por
Luis Brizuela
LA
HABANA, 22 abr 2020 (IPS) - Incentivar el uso de vehículos
alternativos y aumentar la yproducción de energía eléctrica a
partir de fuentes renovables ofrece oportunidades y retos para Cuba,
en un escenario global que acelera la apuesta por medios de
transporte ecológicos.
En
febrero, durante el XII Congreso Internacional de Educación Superior
Universidad 2020, efectuado en La Habana, se presentó un nuevo plan
de introducción de vehículos eléctricos en este país insular
caribeño, que aún debe ser aprobado por el Consejo de Ministros.
La
estrategia pretende generalizar los medios de transporte 100 por
ciento eléctricos y con ello disminuir las emisiones de dióxido de
carbono a la atmósfera, así como eliminar la dependencia de los
combustibles fósiles, acorde con los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS) y con los compromisos del Acuerdo de París sobre
cambio climático.
Esa
política revitalizaría el muy obsoleto parque automotor cubano, con
una edad promedio de los vehículos de 35 años y de los cuales más
de 75 por ciento sobrepasa los 20 años de explotación, indican
datos oficiales.
“Gracias
a mi moto eléctrica he prescindido de los ómnibus colectivos y
ahora que está suspendido el transporte público, sigo laborando y
recorro los 18 kilómetros entre mi casa y el trabajo”, dijo a IPS
el informático Everardo Santos, residente en la localidad de
Cojímar, dentro de La Habana del Este, uno de los 15 municipios de
la capital.
Durante
los últimos tres años, se aprecia un incremento del uso de motos
eléctricas en Cuba, luego que en 2013 la Aduana General autorizó su
importación, lo cual facilitó a miles de ciudadanos comprarlas en
Panamá y otros países.
Luego
la industria nacional asumió el ensamblaje de distintos modelos a
partir de piezas importadas principalmente de China, y desde 2017 se
venden en comercios estatales.
Los
precios siguen siendo un obstáculo para su adquisición masiva.
En
el caso de las motos, las más económicas se cotizan en el
equivalente a 1000 dólares, en una nación con un salario promedio
de poco más de 42 dólares mensuales.
Pese
a ello, varias estimaciones señalan que en la isla transitan más de
200 000 de estos vehículos, lo cual ha favorecido la movilidad de
decenas de miles de familias ante los crónicos problemas con el
transporte público, en un país de 11,2 millones de habitantes.
Transporte
eléctrico gana espacio en América Latina
A
raíz de la pandemia de covid-19 se observan drásticos cambios en el
transporte público y la movilidad humana en distintas ciudades del
orbe, incluida Cuba, si bien en América Latina algunas experiencias
mostraban ya desde antes el potencial de los medios de transportación
alternativos.
En
urbes como Bogotá, la capital colombiana, se ha incentivado el uso
de bicicletas y motos eléctricas para reducir la posibilidad de
contagios.
En
esa ciudad se habilitaron carriles de ciclovías temporales, a fin de
descongestionar el tráfico vehicular y evitar aglomeraciones en las
vías.
Varios
gobiernos latinoamericanos promueven la movilidad no contaminante,
como es el caso de Chile que a fines de 2017 adoptó la Estrategia
Nacional de Electromovilidad, la cual contempla diversas iniciativas
de mercado y penetración de vehículos eléctricos, tanto en el
transporte público como privado.
Uruguay,
por su parte, impulsa un plan nacional de desarrollo de una red de
infraestructura de carga y corredores viales para vehículos
eléctricos, mientras Costa Rica adoptó la Ley de Promoción e
Incentivos al Transporte Eléctrico que propone transformar el parque
vehicular de la nación centroamericana de manera estratégica e
integral a partir del concepto de cero emisiones.
“Las
ventajas de los vehículos eléctricos son mayores que sus
desventajas, desde el ahorro de combustible hasta la disminución de
la contaminación ambiental, incluida la sonora”, comentó a IPS la
comunicadora Denisse Hernández.
A
su juicio, en Cuba se debería estimular la expansión de estos
medios, pues “aunque su coste es aún muy elevado con respecto a
los vehículos convencionales, la compra debería valorarse como una
inversión y valorar los ahorros y beneficios”.
Esfuerzos
pioneros
En
2019 entró en funcionamiento una flota de 22 automóviles eléctricos
de la empresa estatal Aguas de La Habana que, según informes
oficiales, reportan un considerable ahorro de combustible y recursos
de mantenimiento.
También
en ese año se incorporaron a la transportación pública en la
capital cubana 39 ómnibus híbridos (alternan diésel y
electricidad), una tecnología que ahorra de 25 a 30 por ciento de
combustible y genera menos carga contaminante.
Antes,
ya desde fines de 2017, circula a modo experimental por La Habana el
E12, el primer bus totalmente eléctrico en Cuba.
De
acuerdo con las autoridades, los precios de los equipos y piezas
impiden su generalización, pues el costo de cada ómnibus de este
tipo sobrepasa los 270 000 dólares, 2,3 veces el valor del
convencional.
No
obstante, la transportación ecológica supone retos para la matriz
energética nacional, altamente dependiente de la importación de
combustibles fósiles.
Pero
hasta ahora no existen detalles de cómo se llevará a cabo la
política para aumentar el parque automotor eléctrico, ni sus
previsibles etapas o el sistema de carga de las baterías que deberá
acompañarla.
En
noviembre de 2019, entró en vigor el decreto ley No.345, sobre el
desarrollo de las fuentes renovables y el uso eficiente de la
energía, el cual contempla, entre otros aspectos, la paulatina
sustitución de los combustibles fósiles en la generación
eléctrica, así como la elevación de la eficiencia y el ahorro
energéticos.
Diversos
informes indican que este país caribeño importa alrededor de 60 por
ciento del combustible que consume, unos nueve millones de toneladas
anuales, y extrae localmente cerca de un 40 por ciento de crudo muy
pesado y sulfuroso, usado principalmente para la generación
termoeléctrica y la producción de cemento.
La
volatilidad de los precios del petróleo y las sanciones de Estados
Unidos a empresas navieras que transportan crudo a la isla, como
parte del reforzamiento del embargo que aplica contra La Habana desde
1962, mantienen en constante tensión los planes de desarrollo
económico y conspiran contra la soberanía energética del país.
Para
2030, la meta es lograr que 24 por ciento de la generación eléctrica
nacional ocurra a partir de fuentes limpias, como la bioelectricidad,
paneles solares fotovoltaicos, parques eólicos y centrales
hidroeléctricas.
Será
un gran salto, porque las fuentes renovables aportan actualmente algo
más de siete por ciento de la generación eléctrica nacional,
donde destaca la energía eólica (3,7 por ciento), seguida de la
bionergía (2,0 por ciento), solar fotovoltaica (1,2 por ciento) y
geotermía, termosolar de concentración y oceánica (0,4 por
ciento).
“Sería
positivo abaratar el precio de los vehículos eléctricos en Cuba;
que se facilitara la venta de piezas de repuesto y su mantenimiento.
Muchas personas no se deciden a utilizarlos por estas barreras”,
comentó a IPS Osdany Fleites, presidente del club Moto Eléctrica
Cuba.
Esa
iniciativa ciudadana, surgida en marzo de 2019, agrupa a decenas de
motoristas en La Habana, quienes promueven una cultura del transporte
sobre bases ecológicas.
A
juicio de Fleites, una asignatura pendiente son los puntos de
recargas, pues “muchos países aún con menos densidad de vehículos
y motos eléctricas poseen estas facilidades para el reabastecimiento
fuera del hogar”.
A
ello se suma la casi orfandad de ciclovías y una red vial que en 75
por ciento está catalogada como de regular o mal estado, según
cifras oficiales.
Ed:
EG
Fuente:
Electromovilidad en Cuba, oportunidad para el transporte sostenible, 22 abril 2020, Inter Press Service. Consultado 25 abril 2020.
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