por
Rex Weyler
En
el otoño del 2016, viajé a la cuenca del Amazonas en Ecuador, donde
conocí comunidades indígenas y agricultores campesinos cuya tierra
había sido contaminada por residuos tóxicos de petróleo. Habían
ganado una sentencia histórica contra la empresa Chevron, pero la
compañía se negaba a pagar. Visité la única, pequeñísima
clínica, atendiendo a miles de pacientes con cáncer, y también
conocí al abogado estadounidense de las víctimas, que ha dedicado
los últimos 27 años defendiendo sus derechos.
Probablemente
nunca hayas escuchado de Steven Donziger, pero creo que la historia
colocará a Donziger - un hombre vilipendiado por sus contrincantes
corporativos - junto a Gandhi, Susan B. Anthony, Martin Luther King,
Vandana Shiva, y otros líderes de derechos humanos y resistencia
ambiental contra la arrogancia y mala conducta corporativa.
Mientras
escribo este artículo, Donziger sigue retenido con arresto
domiciliario por seis meses. A pesar de no haber sido declarado
culpable de ningún delito. Según todos los indicios, Donziger es
aparentemente un prisionero político de una corporación privada
apoyada por un juez federal dispuesto a cooperar con ellos.
Vivimos
en una era de gran deterioro ecológico y disparidad social. Las
toxinas contaminan toda la vida en la Tierra, cerca de la mitad de
los bosques del Pleistoceno de la Tierra han desaparecido, y miles de
especies se extinguen cada año. Mientras tanto, de acuerdo con la
ONU, más de nueve millones de personas se mueren de hambre al año,
y más de 800 millones de personas sufren de desnutrición crónica.
En diciembre, un testigo de la violencia contra las comunidades
indígenas de Brasil concluyó, “No hay justicia ambiental sin
justicia social”.
El
vínculo entre la protección ecológica y los derechos humanos es
evidente en la cuenca Amazónica del Ecuador, donde la contaminación
masiva por petróleo ha destruido bosques y granjas y ha dejado a
algunas de las personas más pobres del mundo con defectos congénitos
y una epidemia de cáncer. En 1993, el Frente de Defensa de la
Amazonía (FDA), representando a 30,000 víctimas de Chevron por la
contaminación por desechos tóxicos de petróleo, le pidió a
Donziger su ayuda para ganar una compensación por lo que es
probablemente el desastre relacionado con petróleo más grande de la
historia.
Hace
ocho años, Donziger y el equipo del FDA ganaron la sentencia más
importante en la historia de violaciones ambientales y de derechos
humanos, un veredicto de $9.5 mil millones contra la Corporación
Chevron.
Luego
de este fallo, Chevron vendió sus activos en Ecuador, huyó del
país, amenazó a los demandantes con una “vida de litigios” si
intentaban cobrar, y - de acuerdo a memos internos de Chevron - a
modo de represalia, lanzaron una campaña para “satanizar” a
Donziger. Por las acciones posteriores de Chevron, parecería que
también intentaron empobrecerlo para que no pueda continuar
trabajando en cobrar el monto de la sentencia en otras
jurisdicciones.
El
defensor público
Luego
de graduarse de la Facultad de Derecho de Harvard en 1991, Donziger
se convirtió en un Defensor Público, representando a jóvenes en
Washington DC. En Iraq, durante la primera Guerra del Golfo, Donziger
ayudó a documentar las víctimas civiles y co-escribió un informe
adoptado por Naciones Unidas. Desde 1993, el caso de contaminación
de Ecuador ha cosumido su carrera legal.
La
tragedia ecológica y de derechos humanos empezó en 1964, cuando
Texaco (ahora Chevron), descubrió petróleo en Ecuador. La petrolera
ignoró las regulaciones sobre residuos, vertiendo 16 mil millones de
galones de aguas residuales tóxicas en ríos y pozos, contaminando
aguas subterráneas y tierras agrícolas.
De
acuerdo con Amazon Watch, Chevron infringió normas ambientales para
ahorrar un estimado de $3 en cada barril de petróleo producido,
ganando un extra de $5 mil millones en un periodo de 20 años.
En
1993, en una corte federal de Nueva York, Donziger y el equipo legal
interpusieron una demanda de acción colectiva contra la empresa. En
el 2000, Chevron compró Texaco, e insistió que el caso fuera movido
a Ecuador, y presentó 14 declaraciones juradas jurando respetar el
sistema judicial ecuatoriano como competente y adecuado para juzgar
el caso.
En
el juicio en Ecuador, 54 inspecciones judiciales del lugar
confirmaron que Chevron causó contaminación petrolera en violación
de estándares legales. Los informes revelaron que el pozo promedio
de Chevron en Ecuador contenía 200 veces más contaminación que la
permitida por los estándares estadounidenses y mundiales.
Cerca
de 900 piscinas de desechos ilegales se filtraron en las aguas
subterráneas, el agua local para consumo humano se tornó tóxica, y
los ciudadanos se enfermaron. La contaminación contenía niveles
ilegales de barrio, cadmio, cobre, mercurio, plomo, y otros metales
que pueden dañar los sistemas inmunes y reproductivos y causar
cáncer. Los niños nacieron con defectos congénitos.
En
el 2011, luego de ocho años de juicio y deliberaciones,
obstaculizados por las tácticas dilatorias de Chevron, Donziger y su
equipo ganaron el caso en Ecuador.
Dos
cortes de apelaciones y la Corte Suprema del país confirmaron la
decisión. Un total de 17 jueces de alzada fallaron de manera unánime
que Chevron era responsable por la contaminación y le debía a los
clientes de Donziger $9.5 mil millones. Donziger contaba con que sus
clientes recibirían atención médica y reparaciones a sus tierras.
Sin
embargo, Chevron desafió a las cortes ecuatorianas, donde había
insistido que se realizara el juicio. Se negó a pagar la deuda y
empezó a difamar a las cortes de Ecuador, iniciando un ataque en
represalia contra las víctimas y Donziger.
“Satanizar
a Donziger“
Para
atacar a Donziger, Chevron contrató detectives privados para
seguirlo a él, a su familia y a sus colaboradores. Contrataron a una
de las más notorias firmas de abogados, los declarados especialistas
en “rescate corporativo” Gibson, Dunn y Crutcher. El Tribunal
Superior de Inglaterra censuró a Gibson Dunn por fabricar evidencia
en un caso previo. Jueces en California, Montana, y Nueva York han
censurado a Gibson Dunn por manipulación de testigos, obstrucción,
intimidación, y “brutalidad legal.” En Ecuador, los abogados de
Gibson Dunn incluso amenazaron a jueces con prisión si fallaban
contra Chevron.
Para
“satanizar” a Donziger, los abogados de Gibson Dunn interpusieron
un juicio civil sobre crimen organizado, basados en la ley RICO,
contra él y dos demandantes ecuatorianos, el líder indígena Secoya
Javier Piaguaje y el campesino Hugo Camacho. El Juez Lewis Kaplan -
ampliamente conocido como aliado de las grandes corporaciones -
decidió conocer el inusual caso, que se convertiría en una de las
más notorias demandas intimidatorias (demandas SLAPP) de todos los
tiempos. El reconocido abogado litigante John Keker, que ha
representado a Donziger, llamó al juicio Kaplan una “farsa
Dickensiana” impulsado por la “hostilidad implacable” contra
Donziger.
Kaplan
había dedicado 24 años a la firma Paul, Weiss, Rifkind, Wharton &
Garrison, conocida por ayudar a grandes bancos como Citigroup a
escapar de cargos por fraude. En un caso de fraude relacionado con
paraísos fiscales contra una empresa de contabilidad, la gigante
corporativa KPMG, Kaplan desestimó casos contra 13 ejecutivos
inculpados, a pesar de que la compañía había admitido su conducta
criminal y había pagado $456 millones en sanciones.
En
su ataque a Donziger, Kaplan autorizó a Gibson Dunn que cite a
declarar a docenas de personas que habían ayudado a financiar el
caso, acosando a ciudadanos inocentes como si contribuir a pagar
gastos judiciales fuera ilegal. Cuando Kaplan inobservó las
garantías de confidencialidad de los medios de comunicación,
solicitando al cineasta Joseph Berlinger que entregara las tomas
descartadas de su documental del 2009, Crudo: El Auténtico Precio del Petróleo, una coalición de medios - incluyendo el New York
Times, NBC, y HBO - interpusieron una objeción al tribunal, basados
en la Primera Enmienda de Estados Unidos.
Kaplan
y su abogado de Gibson Dunn, Randy Mastro, reiteradamente insultaron
a las cortes de Ecuador. Mastro llamó a las cortes ecuatorianas “una
farsa.” Kaplan sostuvo que el juicio ecuatoriano “no fue un
litigio de buena fe,” e insultó a las víctimas de la acción
colectiva, llamándolos los “pseudo demandantes”.
Al
imponer un plazo imposible de cumplir, Kaplan invocó un tecnicismo
para argumentar que Donziger había “renunciado” a todos los
privilegios cliente-abogado, e insistió que entregara 17 años de
comunicaciones confidenciales con sus clientes. Los abogados de la
defensa llamaron a esto “la más radical producción forzada de
documentos confidenciales de la historia”. El juez pro-empresas
prohibió a la defensa siquiera mencionar “la contaminación en
Ecuador”, lo cual dijo que era “irrelevante”.
En
vísperas del juicio RICO, Chevron retiró su reclamación de daños,
posibilitando a Kaplan desestimar al jurado de investigadores
imparciales, y así poder decidir el resultado él solo. “A
Chevron,” dijo Donziger, “aparentemente le asustó la idea de
tratar de vender sus acusaciones de fraude a cualquier otra persona
que no fuera Kaplan.” Kaplan permitió testigos anónimos de
Chevron, lo cual los abogados de la defensa dijeron que violó
“principios legales básicos” y “comparable con la Inquisición
Española”.
Finalmente,
Kaplan aceptó al testigo estrella de Chevron, Alberto Guerra, un
ex-juez ecuatoriano caído en desgracia, que había sido removido de
la magistratura por aceptar sobornos, y quien recibió cerca de $2
millones en efectivo y otros beneficios por parte de Chevron, en
violación de principios legales y éticos.
A
cambio, Guerra afirmó que Donziger había aprobado un “soborno”
a un juez ecuatoriano y que él había escrito el fallo final para el
juez, el cual supuestamente le entregó en un disco de computador.
Nunca se entregaron pruebas que corroboraran esa versión. Guerra
luego admitió haber mentido a Chevron sobre estos hechos para
obtener una recompensa mayor por su testimonio, y una investigación forense del
computador del juez probó que él había mentido. A todas luces,
toda la historia había sido pre-fabricada para incriminar a
Donziger.
Sin
embargo, sin un jurado, el Juez Kaplan aceptó la evidencia
pre-fabricada de Guerra y “condenó” a Donziger por fraude.
Finalmente,
Kaplan ordenó a Donziger entregar su computador y celular para que
Chevron los revisara. Debido a que esta orden vulneraba el principio
básico de confidencialidad cliente-abogado, Donziger legítimamente
se negó a obedecer la orden descabellada de Kaplan hasta que el
tribunal de apelaciones decidiera sobre el asunto.
Furioso,
Kaplan acusó a Donziger de desacato penal. Sin embargo, la orden y
el cargo de desacato eran tan descabellados que la Oficina del Fiscal
de Nueva York se negó a tomar el caso. Kaplan desafió a las
autoridades estatales y designó a una firma privada de abogados para
que hicieran las veces de fiscal, quienes, a su vez, ordenaron que
Donziger fuera puesto en “prisión preventiva domiciliaria”.
Ahí
es donde ha estado por los últimos seis meses, mucho más tiempo que
la sentencia más larga alguna vez impuesta a un abogado acusado de
desacato. Su abogado cree que él es la única persona en Estados
Unidos en detención preventiva por una falta menor.
La
gran injusticia
“El
Sr. Donziger vino a ayudarnos cuando nuestras comunidades habían
sido contaminadas, y nos enfrentamos contra una de las más grandes
empresas del mundo” dijo Luis Yanza, co-fundador y presidente del
FDA.
“Gracias a la labor generosa del Sr. Donziger, tres instancias
judiciales en Ecuador encontraron a Chevron culpable de verter de
manera deliberada miles de millones de desechos tóxicos de petróleo
en la selva amazónica. Chevron se ha negado a pagar la compensación
ordenada por la justicia y, al contrario, se ha propuesto, en sus
propias palabras, “satanizar a Donziger”.
El
abogado de Donziger, Andrew Frisch, ha declarado que “el caso
Chevron… se fundamentó en el testimonio de un testigo pagado a
quien lo recompensaron con más de $1 millón. El testigo admitió
haber cambiado su historia varias veces para hacer más atractivo su
acuerdo con Chevron.” Frisch dijo que las decisiones de Kaplan,
“han sido rebatidas en su totalidad o en parte por diecisiete
jueces de alzada en Ecuador y diez en Canadá, incluyendo la decisión
unánime de las más altas cortes de ambos países”.
“El
Sr. Donziger es una persona con integridad” testificó el abogado
Deepak Gupta en la audiencia del Colegio de Abogados de Nueva York.
“El Sr. Donziger es indiscutiblemente un defensor dedicado a ayudar
a los pueblos indígenas y las comunidades locales de la Amazonía
juegan todas en el mismo terreno de la litigación civil… dominada
por los Chevron del mundo. Nunca había visto a un juez cuyo
desprecio por una de las partes del caso sea tan evidente. Se estaba
cometiendo una gran injusticia”.
“No
me propuse ser un abogado ambientalista,” dice Donziger.
“Simplemente acepté buscar una remediación para 30,000 víctimas
por la destrucción de sus tierras y agua; acepté buscar asistencia
para las afectaciones a su salud incluyendo defectos de nacimiento,
leucemia, y otros tipos de cáncer; y ayudarles a restablecer su
ecosistema Amazónico y su dignidad básica. Yo esperaba que Chevron
se defienda, y tuvieron la oportunidad de hacerlo durante el juicio
que duró ocho años en Ecuador. No esperaba, sin embargo, los
extremos a los que llegarían para atacarme a mí personalmente, para
atacar a mi familia, para atacar a sus víctimas, y para desafiar una
sentencia legal de que deben pagar por sus crímenes, lo cual fue
probado en un tribunal de justicia”.
Aquellos
afectados por la contaminación de Chevron son gente humilde,
honorable y que trabajan para subsistir. No tenían dinero para
contratar abogados. Donziger resolvió ese problema al lograr que
donantes e inversionistas compren pequeñas porciones del fallo para
pagar gastos del caso. Reclutó a destacados litigantes en Ecuador,
Estados Unidos, y Canadá. “Esta es la primera vez que pueblos
indígenas y campesinos en situación de pobreza tenían acceso a
este nivel de capital y talento jurídico, razón por la cual Chevron
está tan atemorizado con este modelo”, dijo Donziger. “Chevron
no solo quiere ganar el caso, quieren matar la idea misma del caso”.
“Este
no es un caso solo sobre el futuro del Sr. Donziger”, dijo Simon
Taylor, director de Global Witness en Lóndres. “Una injusticia
continua contra él desalentaría el importante trabajo de otros
defensores ambientales o de aquellos que abogan por una mayor
responsabilidad corporativa y que se encuentran en batallas legales
similares contra corporaciones poderosas. Esto es particularmente
preocupante, dado nuestro trabajo sobre las crecientes amenazas e
intimidación judicial contra los defensores del medioambiente”.
Debido
a la decisión de Kaplan, y por la presión de Kaplan y los abogados
de Gibson-Dunn, el Comité de Reclamos del Colegio de Abogados de
Nueva York suspendió la licencia de abogado de Donziger sin una
audiencia. Sin embargo, un árbitro del Colegio de Abogados y ex
Fiscal Federal, John Horan, convocó a una audiencia y recomendó la
devolución de la licencia de Donziger. “El alcance de la
persecución por parte de Chevron es tan exagerado, y en este punto
tan innecesario y punitivo”, escribió Horan. “Mi recomendación
es que su suspensión temporal debe terminar, y que se le debe
permitir continuar con el ejercicio del Derecho”. Donziger
respondió que, “Cualquier oficial judicial neutral que analice
objetivamente el expediente casi siempre encuentra evidencia contra
Chevron y Kaplan”, y añadió que “el rumbo está cambiando y la
evidencia sólida sobre la extrema injusticia en el juzgado de Kaplan
será revelado”.
A
pesar de recuperar su licencia de abogado, Steven Donziger continúa
con arresto domiciliario, usando un brazalete en su tobillo. Parece
ser que el único fraude en este caso es aquel cometido por los
ataques de represalia de Chevron contra el Sr. Donziger y sus
clientes, y por los testigos pagados de Chevron, que entregaron
evidencia pre-fabricada. Su trabajo a favor de las comunidades
indígenas y campesinas de la Amazonía ecuatoriana es una labor en
beneficio de todos nosotros. Su compasión y perseverancia aportan un
modelo imperecedero de compromiso ciudadano hacia la ecología, la
justicia, y la decencia colectiva.
Fuente:
Rex Weyler, Steven Donziger: El hombre que se enfrentó a un gigante petrolero... y pagó el precio, 11 marzo 2020, Greenpeace Argentina. Consultado 12 marzo 2020.
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