La
llegada de especies del sur y las nuevas conductas de otras han
alterado todo un ecosistema.
por
Miguel Ángel Criado
El
13 de abril de 2017 desembarcaban en Utqiaġvik, el puerto pesquero
más al norte de Alaska, una ballena boreal. Los esquimales nunca
habían empezado la temporada de caza tan pronto. Días atrás habían
sido avistados varios de estos cetáceos en el mar de Chukotka. Según
los registros, adelantaron más de un mes su regreso desde el sur.
Ese mismo año, cuatro ejemplares con radio baliza invernaron en la
región y también los dos inviernos siguientes. Habían dejado de
emigrar. Un estudio muestra ahora que los cambios no se limitan a las
ballenas. En esta región del Ártico, desde las focas a las algas,
pasando por las aves, es todo el ecosistema el que ya está cambiando
por el cambio climático.
El
mar de Chukotka, delimitado al sur por el estrecho de Bering,
permanecía helado casi la mayor parte del tiempo. Con una extensión
mayor que la de España, forma parte del océano Ártico, bañando el
extremo nordeste de Asia y noroeste de América. Desde hace décadas,
el calentamiento global ha trastocado el ritmo anual de avance y
retirada del hielo. Pero nada como lo que está pasando desde 2017.
En enero de ese año, el hielo apenas llegaba al estrecho y en todo
ese invierno, la extensión helada se mantuvo unos 200.000 km2 por
debajo de los valores medios. En junio, la temperatura cerca del
fondo subió hasta los 4º y en diciembre siguiente, el frente helado
se encontraba 1.000 kilómetros más al norte de lo que acostumbraba.
Ni en febrero de 2018 ni en el de 2019 el hielo llegó al estrecho de
Bering.
Ahora,
una veintena de científicos de diferentes disciplinas ha revisado
cómo estos cambios físicos están impactando en la vida de esta
porción del Ártico y si se está produciendo un cambio sistémico.
Temen que sí. La temperatura estaba en la base de todo el ecosistema
del Pacífico Ártico y esta está subiendo, adelantando el deshielo
en primavera y retardando y debilitando la llegada del hielo en
otoño. También la temperatura mantenía a raya a muchas especies
del sur.
"La
piscina fría del mar de Bering ha desaparecido por completo en 2017,
2018 y 2019", explica el investigador y principal autor del
estudio Henry Huntington. Esta porción fría de agua se forma
trasvasando calor a la atmósfera y se encuentra en la parte norte
del mar de Bering. "Funciona como un tapón: los peces
subárticos no pueden atravesar un agua tan fría para cruzar el
estrecho y llegar al mar de Chukchi [como llaman los anglosajones al
Chukotka]", comenta Seth Danielson, de la Universidad de Alaska
en Fairbanks y coautor del estudio. "Pero si la piscina fría ya
no está, el tapón desaparece y no hay nada que impida a las
especies subárticas llegar al Chukchi, como estamos viendo en los
últimos años", añade.
En
efecto, todas las observaciones, recogidas en el estudio de Nature Climate Change, indican una traslación masiva de especies de peces
del sur hacia el norte. "El bacalao ártico es una especie
fundamental del Ártico y está siendo desplazada por especies
subárticas como el abadejo o el bacalao del Pacífico", comenta
Huntington. Los datos también indican que los salmones rosados que
llegan a remontar los ríos en su viaje final han doblado su número.
Pero
los cambios se están produciendo en toda la cadena trófica. En su
base, hay dos procesos paralelos. Por un lado, el mayor y más
temprano deshielo hace que la porción de agua que recibe la
radiación solar aumente, por lo que los organismos fotosensibles que
forman el fitoplancton se están viendo favorecidos. Por otro y quizá
relacionado, está disminuyendo la abundancia de copépodos,
minúsculos crustáceos que forman parte del zooplancton. Ambos
procesos afectan de forma diferente a las distintas especies de
peces, favoreciendo a unas y perjudicando a otras.
Un
efecto secundario de esto es el cambio en la avifauna, con el declive
de unas aves, las que se alimentan de peces, mientras otras, las que
lo hacen del zooplancton, medran en la nueva situación. "Los
resultados de los estudios en el mar indican que ahora hay más aves
planctívoras en el mar de Chukchi que hace 40 años", cuenta en
un correo la directora de investigación de ABR, una consultora
ambiental de Alaska, Adrian Gall. Varias especies, más habituales
del sur, del Golfo de Alaska e Islas Aleutianas, como mérgulos y
alcas, ya pasan largas temporadas en Chukotka. "Los cambios se
han producido de forma gradual en este tiempo y parece que no son
temporales", añade Gall.
El
principal cambio, quizá, se haya producido en la cúspide del
ecosistema. Las orcas son habituales visitantes del Ártico en
verano, pero este es cada vez más largo, alargando también la
presencia del gran depredador marino, lo que altera todo el
ecosistema. "El año pasado grabé a varias de ellas en el mar
de Beaufort, lo más al norte y al este que las he grabado nunca",
dice la oceanógrafa de la Universidad de Washington Kate Stafford,
especializada en la acústica de la vida marina. "Probablemente
pasen más tiempo en el mar de Chukchi porque, primero, hay menos
hielo así que tienen un espacio libre mayor durante más tiempo al
año y, segundo, hay muchas más especies subárticas, ballenas
jorobadas, rorcuales, ballenas de Minke o grises, en la zona como
posibles presas, en especial sus crías", añade.
El
mayor problema es para las especies que sí eran árticas, como las
belugas o la ballena boreal. Para estas, las orcas eran un animal
casi desconocido. "En esencia, se trata de un nuevo gran
depredador que se ha expandido por el Ártico donde antes no había
ninguno", recuerda Stafford.
Que
todos estos cambios sean definitivos o no puede determinar el paso de
un ecosistema a otro. Y eso lo decidirá el hielo. "En estos
últimos 40 años, no se había registrado una extensión del hielo
tan baja como las de 2018 y 219. Fueron algo único en extensión e
impacto sobre el ecosistema", dice en un correo la científica
de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA)
Phyllis Stabeno. "Habría que recordar que la extensión del
hielo en febrero de 2020 es casi normal", avisa la oceanógrafa.
Para
Huntington, el principal autor del estudio, la prueba definitiva de
que el Ártico, al menos la parte de Chukotka, ya ha cambiado, sería
el asentamiento de grandes poblaciones reproductoras de especies
subárticas. "Ya hemos observado alevines de gádidos [especies
de la familia de los bacalaos] en el sur del mar de Chukchi, pero aún
no está claro si estos peces sobrevivirán al invierno. Es un
proceso de transformación que llevará unos años".
Fuente:
Miguel Ángel Criado, La vida del Ártico ya ha cambiado por el cambio climático, 26 febrero 2020, El País. Consultado 26 febrero 2020.
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