por
Daniel Díaz Romero
Sala
de Prensa Ambiental
“El
aleteo de las alas de una mariposa puede sentirse al otro lado del
mundo”. Así lo sugiere un milenario proverbio chino que insinúa
que las leyes de la naturaleza están regidas por un caos sostenido
por sistemas dinámicos e interconectados que, cada tanto, nos
recuerda la fragilidad de la especie humana.
Los
coronavirus son una extensa familia de virus causantes de
enfermedades que van desde un simple resfrío al síndrome
respiratorio agudo severo (SARS).
Hace
4 meses, la detección de un extraño caso de neumonía acompañó un
reporte proveniente de Wuhan, capital de provincia en la China
central.
Una
mariposa aleteó en un rincón de la Tierra y, desde entonces, desató
un dominó que hizo caer las fronteras geográficas ideadas por el
hombre; pieza tras pieza, la especie humana debió correr a
refugiarse del desbarajuste desatado por el “aleteo” de un virus
en los confines orientales del planeta, expandiéndose con una
velocidad extraordinaria e inusual aspereza por el resto del globo.
La
humanidad ha atravesado decenas de epidemias y se ha sobrepuesto a
pandemias, también. Claro que, en ningún caso anterior, la
civilización tuvo que enfrentar una situación tan extrema, cargada
de información, datos y paparruchadas que presagiaban la presencia
de una nueva peste: la infodemia. A lo novedoso de la pandemia se le
sumó la transmisión viral en tiempo real.
Hazlo
viral
Adrián
Díaz es profesor adjunto del Instituto de Virología “Dr. J. M.
Vanella” y responsable del Laboratorio de Arbovirus de la
Universidad Nacional de Córdoba (UNC) e Investigador Adjunto del
IIBYT-CONICET. Desde allí, estudia la ecología de las zoonosis
virales y analiza los factores que provocan la emergencia de
enfermedades virales originadas en la fauna silvestre.
En
tiempos de Coronavirus, Sala de Prensa Ambiental dialogó con el Dr.
Díaz sobre epidemias como el Dengue y pandemias como la del COVID
19: “Hay que dejar en claro que el Coronavirus -género que
contiene cientos de variedades virales- está presente en muchas
especies animales, de hecho se presenta en aves, mamíferos y humanos
también”, comienza diciendo el especialista.
Según
los registros de la Organización Mundial de la Salud, en el año
2012, se detectó un brote de Coronavirus en Arabia Saudita. Este
virus había sido transmitido por los camellos a los humanos. El
investigador del IIBYT-CONICET, refiere que “incluso hay
Coronavirus humanos que no son zoonosis; tienen origen en nuestra
especie y existen en un 2 al 5 % de la población cordobesa, desde
hace años, y circulan con sintomatología respiratoria”. Sucede
que para este Coronavirus “cordobés” existe una inmunidad de
rebaño, debido a que circula desde hace tiempo entre nosotros y, por
lo tanto, no representa una amenaza para la población. El Dr. Díaz
explica que “en cambio, el Coronavirus- SARS COV 2 que genera la
enfermedad COVID 19- es de origen zoonótico por lo que no es propio
del humano: se sospecha que su origen proviene de un murciélago o de
un pangolín. Lo que lo hace peligroso es que sea un Coronavirus
nuevo ya que nunca circuló entre la especie humana y, por lo tanto,
el 100 % de las personas somos susceptibles a infectarnos porque no
tenemos inmunidad previa”.
Tiempos
virulentos
La
humanidad ha sobrellevado diversas pandemias generadas por virus a lo
largo de la historia: la Gripe Española (1918), la del HIV-SIDA
(1981) o la Gripe Porcina (2009). Sin embargo, por vez primera
asistimos como espectadores y protagonistas, en tiempo real, a la
dispersión de un virus y a la contabilización instantánea de
casos.
¿Las
tecnologías de la comunicación tienen máxima influencia en este
contexto inédito?
“Las
tecnologías de la comunicación influyen bastante en la manera de
percibir la pandemia, porque no es lo mismo ojear las noticias cuando
me siento a leer un diario en algún momento del día, como sucedía
hace unos años, que seguir las informaciones minuto a minuto
mientras observamos cómo la infección va pasando de un país a
otro. Ese fenómeno aumenta nuestra percepción de peligro constante,
de riesgo. A eso, se suma una invasión de fake news que afecta el
estado de ánimo de la población.
Por
otro lado, influyen también aspectos que potencian la emergencia de
enfermedades y el efecto pandémico: uno de ellos es la
hiperconectividad de las actuales poblaciones humanas: si
trasladásemos el COVID 19 a la época de Colón o Marco Polo, por
ejemplo, podríamos imaginar que si las tripulaciones de los barcos
se infectaban con alguna peste adquirida en algún territorio,
inconscientemente se encontraban aisladas durante tiempos prolongados
en los océanos por lo que al llegar las embarcaciones a un nuevo
puerto, la enfermedad no se dispersaría de la manera en que lo hace
en la actualidad, los virus vuelan literalmente y en cuestiones de
horas se concreta una propagación a grandes distancias y en una
densidad poblacional muy elevada que aumenta la circulación viral en
niveles desconocidos hasta hoy”.
Desde
la década del 80 atravesamos una fase de “transición
epidemiológica” relacionada con el aumento de enfermedades
infecciosas; muchas de ellas vinculadas en su origen con la fauna,
por lo que son consideradas como zoonosis. Adrián Díaz, refiere que
“en la antigüedad, la población humana era diezmada por
enfermedades infecto-contagiosas. Luego, aparecieron vacunas,
antibióticos y el higienismo que combatieron la mortalidad causada
por gérmenes”. Pero también, con el tiempo llegó la innovación
industrial, la revolución verde, el sedentarismo, la comida
procesada y con ellos la aparición de nuevas afecciones relacionadas
con el estilo de vida moderno: padecimientos cardiorrespiratorios,
colesterol, estrés y depresión, entre otras.
La
última pandemia que experimentó la humanidad fue la del SIDA y el
HIV, hace unas 3 décadas. Al respecto, el Dr. Adrián Díaz explica
“que los estudios filogenéticos y ecológicos posteriores
determinaron que este virus estaba relacionado con otro, de origen
animal: el SIV (Virus de la Inmunodeficiencia Simia), por lo que
descubrieron que el HIV estaba asociado con un intercambio muy
cercano del hombre con los primates. Otro ejemplo más reciente de
zoonosis viral ocurrió en el año 2002, con la aparición de un
Coronavirus que provocó una enfermedad respiratoria conocida como
SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y surgió en la provincia
de Cantón, en China, desde donde se dispersó a través de 27
países. Si bien se notificaron alrededor de 8045 casos y 705
muertes, el virus no prosperó en la población humana. A aquella
enfermedad se la denominó SARS COV 1. Cuando se hicieron los
estudios para rastrear su origen caracterizando el genoma del virus,
estos análisis establecieron que estaba asociado con el Coronavirus
de un mamífero del sudeste asiático: la civeta, comercializada en
los mercados en productos cosméticos, medicinales y gastronómicos”.
Cuenta
el investigador que “otro evento similar ocurrió en Malasia, a
partir de un brote de encefalitis en humanos provocado por el virus
Nipah. Este no tuvo potencial pandémico y los estudios ecológicos
lo asociaron a murciélagos frugívoros, llamados zorros voladores,
que viven en la selva. ¿Qué había sucedido? En aquel país habían
comenzado a reemplazar la jungla por cultivos de palmeras. Esas
tierras pasaron a ser utilizadas para la cría de cerdos y entonces
los murciélagos habitaron los palmares y transmitieron el virus a
los cerdos, y estos al hombre, haciendo que se propague la infección”
explica el investigador del IIBYT-CONICET.
Desde
el punto de vista genético, Díaz explica que “si analizamos las
características biológicas de estos virus, todos son de ARN (ácido
ribonucleico que participa en la síntesis de las proteínas y cumple
la función de mensajero de la información genética); es decir que
tienen la capacidad de mutar muy rápido, adaptándose velozmente a
un nuevo hospedador; a eso le llamamos salto de especie: un virus de
ARN como el Coronavirus existe en un murciélago, el hombre se pone
en contacto con alguna secreción de ese animal, algunas partículas
virales que están en la saliva del murciélago pueden infectar y ahí
comienza todo. Con el COVID 19 -SARS COV 2- el problema estuvo en que
pudo franquear la barrera de especies adaptándose a la transmisión
humano-humano”.
El
planeta de los virus
Existen
millones de especies virales y apenas unas 100 provocan enfermedades
en el ser humano: los porcentajes que pueden afectarnos es ínfimo,
es decir que estamos expuestos permanentemente a una multiplicidad de
virus, todo el tiempo, pero la gran mayoría no nos producen
afecciones.
Por
otro lado, hay organismos que son más permisivos a la infección por
ciertos virus. Al respecto, el Dr. Díaz explica que “un ejemplo es
el virus Influenza que provoca la gripe y puede infectar a un variado
rango de especies animales: humanos, caballos, patos, cerdos,
gallinas, etcétera. Las aves pueden infectarse y albergar toda la
diversidad posible de cepas virales de Influenza, pero al humano
solamente aquellas que son específicas para su especie”.
En
el inicio del COVID 19, probablemente los médicos no supieron qué
agente infeccioso estaba causando los casos de neumonía en Wuhan, no
conocían qué tipo de Coronavirus era, entonces lo trataron de una
manera azarosa, pero ahora que ya saben qué tipo de enfermedad es,
se pueden generar antivirales para inhibir la replicación del virus
permitiendo que esa persona evolucione mejor: va a aumentar la
supervivencia y a disminuir la mortalidad. “El Coronavirus no es de
alta letalidad, aunque es más patógeno en personas mayores de 60
años y en otros grupos de riesgo”, refiere el investigador del
CONICET y agrega que “si podemos ofrecer a los adultos mayores una
cama, respiradores artificiales e ingresarlos a terapia intensiva si
es necesario, tendremos una mortalidad esperable dentro de ciertos
márgenes. En cambio, si colapsa el sistema sanitario de atención
pública y no se puede ofrecer el equipamiento que necesita un adulto
mayor en estado grave, se van a empezar a morir; pero no por el virus
directamente, sino porque no se pudo tratar la enfermedad
correctamente”, señala el Dr. en Biología de la UNC.
¿Luego
de esta pandemia tendremos defensas inmunológicas para enfrentar al
COVID 19?
El
Coronavirus, como otros virus respiratorios, infecta las mucosas del
tracto respiratorio. Es probable que existan nuevas re-infecciones
pero no tan severas como en esta primera vez; sucede con la gripe
(virus Influenza), no es el mismo de un año a otro porque todos los
años el virus muta su ARN y la respuesta inmune de los anticuerpos
no es tan fuerte: lo más probable es que el año que viene vuelva a
circular el COVID 19 y algunas personas se enfermen, pero la
sintomatología va a ser mucho más leve.
¿Qué
nos espera luego de esta pandemia?
Tendremos
que darnos cuenta de la importancia de un Estado presente y de la
necesidad de tener un sistema público de salud fuerte. También,
deberemos ser conscientes de la necesidad de mayor inversión en el
sector de Ciencia y Técnica.
Es
importante que reconozcamos que los virus no son tan malos como
creemos sino que, en realidad, el ámbito que favorece estas
epidemias o esta actividad viral desmesurada se lo damos nosotros.
Necesitamos autocrítica y comenzar a evaluar lo que estamos haciendo
con el planeta y qué tipo de vida estamos desarrollando. Eso va a
ser bueno y ojalá muchos nos tomemos ese trabajo de reflexión para
darnos cuenta que nadie se salva solo. En consecuencia, la cuestión
es cómo nosotros, como parte de la sociedad, manejamos ese problema
porque, además, cuando uno habla de epidemia está hablando de que
no es una cuestión individual, es un problema de salud pública.
Esta
pandemia tiene que servir para darnos cuenta que somos una parte muy
pequeña, tan lábil del planeta: si viene una inundación me ahogo,
si llega una peste me muero, si viene un terremoto me aplasta. Se
trata de reconocer la fragilidad humana y no esta absurda idea de que
a mí no me pasa nada, soy indestructible y puedo gobernar la
naturaleza a mi antojo. Pensemos en el entorno tecnológico que nos
rodea, sin embargo hemos caído en el higienismo, en el aislamiento
social y en el lavado de manos. Por más que yo viva en el confort
tecnológico de un departamento, en una ciudad mediada por
artefactos, soy tan frágil como el campesino que vive en el medio de
un monte. Hay que bajar el ego humano porque solo somos un eslabón
más de esta trama que es la vida en el planeta Tierra, una milésima
partícula viviente, al igual que los virus, bacterias, hongos,
plantas y animales.
Fuente:
Daniel Díaz Romero, Pandemonium: Lecciones desde el paraíso perdido, 3 abril 2020, Sala de Prensa Ambiental.
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