por
Ethel Eljarrat
MADRID,
6 may 2020 (IPS) - Es evidente que, a día de hoy, la mayor
preocupación a nivel mundial es vencer a la covid-19, evitando más
muertes y nuevos contagios. Una vez logrado este objetivo, la crisis
económica producida por esta pandemia será el asunto más
acuciante.
La
situación actual deja la problemática del ambiente en un plano muy
secundario. Sin embargo, aquellos que nos dedicamos a la
contaminación ambiental no podemos bajar la guardia.
El
parón de las actividades económicas debido a la cuarentena mundial
nos ha proporcionado buenas noticias a nivel ambiental: el saneamiento de la capa de ozono y la mejora de la calidad del aire y
de las aguas.
Sin
embargo, también se ha observado un incremento en la producción y
consumo de material plástico, sobre todo de usar y tirar. Este
aumento se da tanto en el uso hospitalario como en el uso doméstico
y probablemente irá en aumento a medida que avance el
desconfinamiento de los ciudadanos.
No
debemos olvidar que la contaminación por plásticos es uno de los
principales problemas ambientales del planeta según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA) publicado en 2019.
El
plástico para usos hospitalarios
El
plástico es un material imprescindible para los equipos de
protección individual (EPI) del personal sanitario. Las mascarillas
que utilizan, las denominadas FPP, tienen un material filtrante
constituido por un entramado de fibras plásticas que retiene los
virus.
Además
de las mascarillas, otros EPI también hechos de material plástico
son los guantes, las batas impermeables, las gafas y viseras y las
pantallas protectoras faciales.
Pero
el uso de material plástico en los hospitales no se reduce a los
EPI. Incluye también diversas piezas para equipos médicos, como
respiradores y ventiladores, jeringas de policarbonato, tubos médicos
de PVC, bolsas de sangre…
El
ejemplo de lo sucedido en España
A
causa de la pandemia, la generación de residuos hospitalarios se ha
incrementado de forma exponencial, en la mayoría de los países.
Tomando
como ejemplo lo que ha sucedido en España, por ejemplo, los residuos
generados en los hospitales de la comunidad de Asturias se han multiplicado por cuatro, estimándose en unas 185 toneladas durante
el mes de abril.
A
estos residuos hospitalarios debemos sumar también los residuos
generados en las residencias de ancianos. En la ciudad de Valencia
se han recogido 134 toneladas de residuos procedentes de 20
residencias en menos de un mes.
Todos
estos residuos no pueden ser reciclados y su destino será bien
vertederos o bien incineración. El problema se sitúa ahora en las
instalaciones de tratamiento térmico de residuos hospitalarios que
empiezan a estar colapsadas.
En
Asturias, estos tratamientos térmicos se han incrementado un 307 %.
En otras comunidades como Madrid, se ha optado por derivar parte de
estos residuos a instalaciones de residuos sólidos urbanos. En la
incineradora de Valdemingómez ya se han tratado más de 90 toneladasde residuos sanitarios desde principios del mes de abril.
Debemos
cuestionarnos el posible riesgo ambiental de estos procesos. Si no se
trabaja con las condiciones óptimas para la incineración de
residuos que poseen un elevado contenido en plástico, se pueden
generar emisiones de compuestos cancerígenos como las dioxinas y los
furanos.
Plástico
en el ámbito doméstico
Hace
unas semanas, el gobierno español recomendó a los ciudadanos el uso
de mascarillas para salir a la calle o acudir a supermercados y
farmacias.
Esta
misma recomendación se ha extendido por todo el mundo, por lo que
miles de millones de personas están utilizando mascarillas de
plástico, que además son de un solo uso. Italia, por ejemplo,
estima que necesita usar unos 90 millones de mascarillas al mes.
Lamentablemente,
ya se han empezado a ver mascarillas flotando en las playas del
archipiélago de Soko, situado entre Hong Kong y Lantau. Es el
indicativo de una mala gestión de este residuo.
Cuando
salimos a la calle también utilizamos otros artículos sanitarios de
un solo uso como guantes, geles hidroalcohólicos o toallitas
desinfectantes. Después de su utilización, mascarillas, guantes y
toallitas deben ir al contenedor de resto, por lo que tampoco
entrarán en el círculo de reciclaje.
La
pandemia de covid-19 también ha aumentado el consumo de otros
plásticos desechables como bolsas, botellas de agua, recipientes
para enviar comida a domicilio o embalajes del comercio por Internet.
Un
informe de Ecoembes, otra vez en España, señala que desde el inicio
del estado de alarma se ha incrementado 15 % la recogida de material
en los contenedores amarillos. Este aumento se debe a un mayor
consumo dentro de los hogares como consecuencia del confinamiento de
la población.
La
pandemia está cambiando muchos de nuestros hábitos cotidianos.
Ahora preferimos acudir a grandes superficies, donde todo se vende
mucho más empaquetado, para realizar una compra completa en un único
establecimiento.
También
optamos por el uso de bolsas de usar y tirar, en lugar de las bolsas
reutilizables, por miedo a que estas últimas se hayan podido
contaminar. Todo el material plástico se deshecha, sobre todo al
saber que el coronavirus puede permanecer de dos a tres días en el plástico.
Nuevos
usos del plástico durante la desescalada
Ahora
que nos enfrentamos a las diferentes fases de desconfinamiento, los
diversos espacios públicos se están preparando para evitar el
contacto entre personas y mantener las distancias de seguridad.
Se
está incrementando el uso de mamparas protectoras que actúan como
barrera física y aumentan la seguridad de clientes y trabajadores.
Estas mamparas ya se han instalado en comercios como farmacias o
supermercados y se está evaluando su incorporación en bares y
restaurantes, e incluso en el interior de los aviones.
La
empresa italiana Nuova Neon Group ha diseñado unos cubículos para
poder mantener las distancias de seguridad en las playas. Son
similares a los ya utilizados en los hospitales de campaña creados a
raíz de la saturación del sistema sanitario.
Tanto
las mamparas como los cubículos se fabrican con metacrilato, también
conocido como plexiglás. Es un material plástico transparente,
irrompible, flexible y resistente que proviene del propileno, uno de
los productos resultantes de la refinación del petróleo.
Al
igual que todo el material plástico, el empleo de metacrilato
requiere de diferentes aditivos químicos, como los retardantes de
llama o los filtros solares.
Los retardantes de llama. Estos compuestos se añaden con el fin de reducir la inflamabilidad. Se ha demostrado que son contaminantes muy persistentes en el medio ambiente y que se acumulan en los organismos vivos. Pueden tener efectos nocivos sobre ellos y sobre las personas, tales como daños neurológicos, disrupción endocrina o cáncer.
Los filtros solares. Estas sustancias, entre las que se incluyen los benzotriazoles, se aplican como protección contra la radiación UV. También son dañinos para la salud, provocan disrupción endocrina.
Las
mamparas y cubículos tienen una vida útil de unos 10 años. Pero la
realidad es que, una vez superada la crisis sanitaria, todo este
material será retirado y nos encontraremos con una gran cantidad de
residuo plástico. Deberemos ser capaces de gestionarlo
correctamente, evitando su impacto ambiental en ecosistemas
terrestres y acuáticos.
¿Un
paso atrás en la reducción del plástico?
Hasta
la llegada de la pandemia de covid-19, el 2021 parecía ser un año
crucial en la lucha contra el empleo abusivo del plástico. Sobre
todo para los de un solo uso, que deberían estar prohibidos en la Unión Europea a partir del año que viene.
Asimismo,
el 6 de marzo de este año, España se sumaba al Pacto Europeo de los Plásticos, una iniciativa con el objetivo de reducir su uso
innecesario.
La
ironía es que, hasta antes de la pandemia, la sociedad estaba
plenamente concienciada de los problemas de sostenibilidad de los
plásticos. Sin embargo, la necesidad de contener la propagación del
virus ha causado el resurgimiento del plástico como un material
indispensable.
Por
otro lado, tenemos la cuestión económica. Los precios bajos del petróleo implican que se podría fabricar mucho plástico aún más
barato.
Algunos
parlamentarios europeos así como algunos lobbies industriales, entre
ellos los transformadores de plástico, están solicitando un
relajamiento de ciertos estándares medioambientales para facilitar
la recuperación económica. Piden un retraso de al menos un año en
la implementación de la Directiva de plásticos y que se levanten
las prohibiciones de algunos artículos de un solo uso.
Es
cierto que por motivos de higiene y salud no es factible prohibir el
uso de plásticos de un solo uso mientras dure la emergencia
sanitaria. Pero es muy importante evitar que, una vez resuelta la
crisis, se produzca un mayor problema ambiental. No hay que olvidar
que la problemática de la contaminación por plásticos seguirá aún
presente.
Urge
el desarrollo de materiales alternativos a los plásticos más
biodegradables y más reciclables, así como el avance en el diseño
de nuevos aditivos químicos que sean menos contaminantes. Si a día
de hoy dispusiéramos de estas soluciones, el actual incremento del
uso de material plástico no estaría afectando tan negativamente al
medio ambiente.
Este
artículo fue publicado originalmente por The Conversation.
RV:
EG
Este es un artículo de opinión de Ethel Eljarrat, investigadora científica del Departamento de Química Ambiental del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Conzejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de España.
Fuente:
Ethel Eljarrat, Daños colaterales de la covid-19: el resurgir del plástico, 6 mayo 2020, Inter Press Service.
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