por
Ivana Kottasová
(CNN)
- La selva amazónica podría convertirse en una sabana cubierta de
hierba apenas 49 años después de que alcance un punto ecológico
crítico, según han advertido científicos.
Un
equipo de investigadores descubrió que una vez comiencen a colapsar
los ecosistemas más grandes del mundo, como el Amazonas, es probable
que desaparezcan mucho más rápido de lo que se había previsto.
Los
científicos señalan que estos hallazgos deben servir como otro
llamado de atención para que los legisladores le pongan freno al
ciclo de destrucción del mundo natural.
Un
estudio publicado este martes en la revista revisada por pares
expertos Nature Communications afirma que la velocidad del colapso es
sorprendentemente desproporcionada para los grandes ecosistemas.
“Un
bosque que es 100 veces más grande que otro tarda más en colapsar,
pero se demorará mucho menos que 100 veces el tiempo del otro… Lo
que esto significa es que los ecosistemas más grandes que tenemos en
el mundo probablemente colapsen mucho más rápido de lo que
pensamos, en cuestión de décadas”, aseveró John Dearing,
profesor de geografía física, quien hizo parte del equipo de
investigación junto con científicos de la Universidad de Bangor en
Gales y de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres.
Si
bien los humanos están provocando el colapso de estos ecosistemas
por la deforestación rápida, el exceso de pesca y otras
actividades, también serán quienes paguen el precio una vez que
estos hábitats hayan sido desaparecido.
Dearing
le dijo a CNN que cuando los ecosistemas se desploman de su estado
natural, los recursos que ofrecen en términos de alimentos o
agricultura disminuyen severamente.
Las
comunidades pesqueras, los agricultores y aquellos que dependen de
los recursos naturales ya han experimentado el impacto devastador de
tales eventos una y otra vez. Cuando la industria de la pesca de
bacalao en el noroeste del Atlántico se derrumbó en 1992, el
gobierno canadiense impuso una suspensión de la actividad en las
comunidades de Terranova y Labrador, las cuales durante 500 años
habían dependido de la pesca. Como consecuencia, alrededor de 30.000
personas perdieron sus empleos. El gobierno trató de ayudar,
proporcionando ayuda financiera, opciones de jubilación anticipada y
programas de reciclaje, pero la población de la provincia se redujo
en un 10 % durante la siguiente década y la tasa de desempleo sigue
siendo más alta que en el resto del país.
Más
recientemente, la ONU advirtió que a medida que las tierras fértiles
se convierten en desierto en el África subsahariana, los
enfrentamientos mortales entre agricultores y pastores se vuelven
cada vez más comunes. La operación híbrida de la Unión Africana y
las Naciones Unidas en Darfur también ha señalado que hubo un
aumento de las tensiones por los recursos entre las dos comunidades
durante la última temporada de lluvias, con la muerte de varias
personas.
Encontrar
el punto de inflexión
El
problema es que los científicos aún no han descubierto cómo
predecir cuándo se acerca un punto de inflexión -es decir, el
umbral que una vez excedido conduce a un cambio en los ecosistemas-
ni cómo reconocer la certeza que se ha alcanzado. “La mayoría de
los puntos de no retorno se han evaluado en retrospectiva, hemos
mirado hacia atrás y hemos dicho ‘oh, parece que el punto de
inflexión fue hace X años’”, explicó Dearing.
Incluso,
algunos científicos sostienen que la selva amazónica, una parte
crucial del ciclo global del carbono, está en su punto de inflexión
en este momento.
Thomas
Lovejoy, profesor de la Universidad George Mason en Virginia, y
Carlos Nobre, investigador principal de la Universidad de São Paulo
en Brasil, han estado advertido durante varios años en sus
investigaciones, diferentes al estudio de Nature Communication, que
la selva amazónica está “tambaleándose sobre el borde de la
destrucción funcional” debido al impacto de la deforestación
agresiva en las sequías.
El
Amazonas genera alrededor de la mitad de su propia lluvia al reciclar
la humedad a través de los árboles y demás vegetación. “La
selva tropical es vital para el ciclo regional del agua -y
posiblemente incluso para el ciclo mundial-, contiene mucha agua,
tiene su propio tipo de microclima, afecta los sistemas de presión y
los sistemas climáticos a través del Atlántico Norte en especial”,
explicó Dearing.
Pero
cuando hay tala de árboles, el suelo se seca y la cantidad de agua
en el sistema disminuye. Lovejoy y Nobre aseguran que el punto de no
retorno en el que la selva amazónica comenzará a secarse y a
convertirse en una sabana está “por llegar”.
Destacan
que las graves sequías de 2005, 2010 y 2015-16 “bien podrían
representar los primeros parpadeos de este punto de inflexión
ecológica”.
Dearing
dijo que cuando ese punto de no retorno suceda, se liberará una gran
cantidad de carbono que ahora se almacena en la selva tropical. A
medida que los árboles se queman en incendios forestales o se pudren
después de la deforestación, el carbono que mantenían vuelve a la
atmósfera.
“Veremos
que muchas especies se extinguirán”, declaró. “Algunas de ellas
no serán esenciales para nuestra supervivencia, pero si eso
significa que perdemos recursos genéticos, perdemos la posibilidad
de nuevos productos farmacéuticos, entonces estamos perdiendo mucha
de esa riqueza potencial que esos bosques nos dan”, insistió.
El
cambio climático aumenta la probabilidad de colapsos
El
cambio climático está empeorando aún más la destrucción de los
ecosistemas. El medio ambiente de todo el mundo se está calentando a
un ritmo que no se puede soportar. “Cuando agregas tensiones
adicionales como la contaminación, la deforestación, el pastoreo
excesivo, el exceso de pesca, el hecho de que tengas esta tensión en
el fondo solo aumenta la posibilidad de que los sistemas realmente
colapsen con bastante rapidez”, señaló Dearing.
La
rápida propagación de los incendios forestales en Australia el año
pasado mostró el impacto devastador del cambio climático en entornos ya vulnerables.
El
equipo de Dearing desarrolló un modelo para predecir la velocidad de
los colapsos en ecosistemas al observar cambios similares que
ocurrieron anteriormente. Analizaron 42 ecosistemas en cinco
continentes que han experimentado cambios dramáticos. Las lecciones
son sombrías. Los arrecifes de coral de Jamaica fueron diezmados en
apenas 15 años y se convirtieron en un ecosistema dominado por las
algas, mientras que las tierras agrícolas en la región de Maradi de
Níger se convirtieron en un desierto en solo 20 años.
Ha
habido modificaciones naturales en los ecosistemas en el pasado, como
cuando la vegetación cambió drásticamente en el hemisferio norte
durante y después de las glaciaciones. “Durante las edades de
hielo, las bandas de vegetación se movían hacia arriba y hacia
abajo a medida que el ambiente se volvía más cálido o más frío”,
explicó Dearing.
Sin
embargo, estos cambios pasados ocurrieron durante miles y decenas de
miles de años. “De lo que estamos hablando ahora es de décadas”,
precisó.
Y
cuando ocurren cambios naturales más abruptos -por ejemplo, a
consecuencia de una sequía repentina o una gran erupción volcánica-
los ambientes tienden a recuperarse relativamente rápido, logrando
regresar a su estado anterior.
Ahora,
Dearing indicó que los cambios inducidos por el hombre parecen ser
más permanentes. “Lo que estamos viendo son ecosistemas que
realmente no se están recuperando, se están quedando en este tipo
de estado estable pero degradado”, completó.
Fuente:
Ivana Kottasová, Si el Amazonas cruza el punto de no retorno podría desaparecer en apenas décadas, 10 marzo 2020, CNN Español. Consultado 13 marzo 2020.
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