Humedales
y negocio inmobiliario. La violencia del urbanismo neoliberal, la
necesidad de comprender el valor de los humedales, la lógica
económica con la que opera el capital inmobiliario y las profundas
contradicciones sociales que esto conlleva.
por Natalia
Lerena
Arranca
febrero, el mes más lluvioso del año para Buenos Aires, según
registros históricos del servicio meteorológico. Y junto con esto,
aparece el alerta en muchos barrios de la cuenca del Río Luján, al
norte y oeste de la Región Metropolitana de Buenos Aires. Estos
barrios, año a año, vienen registrando cada vez más eventos de
inundaciones donde, como LID ha venido señalando en artículos
anteriores, el agua se lo lleva todo.
El
problema de las inundaciones, tanto en áreas rurales como urbanas,
es tema recurrente en la Provincia desde siempre, dadas sus
condiciones ambientales naturales, aunque se ha profundizado en las
últimas dos o tres décadas. Involucra una escala que supera
cualquier límite jurídico: en realidad, las inundaciones del Río
Luján deberían entenderse a partir de un análisis de su cuenca. La
Fig. 1 (ver abajo) nos permite observar que esta cuenca, con una
superficie de 2.690 km2, abarca varios partidos de la Provincia de
Buenos Aires: comienza aguas arriba en Suipacha y Mercedes,
localidades fundamentalmente rurales, continúa en Luján, Pilar y
parte de Malvinas Argentinas y José C. Paz, y desemboca sobre el
área del Delta del Río Paraná, Tigre y Escobar. Su enorme
extensión y la diversidad de usos del suelo que aloja (usos
agrícola-ganaderos, industriales, residenciales, terrenos ociosos,
etc.) generan que problemas como las inundaciones no tengan una sola,
sino muchas causas.
Como
en toda cuenca, las áreas próximas a la desembocadura son las más
bajas y, por lo tanto, las que están más expuestas a las crecidas.
El mapa de la Fig. 2 (ver abajo) ilustra la situación para la cuenca
del Río Luján. Si cruzamos esta información con la Fig. 1, podemos
asumir que Luján, Pilar, Escobar y sobre todo Tigre son los partidos
naturalmente más expuestos a las inundaciones.
Asimismo,
hay que tener en cuenta que uno de los rasgos ambientales más
importantes de la Provincia de Buenos Aires es su muy baja altura
sobre el nivel del mar: se emplaza sobre una extensa llanura,
recorrida por numerosos arroyos y cuencas hídricas. Esto, sumado a
fenómenos climáticos locales como la Sudestada y la alternancia de
grandes períodos húmedos y secos, han implicado una natural
exposición al riesgo de inundaciones, más allá de las
transformaciones humanas que se han acelerado en las últimas
décadas. Por último, a estas condiciones ambientales “originales”
de la Cuenca del Río Luján se le suman además los nuevos regímenes
de precipitaciones vinculados al cambio climático, que en nuestra
zona generan más eventos de lluvias, y de mayor intensidad.
Es
sobre esta base ambiental que se han expandido las urbanizaciones, e
intensificado las actividades productivas rurales. A lo largo de la
historia, el desarrollo de actividades humanas en la cuenca ha estado
signado por una mirada de la naturaleza como un “territorio a
conquistar”. Es el caso de la modificación del curso de los
arroyos y la creación de canales artificiales para el riego de los
campos, que modifican levemente el sistema natural de drenaje, así
como de la urbanización sobre los humedales, que hasta hace pocos
años eran considerados pantanos insalubres, que había que secar
para aprovechar el suelo. A nivel internacional esta mirada sobre la
naturaleza ha cambiado, y hoy se reconoce que los humedales cumplen
un servicio ecosistémico fundamental, como reservorios de agua o
“esponjas” que absorben el agua en áreas de mucha humedad,
además de alojar una gran diversidad de especies, por lo que deben
ser protegidos, entre otras cosas, para evitar inundaciones.
El
problema es que este giro en la mirada sobre los humedales es, en
algunos casos, posterior a la expansión sobre esas áreas, y en
otros casos, entra en tensión con proyectos inmobiliarios y con la
lógica de la urbanización neoliberal, que es la que ha orientado la
expansión de la Región Metropolitana de Buenos Aires sobre todo en
las últimas tres décadas. Y es aquí donde debemos introducir las
dimensiones más importantes para el análisis del problema de las
inundaciones en la cuenca del Río Luján: los aspectos económicos,
sociales y políticos.
Las
inundaciones no son un problema en sí mismo, sino parte del ciclo de
la naturaleza. El problema se da cuando, detrás de cada inundación,
decenas o cientos de miles de personas deben afrontar los costos
económicos, sociales y psicológicos de perderlo todo o casi todo.
En otras palabras, cada inundación es un problema social, con
responsables sociales bien concretos, y no una catástrofe natural
inevitable. Si la población no está expuesta al riesgo de
inundaciones, las inundaciones dejan de ser un problema.
Ahora
bien, las personas están expuestas al riesgo de inundaciones por
causas diferentes. Por un lado, a lo largo del tiempo, en la Región
Metropolitana de Buenos Aires, decenas de miles de familias se han
visto forzadas a localizar sus casas en áreas de riesgo natural de
inundación, sin servicios ni infraestructura urbana mínima, y sin
obras hidráulicas, por ejemplo, al borde de los arroyos. Esta
situación se ha generalizado en las últimas décadas, con la
profundización de una lógica excluyente de producción urbana,
donde el acceso a la vivienda segura en la ciudad es cada vez más
restringido.
En
las últimas dos o tres décadas, a esta situación se le suma la
creación de nuevos territorios expuestos a las inundaciones, a
partir de la modificación de las cotas del terreno (que en la cuenca
del Río Luján se elevan en promedio 1,7 metros respecto de la
original), llevadas adelante por los mega emprendimientos
inmobiliarios. Estos proyectos han sido avalados sistemáticamente
por gobiernos de turno de cada municipio, siempre alegando un aumento
en la recaudación fiscal, que pocas veces se expresa en una mejora
de las condiciones de vida del pueblo trabajador. Los municipios de
Pilar, Tigre y Escobar son paradigmáticos en este sentido: el
desarrollo de barrios cerrados y verdaderas ciudadelas privadas, como
Nordelta, han afectado directamente a barrios linderos, como es el
caso -por solo citar un ejemplo- de Las Tunas, en Pacheco. Para el
año 2015, se calculaba la existencia de unos 50 emprendimientos en
unas 7 mil hectáreas de la cuenca baja del Río Luján.
Las
tecnologías de “polderización” o elevación de los terrenos,
antes inundables, junto con la modificación de los arroyos, generan
que las precipitaciones drenen directamente hacia los barrios
linderos, externalizando la problemática de los anegamientos en la
zona. Entre muchas otras desventajas, estas tipologías inmobiliarias
hacen un uso sumamente ineficiente del espacio urbano. Para el año
2004, el total de habitantes en countries para toda la RMBA estaba
estimado en 100 mil personas, con idea de llegar a 500 mil, en una
región de 12 millones de habitantes; sin embargo, ocupaban unos 300
km2, es decir, una vez y media la superficie de la Ciudad de Buenos
Aires (Ríos, 2009). Las enormes transformaciones ambientales sobre
los humedales han creado gigantes rentabilidades, transformando suelo
de usos agrícolas, inundables o vacantes, en suelo urbanizado,
orientado al pequeño sector social más rico del país. Se trató de
enormes operaciones inmobiliarias de compra de tierra a precios
irrisorios, que se valorizaron a partir de una inversión mínima,
por el cambio normativo de suelo rural a urbano. ¿Tiene sentido
avanzar sobre 300 km2 de humedales, modificar el sistema de drenaje
de toda la cuenca y generar nuevas inundaciones, para el
enriquecimiento de unas pocas empresas, y el “bienestar” de pocos
miles de personas, a costa de muchísimas otras?
Las
urbanizaciones cerradas expresan lo más salvaje del urbanismo
capitalista: una avanzada contra el equilibrio ambiental, la
continuidad de una mirada de la naturaleza como fuerza “a domar”,
y la profundización de la precariedad en las condiciones de vida de
las familias linderas, siempre con el objetivo de generar nuevos
nichos de acumulación de capital. Es importante comprender lo
violento que es este tipo de urbanismo, que no solo no resuelve el
urgente problema de la vivienda de cada vez más familias
trabajadoras, sino que expone a nuevas áreas y personas al riesgo
por inundaciones.
El
3 de febrero fue el Día Mundial de los Humedales, iniciativa que
busca reflexionar sobre el valor ecológico y social que tienen estos
ambientes naturales. Aunque se estima que el 23 % de la superficie
argentina pertenece a humedales, nuestro país aún no cuenta con una
ley para proteger estas áreas, iniciativa que se viene impulsando
desde hace una década por parte de diversas ONG y organizaciones
sociales. La agenda ambiental viene dando grandes pasos en los
últimos años y cada vez más sectores –como la juventud- se ven
fuertemente interpelados ya no solo en los países del centro
capitalista, sino en nuestras periferias, porque la crisis ambiental
es innegable y explota todos los días en nuestras caras. Esto abre
debates estratégicos en el campo de la izquierda, acerca de cómo
participar desde una mirada crítica, que exprese la profunda
vinculación que existe entre la lógica económica cortoplacista y
extractivista del capitalismo, y sus efectos en la explotación
ambiental y social. Por eso, es imprescindible consolidar una mirada
que articule políticamente las demandas ambientales con las sociales
y económicas, en el corto, mediano y largo plazo, así como discutir
el “capitalismo verde” y los ambientalismos acríticos.
En
este sentido, comprender el valor de los humedales, la lógica
económica con la que opera el capital inmobiliario y las profundas
contradicciones sociales que esto conlleva (desde la percepción de
nuevas fuentes de trabajo y recaudación de nuevos impuestos, hasta
los efectos materiales, como las inundaciones) resulta una tarea
urgente en la cuenca baja del Río Luján. La prohibición de nuevos
barrios cerrados y de cualquier tipo de urbanización, siempre que
afecte la dinámica natural de los humedales; la expropiación de
sectores actualmente vacantes en los barrios polderizados para la
creación de vivienda social de calidad; y el relevamiento y urgente
indemnización de todos los barrios linderos afectados por la
modificación de las cotas de inundación, son algunas de las
reivindicaciones concretas que podrían articular esos lineamientos
políticos estratégicos.
Natalia Lerena es geógrafa de la UBA
Bibliografía:
Instituto Nacional del Agua (2007) Diagnóstico de funcionamiento hidrológico hidráulico de la Cuenca del Río Luján, Provincia de Buenos Aires. Informe final.
Pintos, Patricia (2015) La privatopía sacrílega. Efectos del urbanismo privado en humedales de la cuenca baja del río Luján. 2da ed revisada. Buenos Aires: Imago Mundi, 240 p.
Ríos, Diego (2009) Espacio urbano y riesgo de desastres. La expansión de las urbanizaciones cerradas sobre áreas inundables de Tigre (Argentina). Ambiente & sociedade, v. XII, p. 99-114. Campinas, Brasil.
Fuente:
Natalia Lerena, No culpes a la lluvia: causas sociales de las inundaciones en la cuenca baja del río Luján, 14 febrero 2020, La Izquierda Diario. Consultado 17 febrero 2020.
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