Nueva York / Ginebra, 10 de marzo de 2020.- En
un nuevo informe compilado por la Organización Meteorológica
Mundial (OMM) y una amplia red de asociados se hace hincapié en las
señales físicas que nos alertan del cambio climático, como el
aumento del contenido calorífico de los océanos y de la tierra, la
aceleración de la subida del nivel del mar y la fusión de los
hielos. En el documento se ponen de manifiesto los impactos de los
fenómenos meteorológicos y climáticos en el desarrollo
socioeconómico, la salud de las personas, las migraciones y
desplazamientos, la seguridad alimentaria y los ecosistemas
terrestres y marinos.
La
Declaración de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2019
integra aportaciones de Servicios Meteorológicos e Hidrológicos
Nacionales (SMHN), expertos internacionales de primer orden,
instituciones científicas y organismos de las Naciones Unidas. En
ese informe de referencia se facilita información fidedigna a las
instancias normativas sobre la necesidad de adoptar medidas en la
esfera del clima.
En
el documento se confirma lo que ya se avanzó en una declaración
provisional publicada con motivo de la celebración de la Conferencia
de las Partes (COP) en la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en diciembre: 2019 fue el segundo
año más cálido del que se tienen datos desde que se realizan
mediciones instrumentales. El quinquenio 2015-2019 comprende los
cinco años más cálidos de los que se tiene constancia, y el
período de 2010 a 2019 ha sido el decenio más cálido jamás
registrado. A partir de los años ochenta, cada nuevo decenio ha sido
más cálido que todos los anteriores desde 1850.
El
año 2019 terminó con una temperatura media mundial 1,1 °C por
encima de los niveles preindustriales estimados, un valor superado
únicamente por el récord de 2016, cuando un episodio muy intenso de
El Niño agravó el aumento de la temperatura media mundial vinculado
a la tendencia general al calentamiento.
“Actualmente
estamos muy lejos de cumplir los objetivos del Acuerdo de París de
limitar el aumento de la temperatura a 1,5 o 2 °C”, explica en el
prólogo el Secretario General de las Naciones Unidas, António
Guterres.
“En
el presente informe se exponen los datos científicos más recientes
y se evidencia la imperiosa necesidad de acometer una acción
climática de gran alcance. Se recopilan datos de todos los ámbitos
de la climatología y se enumeran las posibles repercusiones futuras
del cambio climático, desde las consecuencias para la salud y la
economía hasta el menoscabo de la seguridad alimentaria y el aumento
de los desplazamientos”, añade el señor Guterres.
El
informe se ha presentado el 10 de marzo en una conferencia de prensa
ofrecida por el Secretario General de las Naciones Unidas y el
Secretario General de la OMM, Petteri Taalas, en la Sede de las
Naciones Unidas.
“Dado
que las concentraciones de gases de efecto invernadero no dejan de
aumentar, el calentamiento proseguirá. Según un reciente pronóstico
decenal, es probable que en los próximos cinco años se produzca un
nuevo récord de temperatura mundial anual. Es cuestión de tiempo”,
dijo el Secretario General de la OMM.
“Acabamos
de dejar atrás el mes de enero más cálido del que se tienen datos.
En muchas partes del hemisferio norte se ha vivido un invierno
excepcionalmente benigno. El humo y los contaminantes de los
devastadores incendios de Australia se propagaron por todo el mundo y
provocaron un pico en las concentraciones de CO2. Los récords de
temperatura en la Antártida estuvieron acompañados de episodios de
fusión de hielo a gran escala y de la fractura de un glaciar, hechos
que incidirán en la subida del nivel del mar”, apuntó el señor
Taalas.
“La
temperatura es un indicador del cambio climático en curso. Las
alteraciones en la distribución de las precipitaciones a escala
mundial han tenido importantes repercusiones en diversos países. El
nivel del mar sube a un ritmo cada vez mayor, en gran parte a causa
de la expansión térmica del agua marina, así como también debido
a la fusión de los mayores glaciares, como los de Groenlandia y la
Antártida. Ello expone las zonas costeras y las islas a un mayor
riesgo de inundaciones y puede provocar que sus zonas bajas queden
sumergidas por las aguas”, dijo el señor Taalas.
Indicadores
climáticos
Gases
de efecto invernadero
En
2018, las fracciones molares de los gases de efecto invernadero
alcanzaron nuevos valores máximos: las fracciones molares medias
mundiales de dióxido de carbono (CO2) se situaron en 407,8 ± 0,1
partes por millón (ppm), las de metano (CH4), en 1 869 ± 2 partes
por mil millones (ppmm), y las de óxido nitroso (N2O), en 331,1 ±
0,1 ppmm. Según datos preliminares, las concentraciones de gases de
efecto invernadero siguieron aumentando en 2019.
Una
proyección preliminar de las emisiones mundiales de CO2 derivadas de
fuentes fósiles realizada con datos de los tres primeros trimestres
de 2019 apunta a un incremento de las emisiones del 0,6 % en 2019
(valor comprendido en un intervalo de entre –0,2 y +1,5 %).
Océanos
Olas
de calor marinas
Los
océanos absorben más del 90 % del exceso de energía que se acumula
en el sistema climático como consecuencia del aumento de las
concentraciones de gases de efecto invernadero. En 2019, el contenido
calorífico de los océanos a una profundidad de 2 km batió el
récord anterior fijado en 2018.
El
calentamiento de los océanos conlleva repercusiones generalizadas
para el sistema climático y contribuye en más de un 30 % a la
subida del nivel del mar a raíz de la expansión térmica del agua
marina. Asimismo, altera las corrientes oceánicas e, indirectamente,
modifica la trayectoria de las tormentas y provoca la fusión de las
plataformas de hielo flotantes. Junto con la acidificación de los
océanos y la desoxigenación de sus aguas, el calentamiento de los
océanos puede entrañar cambios drásticos en los ecosistemas
marinos.
En
2019, los océanos experimentaron, de media, prácticamente dos meses
de temperaturas inusualmente cálidas. Por lo menos en el 84 % de las
aguas oceánicas se experimentó al menos una ola de calor marina.
Acidificación
de los océanos: en el decenio 2009-2018, los océanos absorbieron
aproximadamente el 23 % de las emisiones anuales de CO2, amortiguando
los efectos del cambio climático, pero con el consiguiente
incremento de la acidez de sus aguas. La alteración del pH socaba la
capacidad de calcificación de los organismos marinos -como
mejillones, crustáceos y corales-, y ello afecta a la vida, al
crecimiento y a la reproducción de la fauna y la flora marinas.
Desoxigenación
de los océanos: tanto las observaciones como los resultados de los
modelos indican la reducción de la concentración de oxígeno en las
aguas litorales y en mar abierto, también en estuarios y en mares
semicerrados. Desde mediados del siglo pasado, se estima que se ha
producido una disminución de entre el 1 y el 2 % en el inventario de
oxígeno oceánico en todo el mundo (entre 77 000 y 145 000 millones
de toneladas).
Ecosistemas
marinos: actualmente, la desoxigenación, junto con el calentamiento
de los océanos y la acidificación de sus aguas, se considera una de
las mayores amenazas para los ecosistemas oceánicos y el bienestar
de las personas que dependen de ellos. Según las previsiones, con un
calentamiento de 1,5 °C los arrecifes de coral ocuparían entre un
10 y un 30 % de su cobertura anterior, y ese porcentaje se reduciría
a menos del 1 % si el calentamiento fuera de 2 °C.
El
nivel del mar ha aumentado desde que empezaron a realizarse
mediciones mediante altimetría por satélite (en 1993), pero el
ritmo de subida de las aguas se ha acelerado en ese período,
principalmente a causa de la fusión de los mantos de hielo de
Groenlandia y la Antártida. En 2019, el nivel medio del mar a escala
mundial alcanzó el valor más elevado del que se tienen datos.
Hielo
La
constante y prolongada pérdida de hielo marino en el Ártico se
confirmó en 2019. La extensión media mensual de septiembre
(normalmente, el mes del año en el que la superficie de hielo
registra su extensión mínima) fue la tercera más baja de la que se
tiene constancia. Por su parte, la extensión mínima diaria
registrada se situó al mismo nivel que el segundo valor más bajo
del que se tienen datos.
Hasta
2016, la extensión del hielo marino en la Antártida había
presentado un leve incremento a largo plazo. A finales de 2016 esa
tendencia se interrumpió fruto de una repentina reducción en la
superficie de hielo hasta niveles mínimos sin precedentes. Desde
entonces, la extensión del hielo marino en la Antártida se ha
mantenido en niveles relativamente bajos.
En
los últimos 13 años, en Groenlandia se han registrado 9 de los 10
años con el menor balance de masa superficial de su manto de hielo.
Y en 2019 se registró el séptimo valor más bajo del que se tienen
datos. En cuanto al balance de masa total, Groenlandia ha perdido
aproximadamente 260 Gt de hielo cada año en el período comprendido
entre 2002 y 2016, y la reducción máxima se produjo en 2011/2012,
cuando se perdió un máximo de 458 Gt. En 2019, la reducción del
manto de hielo se fijó en 329 Gt, un valor muy por encima de la
media.
Glaciares:
Los resultados preliminares del Servicio Mundial de Vigilancia de los
Glaciares indican que, por 32º año consecutivo, en 2018/2019 el
balance de masa de los glaciares de referencia seleccionados fue
negativo. Desde 2010 se han registrado ocho de los diez años con
peores resultados en términos de balance de masa.
Impactos
fruto del cambio climático
En
el informe se dedica una amplia sección a los impactos del tiempo y
el clima en la salud de las personas, la seguridad alimentaria, las
migraciones, los ecosistemas y la vida marina. Los datos expuestos se
basan en las contribuciones de un amplio abanico de asociados de las
Naciones Unidas (en la nota para los editores figura la lista
completa de asociados).
Salud
La
salud de las personas y los sistemas sanitarios pagan un precio cada
vez más alto a causa de las condiciones de calor extremo.
En
2019, las altas temperaturas que se registraron en Australia, la
India, el Japón y Europa batieron todos los récords y afectaron
negativamente a la salud y el bienestar de la población. En el
Japón, una intensa ola de calor provocó más de 100 víctimas
mortales y 18 000 ingresos hospitalarios adicionales. En Francia, se
registraron más de 20 000 visitas a urgencias para tratar dolencias
relacionadas con el calor entre junio y mediados de septiembre, y
durante dos importantes olas de calor veraniegas se produjeron 1 462
muertes adicionales en las regiones afectadas.
Los
cambios en las condiciones climáticas acaecidos desde 1950 facilitan
la transmisión del virus del dengue a través de los mosquitos del
género Aedes, con el consiguiente incremento del riesgo de contraer
la enfermedad. En paralelo, la incidencia mundial del dengue se ha
multiplicado drásticamente en los últimos decenios, y el riesgo de
infección afecta a aproximadamente la mitad de la población
mundial. En 2019 se produjo un gran aumento en la cantidad de casos
de dengue en todo el mundo.
Seguridad
alimentaria
La
variabilidad del clima y los fenómenos meteorológicos extremos
figuran entre los factores más importantes que han propiciado el
reciente aumento del hambre en el mundo y son una de las causas
principales de las graves crisis alimentarias. Tras una década de
reducción constante, el hambre repunta: más de 820 millones de
personas padecieron hambre en 2018. De los 33 países afectados por
crisis alimentarias en 2018, en 26 de ellos la variabilidad climática
y los fenómenos meteorológicos extremos fueron, junto con las
perturbaciones económicas y las situaciones de conflicto, factores
que agravaron la coyuntura imperante, mientras que en 12 de esos 26
países, los aspectos climáticos y meteorológicos señalados fueron
la causa principal de la crisis. A la luz de esos datos, la comunidad
internacional se enfrenta al colosal desafío de cumplir el objetivo
Hambre cero de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
La
seguridad alimentaria se deterioró claramente en 2019 en algunos
países del Cuerno de África a causa de los fenómenos climáticos
extremos, los desplazamientos, las situaciones de conflicto y la
violencia. A finales de 2019, se estima que aproximadamente 22,2
millones de personas (6,7 millones en Etiopía, 3,1 millones en
Kenya, 2,1 millones en Somalia, 4,5 millones en Sudán del Sur y 5,8
millones en el Sudán) padecieron de un elevado nivel de inseguridad
alimentaria, una cifra solo ligeramente inferior a la registrada
durante la grave y prolongada sequía de 2016/2017.
Marzo
y gran parte de abril fueron meses con condiciones
extraordinariamente secas y, posteriormente, entre octubre y
diciembre, se produjeron lluvias inusualmente intensas y crecidas. El
episodio de precipitaciones excepcionalmente fuertes de finales de
2019 también fue un factor que favoreció la aparición de la grave
plaga de langostas del desierto que afecta la región del Cuerno de
África, la peor en más de 25 años, y la más grave en 70 años en
Kenya. Todo apunta a que se propagará todavía más de aquí a junio
de 2020 y constituirá una grave amenaza para la seguridad
alimentaria.
Desplazamientos
Entre
enero y junio de 2019 se contabilizaron más de 6,7 millones de
nuevos desplazamientos internos debidos a desastres, entre los que
cabe destacar fenómenos hidrometeorológicos -como el ciclón Idai
en el sureste de África, el ciclón Fani en Asia meridional o el
huracán Dorian en el Caribe- e inundaciones -como las que tuvieron
lugar en el Irán, Filipinas y Etiopía-. Según las previsiones, esa
cifra aumentará desde los 17,2 millones de 2018 hasta quedar cerca
de los 22 millones en 2019. De todos los peligros naturales, las
crecidas y las tormentas fueron los que más desplazamientos
propiciaron.
Fenómenos
de fuerte impacto
Crecidas
Durante
la temporada del monzón, que empezó tarde, pero concluyó con
acumulados totales de precipitación superiores a la media a largo
plazo, se produjeron más de 2 200 víctimas mortales a raíz de
diversas inundaciones que tuvieron lugar en la India, Nepal,
Bangladesh y Myanmar.
Entre
julio de 2018 y junio de 2019, en el territorio contiguo de los
Estados Unidos de América la precipitación media durante ese
período de 12 meses fue la más alta jamás registrada (962 mm). En
ese mismo país, las pérdidas económicas totales debidas a
inundaciones en 2019 se estimaron en 20 000 millones de dólares.
En
enero, algunas zonas de América del Sur se vieron afectadas por
condiciones muy lluviosas. Se produjeron grandes inundaciones en el
norte de la Argentina, el Uruguay y el sur del Brasil, y en los dos
primeros países las pérdidas estimadas ascendieron a 2 500 millones
de dólares.
Por
su parte, la República Islámica del Irán se vio gravemente
afectada por las inundaciones de fines de marzo y principios de
abril. En octubre y principios de noviembre, importantes inundaciones
castigaron muchas partes de África oriental que hasta entonces
habían estado azotadas por la sequía.
Sequía
La
sequía afectó a muchas partes del sureste asiático y a Australia,
que experimentó el año más seco del que se tiene constancia, en
parte como consecuencia de la intensa fase positiva del dipolo del
océano Índico.
En
la parte meridional de África, América Central y zonas de América
del Sur los acumulados de precipitación fueron anormalmente bajos.
Olas
de calor
Para
Australia, el año acabó igual que empezó: con calor extremo. El
verano de 2018/2019 fue el más cálido del que se tienen datos, y lo
mismo se puede decir del mes de diciembre. El día más caluroso,
promediado por zona, del que se tiene constancia en Australia fue el
18 de diciembre, cuando se alcanzaron 41,9 °C. Los siete días más
calurosos jamás registrados en el país y nueve de los diez días
más cálidos de los que se tienen datos se produjeron en 2019.
A
finales de junio y finales de julio se produjeron dos grandes olas de
calor en Europa. En Francia, el 28 de junio se estableció en
Vérargues un récord nacional de 46,0 °C (1,9 °C por encima del
récord anterior). También se fijaron nuevos récords nacionales en
Alemania (42,6 °C), los Países Bajos (40,7 °C), Bélgica (41,8
°C), Luxemburgo (40,8 °C) y el Reino Unido (38,7 °C), y el calor
se extendió hasta los países nórdicos, registrándose en Helsinki
la temperatura más alta de la que se tiene constancia en esa ciudad
(33,2 °C el 28 de julio).
Incendios
forestales
La
temporada de incendios forestales fue superior a la media en diversas
regiones situadas en latitudes altas, como Siberia (Federación de
Rusia) y Alaska (Estados Unidos), y se declararon fuegos en algunas
partes del Ártico donde antes las llamas eran extremadamente
infrecuentes.
La
intensa sequía que azotó Indonesia y los países vecinos provocó
la temporada de incendios más devastadora desde 2015. La cantidad de
fuegos declarados en la región de la Amazonia brasileña solo estuvo
ligeramente por encima de la media de diez años, pero en América
del Sur se registró el número total de incendios más elevado desde
el año 2010. En ese sentido cabe destacar Bolivia y Venezuela, dos
de los países cuyas temporadas de incendios fueron particularmente
virulentas.
En
Australia, la temporada de incendios fue excepcionalmente larga e
inclemente en la última parte de 2019, y se sucedieron grandes focos
de llamas hasta bien entrado el mes de enero de 2020. A principios de
2020, se habían notificado 33 víctimas mortales y la destrucción
de más de 2 000 viviendas, mientras que la superficie total
calcinada en Nueva Gales del Sur y Victoria se había cifrado en
aproximadamente 7 millones de hectáreas.
En
general, las emisiones diarias totales de CO2 debidas a incendios
forestales estuvieron cerca de la media del período 2003-2018, según
el conjunto de datos del Sistema Mundial de Asimilación de Datos
sobre Incendios (GFAS) del servicio de vigilancia atmosférica de
Copernicus (SVAC) del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a
Plazo Medio (ECMWF). Los mayores incrementos con respecto a la media
de 17 años que se registraron en los meses de julio, agosto,
septiembre y finales de diciembre correspondieron al apogeo de los
episodios de incendios en el Ártico, Siberia, Indonesia y Australia,
respectivamente.
Ciclones
tropicales
En
2019, la actividad en cuanto a ciclones tropicales estuvo por encima
de la media en todo el mundo. En el hemisferio norte se produjeron 72
ciclones tropicales. Por su parte, la temporada 2018/2019 en el
hemisferio sur también superó los registros medios, al formarse 27
ciclones.
El
ciclón tropical Idai tocó tierra en Mozambique el 15 de marzo como
uno de los sistemas más potentes jamás vistos en la costa este de
África, provocando numerosas víctimas mortales y devastación
generalizada. Idai contribuyó a la destrucción completa de cerca de
780 000 hectáreas de cultivos en Malawi, Mozambique y Zimbabwe,
socavando todavía más una situación ya de por sí precaria en
cuanto a seguridad alimentaria en la región. El ciclón también
provocó el desplazamiento de por lo menos 50 905 personas en
Zimbabwe, 53 237 en el sur de Malawi y 77 019 en Mozambique.
Uno
de los ciclones tropicales más intensos del año fue Dorian, que
tocó tierra en las Bahamas como huracán de categoría 5. La
destrucción que ocasionó se vio agravada por su avance
excepcionalmente lento, dado que permaneció prácticamente inmóvil
durante unas 24 horas.
El
tifón Hagibis llegó a tierra al oeste de Tokio el 12 de octubre,
provocando graves inundaciones.
Notas
para los editores
-
Los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN), los
Centros Regionales sobre el Clima de la OMM y docenas de expertos
científicos han contribuido a la elaboración de este informe.
-
Organismos de las Naciones Unidas: Han suministrado información la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), la Comisión Oceanográfica Intergubernamental
(COI) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Fondo Monetario Internacional
(FMI), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) la
Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de
Desastres (UNDRR), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Refugiados (ACNUR), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo (UNCTAD), el Programa Mundial de Alimentos
(PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
-
Centros de datos: Centro Mundial de Climatología de las
Precipitaciones; Centro Hadley de la Oficina Meteorológica del Reino
Unido; Centros Nacionales de Información Ambiental de la
Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA);
Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF) y
servicio de Copernicus relativo al Cambio Climático (C3S); Instituto
Goddard de Investigaciones Espaciales (GISS) de la Administración
Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA); Servicio Meteorológico
del Japón (JMA); Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG) de la OMM;
Centro Nacional de Datos Oceanográficos (CNDO) de la NOAA; Centro
Nacional de Datos sobre Nieve y Hielos (NSIDC); Observatorio de Mauna
Loa; Iniciativa Carbono Azul; Observatorio de Hong Kong; Foro sobre
la Evolución Probable del Clima en la región panártica; Iniciativa
de la Agencia Espacial Europea (ESA) sobre el Cambio Climático;
Servicio de Vigilancia Medioambiental Marina de Copernicus (SVMMC);
Programa de Archivo, Validación e Interpretación de Datos
Oceanográficos Satelitales (AVISO); Polar Portal; Departamento de
Oceanografía Física de la Woods Hole Oceanographic Institution;
Instituto de Investigación sobre el Ártico y el Antártico (AARI);
Mercator Océan; Red Mundial del Oxígeno Oceánico (GO2NE); Red
Mundial de Observación de la Acidificación del Océano (GOA-ON);
Instalación de Aplicaciones Satelitales para el Océano y el Hielo
Marino (OSI SAF) de la Organización Europea para la Explotación de
Satélites Meteorológicos (EUMETSAT); Oficina de Meteorología de
Australia; unidad de negocio sobre los océanos y la atmósfera de la
Organización de Investigaciones Científicas e Industriales de la
Commonwealth (CSIRO).
Fuente:
Diversos organismos destacan en un informe las crecientes señales y consecuencias del cambio climático en la atmósfera, la tierra y los océanos, 10 marzo 2020, Organización Meteorológica Mundial. La obra de arte que ilustra esta entrada es "Sudestada" de Daniel Santoro.
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