La
última semana hemos leído con estupor los argumentos esgrimidos por
la nueva defensa de Cormecor en contra del fallo de la Cámara I en
lo Contencioso Administrativo que, el 30 de diciembre pasado, hizo
lugar al pedido de amparo ambiental de los vecinos y municipalidad de
Villa Parque Santa Ana y zonas aledañas contra la instalación del
megabasural en el paraje Alto El Durazno.
Los
argumentos de la defensa de Cormecor postulan una “caprichosa”
interpretación del derecho constitucional a un ambiente sano.
Insisten en que los habitantes de Villa Parque Santa Ana y zonas
aledañas, no tienen el mismo derecho que los demás ciudadanos a
vivir un ambiente sano. Este argumento viola el principio
constitucional de igualdad ante la ley y todos los principios
internacionales sobre Derechos Humanos. Es un argumento fascista que
intenta crear grupos humanos sacrificables con artificios retóricos.
La defensa de Cormecor inventa el «derecho» de las mayorías a
enajenar el ambiente y la salud de las minorías.
Mediante
una inconcebible retórica antidemocrática, construye falsas
dicotomías entre «mayorías y minorías» para encubrir las
responsabilidades de los funcionarios públicos por sucesivos actos
de corrupción y violación a las leyes vigentes sobre protección
ambiental y Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU).
La
apelación presentada por Cormecor evade los postulados de fondo del
fallo. No puede rebatir la evidencia de corrupción en el proceso de
autorización de la licencia ambiental, e intenta reducir la cuestión
y desviar la atención hacia las “distancias a las fosas”.
Aunque
durante años le hicieron creer a la ciudadanía que contaban con el
aval de la Universidad y que habían seguido las recomendaciones del
Instituto Superior de Estudios Ambientales (ISEA), ahora Cormecor
intenta deslegitimar al ISEA-UNC para apartarse drásticamente de sus
recomendaciones. A pesar que la Secretaría de Ambiente citó
-fraudulentamente- a la Agencia Ambiental EPA de EEUU para autorizar
a Cormecor a instalarse a sólo 1 km de Villa Parque Santa Ana; ahora
en la apelación dicen que no debemos regirnos por las
recomendaciones de organismos internacionales como la EPA.
Dicen
las partes demandadas en la apelación que la fosa II planificada por
Cormecor cumple con el apartamiento de 4 km de Villa Parque Santa
Ana. Mienten. Los peritos ya hicieron las mediciones e indicaron que
esa fosa -de instalarse- estaría a menos de 2,5 Km de Santa Ana,
violando la recomendación del ISEA. Pero incluso hay casas de la
zona rural ubicada a pocos metros del lugar y la escuela de Potrero
del Estado quedaría dentro de la zona de impacto directo del
vertedero. Siguen invisibilizando a las poblaciones que pretenden
sacrificar. Sencillamente mienten y continúan manipulando los datos
como hicieron en el Estudio de Impacto Ambiental y el informe técnico
de la Secretaría de Ambiente.
Vuelven
a apelar a la emergencia ambiental que suscita el inminente colapso
del actual enterramiento sanitario administrado por Cormecor,
extorsionando a los jueces para forzar otra errática salida ilegal.
Son
los demandados (Cormecor, la Municipalidad de Córdoba y la
Secretaría de Ambiente de la Provincia) los principales responsables
del colapso de Piedras Blancas.
Llevan
décadas sin elaborar ni ejecutar planes de reducción de residuos,
en flagrante violación a las leyes GIRSU vigentes desde hace 17
años. En Córdoba se entierra más del 99,5 % de la basura urbana,
se recicla apenas el 0,5 %.
Desde
hace 6 años, Cormecor alerta sobre el inminente colapso del actual
enterramiento de Piedras Blancas; sin embargo, los municipios que
integran Cormecor llevan más de 6 años sin plantear programas de
reducción de residuos, por el simple hecho que cobran por tonelada
de basura enterrada.
Desde
hace más de 6 años, Cormecor alerta sobre el colapso del actual
enterramiento de Piedras Blancas; sin embargo, continuaron
incorporando más y más localidades para que arrojaran sus residuos
allí. Porque, reiteramos, cobran por tonelada enterrada.
Cormecor
juega peligrosamente a colapsar el precario enterramiento de Piedras
Blancas, porque claramente es el único plan -extorsivo y perverso-
que han diseñado y ejecutado hasta el momento.
El
colapso de Piedras Blancas es resultado de su plan de negocios
hipócritamente llamado “plan ambiental”. Ellos son los únicos
responsables de seguir engordando esa montaña pestilente y ecocida
de Piedras Blancas, como antes lo hicieron en Potrero del Estado.
Ellos son los responsables de la grave crisis ambiental que sufre
Córdoba. Son los responsables de haber violado por décadas las
leyes que regulan el tratamiento de los RSU en Argentina. Son los
responsables de enajenar y poner en peligro a las presentes y futuras
generaciones.
Sin
embargo, todo ese tiempo de inacción, de decidía, de
irresponsabilidad y corrupción, han seguido cobrando los sueldos que
todos los contribuyentes pagamos … Y el responsable técnico de
este desastre ecológico continúa con su cargo – y su sueldo- en
Cormecor…
¿Quién
penará estos delitos? ¿Quién obligará finalmente a los municipios
a cumplir la ley? ¿Quién garantizará un plan de tratamiento
integral de los RSU legal, ambientalmente sustentable y socialmente
justo?
La
justicia de Córdoba debe hacer su parte para que los delitos
ambientales dejen de repetirse gestión tras gestión, año tras año.
La justicia debe actuar para que las leyes dejen de ser violadas por
los propios Estados y se garanticen los derechos de todos los
ciudadanos, preservando el ambiente para la vida de las generaciones
presentes y futuras…
Llaryora
tiene la enorme responsabilidad de cambiar la nefasta historia
ecocida de sus antecesores. ¿Estará a la altura? ¿O seguirán los
negociados a costa del ambiente de todos?
ES
HORA DE JUSTICIA AMBIENTAL
Santa
María Sin Basura
26/02/20
Fuente:
Es hora de Justicia Ambiental, 26 febrero 2020, Santa María Sin Basura. Consultado 27 febrero 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario