizás, en medio del silencio de su confinamiento, escuchen el canto de los escribanos palustres, o del carricerín común, y comprendan que necesitamos salvarlos. Igual les maravillen las acrobacias del aguilucho lagunero, o se adentren por la noche y observen el murciélago barbastela. “Dentadas alas contra el cielo / Como un guante, un guante negro lanzado contra la luz”, escribió D. H. Lawrence sobre estos animales en su poema, Bat (Murciélago), aunque al hombre no le preocuparan en particular.

Quizás todos y todas, en medio de esta tranquilidad y verdadera desaceleración, recuperemos el juicio un poco. Es probable que vengan cambios climáticos para bien si dejamos de volar y conducir e ir de cruceros y consumir sin necesidad, cambiando el funcionamiento de nuestras industria y mejorando la calidad del aire. La llamada de alerta viene con un precio. Pero no atenderla puede costarnos todo.

Traducción de Raúl Sánchez Saura.

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Fuente:
Linda Pentz Gunter, Lecciones nucleares del coronavirus II, 18 mayo 2020, El Salto Diario. Consultado 21 mayo 2020.

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