por
Noemí Cruz
Escribo
estas líneas desde Chaco lamentando que lo que advertimos hace menos
de un mes ya está sucediendo: inundaciones.
Acabo
de ver un panorama que me aflige el alma, especialmente en la zona
sudoeste (Pinedo, Gancedo, Charata y alrededores) donde nos
encontramos documentando y dando apoyo a los parajes más aislados.
Las
localidades más afectadas son 9 y las lluvias en algunos casos
superaron los 400 milímetros en poco tiempo. Para tener una idea eso
significa agua hasta casi la cintura.
Hay
200 personas evacuadas y cerca de 35 mil damnificados con distintos
niveles de afectación. Y confirmamos que las inundaciones coinciden
con las zonas más deforestadas en Chaco en los últimos 40 años.
¿Cómo
es posible que, aun así, se siga desmontando? Permitir la
destrucción de los bosques, el paraguas natural de la tierra, tiene
consecuencias muy graves. Más deforestación es más cambio
climático y más inundaciones.
Pudimos
llegar por aire y bajo la lluvia al Paraje Villa El Palmar (a 30 km
de Pinedo) para asistir con víveres a las familias que están
aisladas en la zona más afectada por las inundaciones.
Antes
habíamos intentado llegar por tierra, pero apenas cruzamos la vía,
el barro lo hizo imposible, nos quedamos atascados y los pobladores
de Pinedo, nos ayudaron a salir empujando el vehículo, descalzos,
siendo solidarios pese a su difícil realidad, ya todo es barro en
estos lugares, todo es barro por estos días.
En
el trayecto, vimos desde arriba muchísimos campos con cultivos que
no pudieron absorber el agua que el bosque sano hubiera logrado
escurrir. El camino intransitable, que en vez de camino, parece un
río de agua turbia.
También
vimos casas con pobladores aislados que estaban rodeados de agua
agitando sus manos, pidiendo ayuda, una situación realmente
dramática, algunos caballos estaban parados en una islita de tierra.
Los
bosques y las comunidades ya no resisten más destrucción.
Necesitamos que ahora las autoridades que declaren la Emergencia
Forestal y no autoricen más desmontes en Chaco.
Lluvias
sin tregua, caminos intransitables, animales ahogados, aumento de
mosquitos que pueden incrementar el dengue, temperaturas de más de
46 grados, glifosato que salió en el agua de los campos lavados a
contaminar los pueblos, pérdidas materiales en lugares donde la
situación ya era de pobreza, casas llenas de barro, falta de agua
potable, personas sin nada seco, que muchos permanecen en sus casas
llenas de agua.
Si
a todo esto se le suma que se sigue destruyendo el monte (a principio de febrero detectamos siete topadoras desmontando en seis fincas) los
resultados son cada vez más catastróficos.
Estamos
en emergencia hídrica porque estamos en emergencia forestal. Estamos
pidiendo al gobernador Capitanich que ponga un freno a los desmontes
en el Chaco.
Cada
uno de mis pasos serán firmes, no resbalarán, llevan compromiso y
apoyo de las personas que defienden los bosques . Y eso fortalece la
esperanza de que un día no haya más topadoras destruyendo nuestro
hogar.
Un
día el bosque ganará.
Noemí Cruz, Campaña de Bosques
Fuente:
Noemí Cruz, Experiencia en las inundaciones en Chaco: “es un panorama que aflige el alma”, Greenpeace Argentina. Consultado 19 febrero 2020.
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