Las
medidas de aislamiento preventivo y el parate de la economía mundial
nos han mostrado que la naturaleza puede olvidarse rápidamente de
las intenciones de nuestra humanidad. Vivimos sujetos a las normas
impuestas por el sistema económico neoliberal dominante que
incluyen, entre otras cosas, acomodar y explotar nuestro entorno a su
antojo sin tener en cuenta el desequilibrio ambiental permanente que
esto provoca.
por
Manuel de Paz y Juan Cabrera
En
el último mes y pico se ha registrado la presencia de animales
salvajes en las pequeñas, medianas y grandes ciudades, en el mundo y
en Argentina (1). Pingüinos en Madryn, Lobos marinos en Mar del
Plata, gato montés y ciervos en Bariloche. También han aparecido
animales en lugares agrestes con circulación humana como el leopardo
de las nieves en el Tibet (2) o el lobo gris europeo que se creía
extinto en el norte de Francia (3). Una playa de India se ha poblado
de tortugas durante el día por primera vez en muchos años, dado que
la afluencia masiva de turistas provocaba que el desove se produzca
de noche (4). En distintas partes del mundo los especialistas indican
una disminución de la polución (contaminación originada por la
actividad humana). Los canales de Venecia cristalinos, que la
cordillera del Himalaya o el Monte Kenia puedan verse desde lejos
después de décadas o que aparezcan delfines en el Sena son otros
ejemplos (1, 3). En Argentina, la CONAE ha detectado cielos más
limpios en nuestros grandes conglomerados urbanos como Córdoba,
Santa Fé, CABA y AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) (5).
Todo esto es reflejo del parate de actividad humana debido a la
pandemia. Especialistas barilochenses de medioambiente nos indican
que esta situación inédita es como un experimento a escala mundial
que nos permite ver la magnitud de las consecuencias de la presencia
humana sobre nuestro entorno (6).
Bien,
ahora un par de reflexiones. Durante el último mes y medio de
aislamiento preventivo (coloquialmente llamado cuarentena en
Argentina) hemos leído y escuchado en redes sociales y en los
distintos medios de comunicación, testimonios de las distintas
sensaciones que nos genera ver escenas en las que la naturaleza
avanza sobre nuestras construcciones, las mismas con las que nosotros
avanzamos previamente sobre ella. La noción del ambiente, en general
no nos comprende, avanzamos sobre el ambiente como si no viviéramos
en él. El ambiente no solo es lo que nos rodea, sino que también es
el lugar en el que emplazamos nuestros hogares y nuestras ciudades,
aunque esta noción se torna mucho más clara en las zonas rurales o
en las zonas de transición entre lo urbano y lo rural.
Por
un lado, uno podría mirar con optimismo estas señales y pensar que
una conciencia ecológica invadirá al mundo en el marco de un cambio
radical de la normalidad. Algo de esto puede suceder, pero es
inocente pensar que ese proceso se pueda dar de la noche a la mañana,
que cuando este proceso inédito para nuestra generación termine, no
vamos a salir de vacaciones como antes. También es inocente pensar
que la actividad turística se va a reconvertir y que mágicamente
tendrá en cuenta el grado de intervención que tenía hasta hace dos
meses. Por otro lado, el ser humano modifica su entorno para su
comodidad, pero la diferencia con otros seres, es la conciencia que
tiene de su poder y de la magnitud de los cambios. En este sentido,
está ocurriendo algo que solo vimos en las películas fatalistas de
pandemias en las que se muestran imágenes de lo rápido que la
naturaleza puede olvidarse de nuestra idea de acomodar nuestro
entorno. Cuando la humanidad comience a retornar a la actividad
cotidiana, sencillamente veremos lo rápido que retorna la polución
y los animales salvajes se van espantados de las ciudades.
Dicho
esto, creemos que es necesario generar conciencia. Que todes nos
demos cuenta que formamos parte de nuestro entorno y que de su
cuidado depende nuestra supervivencia. Quizá ello implique que lo
que no pueda sobrevivir es nuestro estilo de vida, la forma en que
nos relacionamos con la naturaleza, de dónde obtenemos nuestros
alimentos, etc. La pandemia y el parate que esta conlleva nos muestra
que la situación no es la misma en todos los países y que dentro de
un mismo territorio, las asimetrías e inequidades llevan a que haya
personas que la estén pasando muy mal, que viven el día a día. Las
crisis siempre las sufren los más vulnerables, y esta es la panacea
de las crisis de nuestro tiempo. Sobrevuela la esperanza de que
ocurra un cambio radical en el modelo económico a nivel mundial, lo
que no implica necesariamente un cambio positivo en el modelo de
desarrollo que nos acerque a una situación de mayor equidad y
entendimiento con nuestro entorno.
Ni
neoliberal ni comunista… ¿Tercera posición?
Argentina
es una isla en Latinoamérica y el mundo, por ser uno de los pocos
países que enfrenta tamaña crisis con un gobierno no-neoliberal. El
propio Noam Chomsky plantea en una entrevista con EFE que esto es
"otra falla masiva y colosal de la versión neoliberal del
capitalismo”. Pero a la vez plantea que “esto nos podría llevar
a estados altamente autoritarios y represivos que expandan el manual
neoliberal incluso más que ahora. Recuerde: la clase capitalista no
cede. Piden más financiación para los combustibles fósiles,
destruyen las regulaciones que ofrecen algo de protección... En
medio de la pandemia, en Estados Unidos se han eliminado normas que
restringían la emisión de mercurio y otros contaminantes... Eso
significa matar a más niños estadounidenses, destruir el medio
ambiente. No paran. Y si no hay contrafuerzas, es el mundo que nos
quedará (7)”. En este contexto, es de esperar que los países
centrales replieguen sus industrias esenciales a sus propios
territorios e intenten profundizar la reprimarización de la economía
de nuestros países. El propio Trump y sus asesores han dicho
públicamente que nunca más una crisis de esta magnitud los puede
tomar dependiendo de insumos esenciales que provengan de otros
países. Lo mismo han dicho, quizás no tan explícitamente, líderes
de otras potencias. Eso supone repliegue de sus industrias que tengan
agregado tecnológico y la apropiación de los bienes naturales de
otros países, sea por la vía económica o por la fuerza militar. Es
obvio que esto no implica un cambio hacia un mejor entendimiento con
nuestro ambiente, sino todo lo contrario, un salto hacia adelante en
el conflicto. Estar rodeado de gobiernos de derecha represores y
alguno con tintes dictatoriales, no es el mejor escenario para
nuestro país.
Por
suerte, en Argentina la apuesta fuerte a un cambio de modelo se
expresó en las urnas el octubre pasado. El rumbo hacia un desarrollo
inclusivo estaba empezando a esbozar, en tanto se reconstruía lo
destruido por modelo neoliberal encabezado por Macri. Puede haber
debate sobre la profundidad de los cambios que se venían dando, pero
el cambio de rumbo con la pandemia es ahora innegable. Que el Estado
esté privilegiando la salud, la ciencia y la tecnología es un
cambio rotundo respecto a la gestión anterior. Ni hablar del rol del
Estado Nacional en el manejo de la economía, que se constituye hoy
en el actor central, distribuyendo el Ingreso Familiar de Emergencia
llegando a 8 millones de personas (casi el 20 % de la población),
asistencia para el pago de salarios a empresas privadas, pymes y no
tanto, inyectando más recursos a las AUH y al plan alimentar. A ello
se suma el esfuerzo de las provincias y municipios en la medida de
sus posibilidades. Estas son, lamentablemente, medidas paliativas que
se tornan imprescindibles debido la histórica distribución
asimétrica de la riqueza en nuestro país, de la falta de equidad,
de la necesidad de unos pocos de acumular fortunas incalculables y de
su caradurismo a la hora de negarse a aportar un pequeño porcentaje
para que los más vulnerables la pasen un poco mejor… La pandemia
no está haciendo más que clarificar las opciones para quienes
creemos que el modelo económico liberal no es el camino. O se
profundiza un modelo de desarrollo nacional con inclusión social o
se vuelve a la dependencia. Está claro que el gobierno ha elegido la
primera de las opciones, pero no son pocos los obstáculos ni los
enemigos, internos y externos.
Las
piedras en el camino se pueden saltar
Sin
embargo, no hay que desconocer que la profundidad de los cambios no
deja de tener contradicciones hacia adentro del gobierno y de la
sociedad. El relato del poder fáctico de nuestro país sigue estando
fuerte en los medios de comunicación hegemónicos. La tregua post
asunción del nuevo gobierno y después de casi dos meses de
cuarentena, se está terminando. Cada vez son más las declaraciones
en contra de las medidas que el presidente ha tomado para proteger a
la población (con resultados positivos evidentes), incluso en el
marco de la comunicación de un programa paulatino de puesta en
marcha de la economía y el retorno a las diversas actividades
productivas. De más está decir que con los protocolos y cuidados
necesarios para continuar protegiendo la vida de los más vulnerables
ante esta enfermedad.
En
definitiva, la profundidad y velocidad de los cambios está en
disputa y es preciso empujar con fuerza para que sea en el sentido de
la inclusión social y del cuidado del ambiente. Recientemente se lo
ha escuchado al presidente Alberto Fernández afirmar que cuando
algunos planteaban la transición hacia combustibles alternativos,
los Trump contestaban que le PBI mundial caería un 4 %. Hoy debido a
la pandemia de COVID-19 ya ha caído el 10 %. El presidente afirma
que la nueva realidad obliga a rediscutir el paradigma dominante
basado en los combustibles fósiles, que si estuviera actualmente en
discusión, serían otros los números de inversiones en el
desarrollo de nuevas tecnologías. Asimismo, como mencionamos antes,
está el repliegue industrial de las grandes potencias en las
actividades que impliquen alta tecnología.
En
Argentina, tenemos la oportunidad de cambiar la escala de desarrollo,
de transformar el modelo actual que se basa en grandes explotadores
de recursos naturales que se fugan las ganancias al exterior y dejan
sólo las migas para repartir en el país. En su lugar, pequeños y
medianos emprendimientos locales pueden reemplazar la producción de
los grandes consorcios a una escala menor, local, que genere el mismo
o más trabajo, pero en otras condiciones y con otra distribución de
la riqueza natural de nuestra tierra y nuestras aguas. La producción
de hortalizas y frutas en el cinturón hortícola platense o en el
cordón más alejado del conurbano bonaerense es un ejemplo. Allí,
la suma de pequeños productores de la agricultura familiar produce
el 70 % de lo que se consume en los grandes centros urbanos del país.
Lo mismo podría fomentarse para otras actividades extractivas como
la minera y la pesquera, donde la intervención del estado en el
balance de las asimetrías entre pequeños y grandes es muy
necesaria.
El
camino es el desarrollo de capacidades locales para el
aprovechamiento de esos bienes naturales, y eso implica una
vinculación e importancia distinta (mayor) que debe darse a las
consecuencias socio-ambientales de esas actividades. La imposibilidad
de caer en la tentación de aceptar condiciones foráneas quizás
facilite este camino, aunque no deja de haber presiones internas que
dificultan el camino. La apuesta fuerte a la generación de ciencia y
tecnologías propias, con la participación continua con la sociedad,
puede ser la clave para evitar los desvíos del rumbo elegido. Un
ejemplo es el litio, un recurso estratégico. En este caso, la
creación de una empresa de mayoría estatal garantizaría la
explotación y uso racional de ese bien natural. Además, el agregado
de valor en nuestro territorio en base a procesos de innovación
soberanos ya en marcha (8) podría financiar el desarrollo nacional
de baterías de litio o de materiales y compuestos de alto valor
agregado que no se producen en la actualidad. Tenemos el 70 % del
litio de mundo y lo exportamos sucio, y barato. Lo mismo podría
pensarse para un flota mercante y pesquera soberana y el agregado de
valor a partir del conocimiento con proyectos como Pampa Azul. Es
necesario también romper la dicotomía entre creación de empleos y
riqueza versus ambiente.
Hay
numerosos ejemplos, incluso con planes incipientes en marcha, de
actividades sustentables económica, social, laboralmente hablando,
como planes de restauración ambiental, bioenergía, agroecología,
reciclaje, entre otras. Potenciar esas alternativas con fuertes
incentivos desde el Estado puede traer muchos frutos inclusive a
corto plazo. El incremento de la inversión en la agricultura
familiar y agroecológica (en investigación y en producción), la
mayor inversión en Ciencia y Tecnología (CyT) en general y la
vuelta del Ministerio, el incremento de las retenciones agropecuarias
segmentadas por tamaño de productor y a otras actividades
extractivas, los cambios en las compras de alimentos por parte del
Estado, incluyendo a PYMES y organizaciones de productores, la
designación del referente de la Unión de Trabajadores de la Tierra
(UTT) en el Mercado central y la jerarquización del área ambiental
a Ministerio son otras señales a favor del cambio de modelo.
En
el mismo sentido están los proyectos gubernamentales de
deslocalización de fábricas y viviendas en las ciudades más
pequeñas y fuera de las grandes urbes. Este tipo de políticas no
solo tienden a disminuir la aglomeración y el hacinamiento, también
serían beneficiosas ante la situación provocada por el coronavirus
y además son más amigables en un sentido socio-ambiental.
La
transición hacia otro modelo productivo debe ser financiada por las
actividades extractivas productivas actuales y es obvio que no es un
rumbo rápido exceptuado de disputas y contradicciones. Por lo
pronto, el impuesto a la riqueza que se proyecta es una buena señal,
el pacto de algunos sectores para bajar salarios es una mala. En una
reciente nota Mempo Giardinelli pone negro sobre blanco en los
intereses que es necesario tocar para que la riqueza de nuestro suelo
quede en nuestro territorio y para nuestra gente (9).
La
principal fuente de ingresos del país proviene de la exportación de
productos agropecuarios, su exportación está totalmente
privatizada, sin control estatal y en su mayoría en manos
extranjeras. Es evidente entonces que es estratégico que el Estado
recupere un rol preponderante en este ámbito. En diciembre pasado,
planteamos en la nota Ambiente y medio (10) que el nuevo paradigma de
desarrollo se resumía muy bien en las conclusiones del Encuentro
Nacional de Ciencia y Universidad (11) y el Foro Agrario del año
pasado (12). Allí se propuso construir la idea de lo agrario más
allá de lo productivo, es decir, que incorpore su valor para la
restauración de ambientes, la función alimentaria, su influencia en
el desarrollo industrial, su potencia para sostener o recuperar el
arraigo y el desarrollo en los territorios. Además, será
protagonista la agricultura familiar campesina e indígena y se
priorizará la agroecología, la democratización de la tierra y de
la comercialización. Basta de repetir la mentira de la producción
de alimentos para 400 millones de personas. Solo de granos no se
alimenta la población.
En
ese sentido se propuso en el Encuentro Nacional de Ciencia y
Universidad elaborar nuevos parámetros contrahegemónicos para medir
o evaluar la productividad y desarrollo agrario, dejando de lado los
valores del neoliberalismo en el agro, teniendo en cuenta la
sustentabilidad social y ambiental. La presencia del Ministro de CyT
y otros flamantes funcionarios en este Encuentro y en la presentación
de los 21 puntos del Foro Agrario fue una clara señal de las ideas y
los sectores que apoyaría la nueva gestión (1, 3), ello sumado a la
mención de la importancia de la agroecología en la producción de
alimentos y del uso del suelo en el discurso de asunción del
presidente. En este sentido, las acciones que viene llevando a cabo
el Gobierno Nacional, algunas de las cuales mencionamos en este
texto, ratifican ese rumbo elegido.
Falta
un largo camino por recorrer y no está para nada claro cuál será
la senda en este contexto de crisis mundial. Pero algo sí está
claro, la noción de necesidad de Estados fuertes y presentes. La
crisis también ha puesto en el centro de la escena la falta de
equidad en nuestra sociedad. Los barrios populares con alta densidad
poblacional y hacinamiento eran un problema grave antes del COVID-19,
solo que ahora no podemos mirar para otro lado. Un modelo alternativo
en el que se atiendan las necesidades de todas las personas no es
necesario, es imprescindible. Ojalá que sea parte de la nueva
normalidad, que podamos construirlo. Basta de gris oscuro, es una
lucha de toda la ciudadanía.
Manuel
de Paz y Juan Cabrera, son Doctores en Cs. Biológicas y forman parte
de Cientificxs y Universitarixs Autoconvocadxs Bariloche
- https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/planeta-principal-beneficiado-por-coronavirus_15325
- https://www.pagina12.com.ar/259574-el-efecto-de-la-cuarentena-fotografian-a-un-leopardo-de-las-
- https://www.rionegro.com.ar/los-animales-y-el-ambiente-son-los-unicos-beneficiados-por-el-coronavirus-1292176/
- https://www.perfil.com/noticias/coronavirus/efecto-coronavirus-el-aire-se-vuelve-mas-puro-en-los-paises-con-cuarentenas-totales.phtml
- https://www.noticiasdenavarra.com/vivir-on/que-mundo/2020/04/06/miles-tortugas-invaden-playas-vacias/1036442.html
- https://www.rionegro.com.ar/las-ensenanzas-ambientales-que-dejara-la-pandemia-en-la-region-1320556/
- https://www.pagina12.com.ar/261649-noam-chomsky-y-el-coronavirus-otra-falla-masiva-y-colosal-de
- http://www.periferiaciencia.com.ar/noticia.php?n=575
- https://www.pagina12.com.ar/265106-de-miserables-y-tareas
- https://almargen.org.ar/2019/12/21/ambiente-y-medio-el-desafio-de-un-modelo-de-desarrollo-inclusivo-con-cuidado-de-nuestro-ambiente/
- https://ffcienciayuniversidad.wordpress.com/2019/11/13/iv-encuentro-nacional-de-ciencia-y-universidad/?fbclid=IwAR08Hk-pmx99UKMxKMBRbrToRGoSXe_-0KhKGeGCScJO_ecLosj7EEXLbPc
Fuente:
Manuel de Paz, Juan Cabrera, ¿El ambiente en tiempos de coronavirus o el coronavirus en el tiempo del ambiente?, 19 mayo 2020, Página/12.
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