La
desaparición de las grandes masas forestales destruyen ecosistemas y
permiten que los seres humanos entren en contacto con poblaciones de
fauna silvestre portadoras de virus, bacterias y otros
microorganismos, lo que termina desembocando en nuevas enfermedades
infecciosas y epidemias.
La
gripe A, el ébola y, ahora, el coronavirus. Cada cierto tiempo, un
nuevo brote de una terrible enfermedad pone en jaque a la humanidad.
Sus orígenes son diversos pero hay un factor que claramente está
aumentando el riesgo de transmisión de este tipo de enfermedades: la
pérdida de bosques y el deterioro ambiental.
Ciertas
actividades humanas, como la deforestación o la agricultura
industrial, destruyen los ecosistemas naturales. Al hacerlo, alientan
a los seres humanos a entrar en contacto con animales salvajes y los
virus que probablemente transmitan, lo que aumenta el riesgo de
contagio humano. El resultado es un incremento de las llamadas
enfermedades zoonóticas (que proceden de los animales).
Los
expertos señalan que el deterioro ambiental está agravando la
permanencia entre la población de estas enfermedades zoonóticas, al
mismo tiempo que se espera que la deforestación aumente los brotes.
Se
estima que el 58 % de las enfermedades infecciosas proceden de los
animales, así como el 73 % de los patógenos emergentes o
reemergentes (1).
En
los últimos 50 años, ha habido un gran aumento de enfermedades que
se han atribuido a la invasión humana del hábitat, en particular en
los “puntos calientes” de las enfermedades en las regiones
tropicales. Un estudio de USAID afirmó que alrededor del 30 % de los
brotes de enfermedades como el virus Nipah, Zika y el Ébola están
relacionados con el cambio de uso de la tierra.
Gestionar
los recursos para evitar futuras crisis
Los
bosques nos ofrecen servicios de un valor incalculable. Por eso
tenemos que ser conscientes de que vivimos en un planeta que tiene
límites y de la necesidad de gestionar correctamente los recursos
naturales que nos ofrece. Si no lo hacemos, las crisis (sanitarias,
climáticas o migratorias) serán más frecuentes por el colapso
sistémico al que nos abocamos.
La
solución obviamente no es erradicar la vida silvestre, sino
protegerla, así como su hábitat natural. Cuanta más biodiversidad
y ecosistemas naturales estén protegidos, menor será el riesgo de
epidemias. Esta es una razón más para poner fin a la deforestación
Pero
los datos nos dicen que no vamos por muy buen camino.
Según
la organización Global Forest Watch, desde 2001 a 2018 se ha
producido una pérdida de 361 millones de hectáreas de cubierta
arbórea a nivel mundial, lo que supone una reducción del 9 % de esa
superficie desde el año 2000. Según esta última organización,
esa pérdida de cubierta forestal ha supuesto la emisión a la
atmósfera 98.7Gt de CO₂, agravando el cambio climático.
¿Qué
está pasando?
Cada
vez más bosques se están deforestando para cultivar materias primas
altamente demandadas como la soja, el aceite de palma, la pasta de
papel o el caucho. También el actual consumo de carne tiene mucho
que ver con la deforestación, ya que gran parte de los cultivos de
soja se destinan a la alimentación del ganado.
La
caza, la alimentación y el tráfico internacional de fauna silvestre
también plantean un riesgo considerable de transmisión de
patógenos entre especies. Y, debido a las altas densidades de
población y al comercio internacional, los efectos de esta
transmisión pueden extenderse por todo el mundo (2).
Aunque
la deforestación de los bosques está aumentando el riesgo de
transmisión entre la vida silvestre y los seres humanos, parece que
la tala selectiva plantea un peligro aún mayor, ya que las zonas de
tala retienen la diversidad biológica mucho más que las zonas de
desmonte o los bosques quemados. Por lo tanto, la probabilidad de
entrar en contacto con enfermedades zoonóticas es mucho mayor.
El
consumo
Esta
crisis nos muestra hasta qué punto nuestro sistema alimentario se
basa en el comercio internacional y la producción de tipo
industrial, y esto lo hace particularmente vulnerable.
De
hecho, las cadenas de suministro a nivel mundial están operando a un
ritmo más lento: las restricciones sobre el movimiento de los bienes
tomados para contrarrestar la epidemia ya no permiten que ciertas
industrias vendan su producción normalmente. La globalización de
nuestro sistema agrícola, que depende del transporte de alimentos y
animales a largas distancias, muestra su fragilidad.
En
Argentina
La
deforestación, el agronegocio, la falta de acceso a agua potable y
la pobre asistencia alimentaria agravan la situación para muchas
familias que necesitan ayuda humanitaria.
El
avance de la frontera agropecuaria, aumenta la destrucción de
bosques y los conflictos territoriales de pueblos originarios con
empresarios que compran fincas que históricamente son territorio
indígena y las deforestan, mayormente para ganadería intensiva y
soja transgénica.
Esto
reduce drásticamente sus posibilidades de obtener alimentos,
medicinas y maderas para su sustento y forma de vida. Desde
Greenpeace apoyamos el acuerdo justo y equitativo de de derechos
indígenas pendientes y cuestiones relacionadas con los títulos como
fundamentales para desarrollar sociedades sustentables.
Prevención,
prevención, prevención
Desde
Greenpeace nos solidarizamos con las familias de las personas
fallecidas y con las afectadas por el COVID-19, prioridad absoluta en
este momento y recordamos que es importante seguir poniendo de
relieve estas realidades, por lo que puedan generar en términos de
prevención a futuro.
El
principio de precaución es una herramienta fundamental para
minimizar los daños. Las políticas preventivas evitan la pérdida
de vidas humanas y reducen los altos costes económicos de estas
crisis. Así como un buen sistema de salud público es vital para
asegurar una cobertura a toda la población, un medioambiente
saludable, con recursos naturales como los bosques bien gestionados,
son una salvaguarda para hacer comunidades más resilientes a estas
crisis.
Si
no asumimos el valor de los servicios que nos ofrecen los
ecosistemas, la necesidad de gestionar correctamente los recursos
naturales y el hecho de que vivimos en un planeta con límites
biofísicos, nos veremos abocados a crisis cada vez más frecuentes y
más severas, a las que pondremos el adjetivo de sanitarias,
climáticas o migratorias, pero que tienen como elemento común un
problema sistémico.
Notas:
- Woolhouse, M.E.J. and Gowtage-Sequeria, S. (2005). Host range and emerging and reemerging pathogens. Emerging Infectious Diseases, 11, 1842–1847.
- Shaikh A (2020) Coronavirus is our future, ·TEDxSMU accessed on 15/03/2020
Fuente:
Así es como la destrucción de bosques aumenta las enfermedades, 22 abril 2020, Greenpeace Argentina. Consultado 23 abril 2020.
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