Jair
Bolsonaro sugiere que, para convertirse en “humanos”, los pueblos
indígenas deben tratar la selva como una mercancía.
por
Eliane Brum
El
presidente de Brasil declaró recientemente que “los indios están
evolucionando” y “cada vez más parecen seres humanos como
nosotros”. La Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil
demandará al ultraderechista por racismo. No es la primera vez que
Jair Bolsonaro niega la humanidad plena de los pueblos originarios.
Viene haciéndolo desde la campaña electoral. Y sabe exactamente por
qué. Sorprende el cinismo de España y otros países europeos, que
aceptan negociar con un racista y aprueban el acuerdo con el
Mercosur. Si a la sensibilidad de Europa no le perturba algo tan
abominable como el racismo, al menos debería impactarle la
deforestación acelerada de la Amazonia. Cuando Bolsonaro anuncia su
racismo, su objetivo es permitir la explotación predatoria en la
selva.
Durante
siglos, las élites brasileñas han apostado por que los pueblos
indígenas fueran absorbidos por la sociedad blanca. La asimilación,
un tipo de exterminio sin sangre, y el genocidio literal, el de la
destrucción de cuerpos, han coexistido y coexisten en la
cotidianidad del país. Al identificar a los indígenas como
parcialmente humanos, Bolsonaro inaugura un concepto de asimilación
aún más perverso que el anterior: quiere convertir a los indígenas
en blancos por medio de un proceso “evolutivo” en el que dejen de
tratar la selva como parte de sí mismos y pasen a tratarla como
mercancía. El “nosotros” de Bolsonaro es “nosotros, los
blancos, que tratamos la selva como propiedad y todo lo que hay en
ella como materias primas”. Esta es la idea que sostiene la
“evolución” de los indígenas en “humanos como nosotros”.
Como la mayoría de los pueblos indígenas se perciben como parte de
la naturaleza, Bolsonaro quiere cambiar esta relación, para que el
proyecto de explotar la selva pueda continuar, afirmando que
obstaculiza su integración en la sociedad dominante, la que
representaría la humanidad “verdadera”.
Según
la Constitución, los pueblos indígenas tienen el usufructo
exclusivo de sus territorios. Las tierras siguen siendo públicas,
pero tienen el derecho permanente de vivir en ellas. Extinguir este
derecho lleva tiempo, y las fuerzas que Bolsonaro representa tienen
prisa. Por lo tanto, el antidemócrata apuesta por corromper a los
líderes indígenas para que luchen por el “derecho” a ser
“propietarios”, para luego poder alquilar y vender la selva a
personas no indígenas. Es la forma más rápida de posibilitar la
explotación privada en las áreas protegidas de la Amazonia.
Destituidos de sus tierras, los indígenas se convertirán en esa
categoría genérica llamada pobres, completando el proceso de
“humanización”.
La
“humanidad” que Bolsonaro pretende conferir a los indígenas
presupone la corrosión del planeta, al convertir la Amazonia en
ganado, soja y minerales. Si el futuro está en manos de este tipo de
humanos, la barbarie está garantizada.
Traducción
de Meritxell Almarza.
Fuente:
Eliane Brum, Racismo para destruir la Amazonia, 5 febrero 2020, El País. Consultado 6 febrero 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario