El
aislamiento hizo que más familias se iniciaran en la práctica, que
implica reutilizar buena parte de sus desechos. Los orgánicos se
transforman, de modo muy sencillo, en abono. Y es un aporte al
ambiente.
por
Carina Mongi
En
cuarentena y con más tiempo en el hogar, Paola aprovechó para
iniciar, junto a su hija, un rincón del patio en el que ya
transforma sus residuos orgánicos en un fertilizante natural.
“Armé
una compostera casera con tres baldes de plástico de 20 litros,
apilables, y que ocupan poco espacio”, cuenta esta docente de Villa
del Dique. Dice que le interesa, sobre todo, que la niña aprenda a
separar y reutilizar los residuos.
En
otro marco bien diferente, en su departamento de calle Chacabuco, en
la ciudad de Córdoba, Julián Bronstein (35) realiza lombricompuesto
desde hace un año y medio. “Es muy entretenido ver trabajar a las
lombrices”, cuenta. El producto que obtiene lo utiliza para
fertilizar las plantas de sus macetas y regala entre amigos y
conocidos. Ahora, en días de aislamiento, armó otra compostera
similar, realizada con cajones de plástico reciclado, para una
familia amiga. El secreto para que tenga cero olor -cuenta- es
equilibrar por mitades los residuos secos con los húmedos.
Sofía
Barbotti (28) también aprovechó para comenzar con una “materia
pendiente”. Lo hace en su cocina, también en un departamento de la
Capital. Reutilizó una botella plástica transparente de cinco
litros que en un mes se llenó. “Pude ver cómo es el proceso de
reducción, que es muy interesante, después lo pasé a una bolsa
para que en seis meses se convierta en tierra fertilizante”,
cuenta.
Una
promotora
Soledad
Sánchez (38) recuerda que cuando era niña, sus abuelos reutilizaban
los residuos orgánicos del hogar: primero iban al corral de las
gallinas y el resto quedaba en el patio. No los imaginaban mezclados
con el resto de la basura, para que los retirara el camión
recolector. Tampoco sabían que estaban haciendo compostaje:
simplemente se sumaban a un proceso natural.
Soledad
hoy es técnica en floricultura y jardinería y fundadora de Patio
Mundo, una red de emprendedores para una Córdoba más sustentable.
Ella
demuestra que el compostaje es un proceso simple que puede realizarse
hasta en un departamento sin patio ni balcón.
El
primer objetivo, más allá de la calidad del compost (un nutriente
efectivo y natural para plantas), es la reducción de los residuos y,
por ende, de los basurales. Se estima que los orgánicos suman la
mitad de los desechos domiciliarios.
“La
basura no desaparece por arte de magia, se gastan recursos para
desplazarla a otro lado”, añade. Procesar los desechos orgánicos
–asegura– es la más fácil de todas las responsabilidades que
cada persona debería asumir con lo que consume; más simple que
derivar el plástico, las pilas o los electrodomésticos en desuso.
En
pozo o en balde
Durante
esta cuarentena se incrementaron las consultas por compostaje, a esa
y otras especialistas que trabajan en el tema. La obligación de
permanecer en aislamiento en cada domicilio parece ser un buen
momento para incorporar nuevos y buenos hábitos.
Soledad
asegura que de acuerdo al espacio donde uno viva, se puede elegir
colocar los residuos en un pozo, en un cilindro de malla sima o en un
balde, tambor, u otro recipiente. Allí se deben arrojar los residuos
vegetales (verduras, frutas, cáscaras) y residuos secos (café, té,
yerba, servilletas, restos de pasto o de poda).
No
deben incluirse desechos animales, ni lácteos, ni elementos
procesados como pan, ni aceites, ni comidas ya elaboradas.
Cuando
un recipiente se completa, deben transcurrir entre tres y seis meses
(el plazo depende de si es invierno o verano), para que se convierta
en la mejor tierra negra, como abono fertilizante.
Las
lombrices californianas, aceleran el proceso a la mitad y a su vez
elaboran otro producto, el lombricompuesto, aun más rico en
nutrientes para jardinería y horticultura. Pero sin lombrices,
también se puede realizar.
Si
no hay patio de tierra, se debe optar por un recipiente cerrado, para
evitar el vertido de líquidos lixiviados, un compuesto emergente que
puede manchar el piso.
El
proceso, en todos los casos, requiere observación y paciencia. Pero
escaso trabajo.
A
una excesiva humedad, hay que contrarrestarla con material seco:
servilletas de papel, resto de poda, te o café. También hay que
utilizar material seco para tapar los residuos vegetales y evitar la
propagación de la mosca de la fruta, que puede acercarse.
Hasta
en el interior de un departamento se puede realizar, siguiendo
consejos básicos.
Soledad
destierra el mito del mal olor, que a veces desalienta la práctica.
“Los olores derivan de la pudrición con bacterias anaeróbicas,
por falta de aire. Pero nosotros buscamos la descomposición, que
sólo emana olor a tierra fresca. Es fácil hacerlo bien, y bien
hecho no genera ningún olor”, aclara.
Soledad
espera que esta cuarentena no sea una pausa sino un “reseteado”
para incorporar buenos hábitos. Generar abono y reducir a la mitad
los desechos que genera un hogar no es poco.
También,
más tiempo para recrear la huerta en el patio
“En
la cuarentena reviví mi huerta”, cuenta Miriam Suárez (60), de
Santa Rosa de Calamuchita. Muestra orgullosa los brotes de habas,
arvejas, rabanitos, zanahorias, perejiles, acelgas, lechugas y
remolachas que sembró hace algunas semanas. Los días de encierro la
empujaron a recuperar un espacio que tenía un tanto abandonado.
Rescata que trabajar la tierra la contagia de “buena energía”.
Sin
demasiados “protocolos”, realiza también compostaje en un pozo
en la tierra, y ahora también comenzó a hacerlo en un cesto de
plástico. “Nada estructurado, tiro tierra, hojas secas y desechos
orgánicos y voy revolviendo. A mí me da resultado”, comenta.
Para
la huerta hogareña, hay semillas gratis disponibles. Entre sus
diversos programas, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
(Inta) sostiene desde hace tres décadas el Pro-Huerta, que cada año
regala miles de semillas.
Pedro
Ruiz, de la Agencia Zonal de Río Tercero, del Inta, asevera que con
un terrenito de dos por cinco metros se puede comenzar. Sugiere pasar
luego a un espacio de 10 por 10. De esa forma, una familia se asegura
la provisión de verduras y de hortalizas.
Se
entregan dos kit de semillas en dos épocas del año: otoño-invierno
y primavera-verano.
Ramiro
Podversich, responsable operativo del programa en Córdoba, precisó
que se están entregando, de forma gratuita, unos 29 mil kit, tanto
fraccionadas para particulares como para medianos productores. La
pandemia trajo algunos inconvenientes a la entrega, que, de todas
maneras, se sigue realizando.
Carina Mongi, Corresponsalía Calamuchita
Fuente:
Carina Mongi, Hacer compost en casa: un hábito que sumó adeptos en cuarentena, 8 mayo 2020, La Voz del Interior.
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