Ser
negro aumenta el riesgo de envenenamiento por plomo, más que la
pobreza o una vivienda deficiente. Esta es la conclusión de un nuevo
estudio y advierte del racismo en cuestiones ambientales.
por
Ben Knight
Los
informes que indican que el nuevo coronavirus está matando de manera
desproporcionada a la población afroamericana en Estados Unidos, no
han sido una sorpresa para los investigadores en salud pública del
país. Numerosos ejemplos han demostrado durante mucho tiempo que
están más expuestos a los peligros y enfermedades ambientales que
los estadounidenses blancos. Es el caso del agua contaminada en la
ciudad de Flint, Michigan, o de los parásitos responsables de la
anquilostomiasis en la rural Alabama.
Sin
embargo, un estudio reciente avala lo que muchos dicen que es el
efecto tóxico del racismo sistemático en Estados Unidos. Se trata
de una de las amenazas más persistentes, el envenenamiento por plomo
en niños.
No
existe un nivel seguro de plomo en sangre. Incluso pequeñas trazas
de este metal pesado pueden dañar las células cerebrales. Esto es
particularmente peligroso en niños en etapa preescolar, ya que puede
perturbar su desarrollo neuronal. En general, los Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (conocido
como CDC, por sus siglas en inglés) estiman que alrededor del 2,5
por ciento de los niños de entre 0 y 6 años del país tienen un
"nivel elevado de plomo en sangre”.
En
el estudio se emplearon datos de acceso público procedentes de los
CDC, que fueron recogidos durante un período de once años a partir
de una muestra representativa. Se incluyeron miles de niños de entre
uno y cinco años. El estudio se publicó en febrero de 2020 en el
International Journal of Environmental Research and Public Health.
El
grupo de investigación encontró que los niños negros, que viven
por debajo del umbral de la pobreza tienen el doble de probabilidades
de tener niveles elevados de plomo en sangre que los niños pobres
blancos o hispanoamericanos.
El
Departamento de Sanidad CDC no ofreció ningún comentario sobre el
nuevo estudio, alegando no haber participado en su elaboración.
El
peligro de ser afroamericano
Estadísticamente
hablando, el mayor riesgo de intoxicación por plomo asociado a ser
negro persiste incluso cuando se excluyen todos los demás factores,
como la pobreza, el nivel educativo, la presencia de fumadores en el
hogar, o la calidad de la vivienda.
"Muchos
creen que los niños negros corren más riesgo porque tienen una
mayor probabilidad de ser pobres”, dice Deniz "Dersim”
Yeter, académico independiente y estudiante de enfermería en Kansas
y coautor del estudio. "Sí, la pobreza es un problema, pero
nada comparado con ser un niño negro en Estados Unidos”.
Yeter
quedó "asombrado” por los resultados del análisis. "Esperaba
un aumento marginal, algo estadísticamente significativo, pero no un
incremento de dos a seis veces mayor”, confiesa a DW. "Es
realmente obsceno”.
El
estudio contiene algunas conclusiones sorprendentes. La realidad
social de ser afroamericano es un riesgo mayor para las personas que
vivir en una casa vieja. Es decir, los niños negros que viven en un
edificio construido entre 1950 y 1977 tienen seis veces más
probabilidades de tener niveles elevados de plomo en sangre que los
niños blancos que viven en un edificio de características
similares. Los autores del estudio sospechan de un racismo
estructural. Es decir, el racismo que está arraigado en la sociedad
y que emana, por ejemplo, de las autoridades públicas y de su
interpretación de los reglamentos hacia ciertos grupos de población.
1977
es una fecha clave porque a partir de entonces Estados Unidos comenzó
a imponer restricciones legales sobre el contenido de plomo en las
pinturas. No obstante, la pintura con plomo nunca fue eliminada
sistemáticamente de los antiguos edificios. El Ministerio de
Vivienda estima que más de 3,6 millones de hogares con niños
todavía están en riesgo de exposición a este metal.
"Es
muy preocupante”, lamenta Yeter. "Y está empeorando. Se trata
de pequeñas partículas de polvo, que se respiran. Los niños tocan
todo, se tocan la boca, absorben las partículas. Antes de 1950, los
niños sufrían convulsiones e iban al hospital muriendo por
intoxicación de plomo en sangre”.
Las
consecuencias del "redlining” (o la "práctica de la
línea roja”)
Las
cifras desenterradas por Yeter no sorprenden a los trabajadores
comunitarios de las zonas donde el envenenamiento por plomo es solo
uno de los muchos peligros para la salud a los que se enfrentan los
afroamericanos.
"Solo
hay que mirar alrededor”, dice Kinzer Pointer, pastor y activista
de la salud en una comunidad predominantemente afroamericana de
Búfalo, la segunda ciudad más grande del estado de Nueva York. La
mayoría de las viviendas de la ciudad fueron construidas antes de
1978. El 40 por ciento de los niños examinados en 2016 presentaban
niveles elevados de plomo en sangre.
Búfalo
es un ejemplo claro de los efectos del "redlining”, o "línea
roja” delimitada por las entidades bancarias e incluso agencias
públicas. Es decir, de la exclusión de las minorías en los Estados
Unidos de casi todo, desde las pólizas de seguro hasta las tiendas
de comestibles, lo que ofrece una pista de cómo el racismo conduce a
una mala salud.
Pointer
cuenta que en el vecindario donde trabaja, el supermercado más
cercano con fruta y verdura fresca está a más de ocho kilómetros
de distancia. El 60 por ciento de la población no tiene medio de
transporte propio por lo que "la gente se alimenta de comida
rápida”, explica.
La
línea roja también afecta a las hipotecas, así como a la propiedad
de la vivienda. El último censo nacional mostró que tan solo
alrededor del 42 por ciento de los afroamericanos son dueños de sus
casas, en comparación con el 68 por ciento de los estadounidenses
blancos.
Rahwa
Ghirmatzion, directora de People United for Sustainable Housing en
Búfalo, una organización que promueve una vivienda asequible
cumpliendo con los criterios medioambientales, explica que cuando los
inquilinos reciben una carta de las autoridades sanitarias
advirtiendo que su edificio está contaminado, "se espera que se
muden o que el propietario de la casa arregle el problema”.
Enfrentarse
al propietario puede ser más difícil para los negros. Un estudio de
2012 en el American Journal of Sociology mostró que los
afroamericanos se enfrentan a tasas de desalojo desproporcionadamente
más elevadas que los blancos con los mismos niveles de ingresos.
Asimismo, mudarse voluntariamente puede significar romper el contrato
de alquiler y perder la fianza, lo que hace aún más difícil
costearse una casa sin plomo.
Ciego
al color de la piel
Según
David Rosner, coautor del libro "Lead Wars” ("Guerras de
plomo”), publicado en 2014 , que traza la historia del
envenenamiento por plomo desde la Segunda Guerra Mundial, el racismo
siempre ha sido una de las razones por las que se ha tolerado el
envenenamiento por plomo.
Rosner
explica que, después de la guerra, la Asociación de Industrias del
Plomo (del inglés, Lead Industries Association, LIA) incluso trató
de culpar a los padres negros por dejar que sus hijos comieran
pintura. En una carta de 1956, la LIA argumentó al gobierno que el
envenenamiento por plomo era un problema de "educación de los
padres, pero la mayoría de los casos se dan en familias negras y
puertorriqueñas”, y se preguntaba "¿cómo es posible abordar
esto?”
Yeter
y sus colegas quieren mostrar con su estudio que el racismo oculto y
estructural puede ser igual de peligroso que el racismo abierto, y
que un examen de salud pública que no incluye el color de la piel
como factor, solo empeora el problema.
Actualmente,
organizaciones como la Academia Americana de Pediatría recomiendan
la realización de exámenes para determinar el nivel de plomo en
sangre de los niños cuando viven en edificios antiguos o pertenecen
a una determinada clase social. Según Yeter, si se ignora el color
de la piel, las autoridades no son capaces de ver la discriminación
generalizada.
"Ignorar
el color de la piel como uno de los principales factores de riesgo
excluye a muchos niños negros de la asistencia comunitaria, regional
y estatal”, explica Yeter. Y añade: "actuar como si no
hubiera políticas detrás de los riesgos a los que se expone la
gente, las causas que provocan esta situación o cómo resolverla es
algo político”.
(ar/jov)
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Fuente:
Ben Knight, El envenenamiento por plomo revela el racismo ambiental en EE.UU., 6 mayo 2020, Deutsche Welle.
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