Cuando
era peón, heredó esta estancia ubicada en Tinoco y rodeada de
cultivos.
por
Lucas Viano
Armando
José Mira (72 años) camina por el borde de su monte nativo, unas
800 hectáreas cerca de Tinoco, un pueblo ubicado a 50 kilómetros
hacia el noreste de la ciudad de Córdoba.
El
bosque es uno de los escasos parches de espinal, una ecorregión casi
desaparecida de Córdoba, y está rodeada de campos cultivados que se
cotizan, por los menos, a 7.500 dólares la hectárea.
-
¿Conoce los nombres de las plantas?
-
¡Cómo no los voy a conocer! - responde Armando, un poco ofendido
con este periodista. Y luego menciona: garabato, molle (moradillo),
quebracho, espinillo, chañar, tala, etcétera.
Armando
llegó a con su esposa a este monte en 1980 como peón de campo.
Cuidaba el ganado. El estanciero se murió, pero le cedió de palabra
parte del predio y la hacienda.
“Tenía
180 animales, pero los fui vendiendo porque se escapaban por una
parte del alambre que todavía esta cortado”, cuenta.
Desde
ese tiempo, Armando ha custodiado este relicto de monte nativo, el
último monte del centro de Córdoba.
Biodiversidad
Hace
algunos años, investigadores del Conicet y de la Universidad
Nacional de Córdoba (UNC) notaron este parche verde oscuro en Google
Earth.
Así
conocieron a Armando. Ahora hay seis proyectos de investigación que
estudian flora y fauna de este oasis nativo en el medio del desierto
agrícola.
Los
biólogos determinaron que hay unas 115 especies de aves en el monte,
incluidas el ñandú, halconcito gris, monterita canela y monjita
castaña, por citar las más raras y en peligro de extinción.
Con
cámaras trampa, los científicos también lograron registrar la
presencia de corzuelas, zorro gris, zorrino, comadreja común, gato
montés, yaguarundí, quirquincho grande y puma.
Los
investigadores que trabajan en Tinoco son Ernesto Verga, Lucila
Castro y Fernando Barri, del Instituto de Diversidad y Ecología
Animal (Idea); y Gabriel Grilli, Mariana Pereyra y Pablo Yair Huais
del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv). Ambos
institutos pertenecen al Conicet y a la UNC.
Los
beneficios del monte
Armando
tiene una relación especial con el monte. No es un ecologista. No es
un ambientalista. Sabe que el monte vale y está escaseando en
Córdoba. Sabe que el monte cuida el aire, lo protege del viento y de
las crecidas.
“Ya
no hay casi monte. ¿La atmósfera dónde se va? No hay atmósfera.
El monte cuida la atmósfera. Si viene la correntada, también la
ataja mucho. También el viento. Las chacras que no tienen monte, el
viento es capaz de levantarles el techo de la casa”, cuenta.
Y
agrega: “No quiero que volteen el monte. Mientras yo viva, va a
estar parado. Y una vez que cierre los ojos, espero que siga igual”.
Pero
Armando también sabe que el monte le puede quitar lo poco que tiene.
Por eso duerme con la escopeta al lado de la cama. Cuenta que hace
unos días tuvo que matar a un gato montés que le estaba comiendo
las gallinas.
El
solitario Armando
Desde
que enviudó hace unos años (estuvo 48 años casado), Armando vive
solo con las 30 gallinas y con la oveja llamada “Muñeca”. “Come
lo que le den: pasto, fideo, arroz, polenta y hasta toma la sopa”,
cuenta.
Luego
repite el dicho “más vale solo que mal acompañado”, pero deja
abierta una puerta: “Ya vamos a ver si conseguimos alguien que nos
haga compañía”.
Con
la pava ceba un mate bien dulce y cuenta que a veces va a Tinoco, un
pueblo de no más de 200 habitantes, para hacer las compras. “Hoy
fui a comprar carne, tomate y pan. Tardé una hora cuarenta en
llegar. Pero a veces tengo suerte y que alguien me lleve o me
traiga”, dice.
No
tiene heladera. La carne la colgó a la sombra hasta que haga el
estofado. Al lado, hay una pequeña repisa para poner el celular. Es
el mejor lugar con señal.
La
tierra es apta para agricultura, como los campos que la rodean. Y
Armando arrienda parte del predio para cultivar soja y maíz, pero se
niega a desmontar el resto. Está protegido en categoría roja por la
ley de bosque provincial.
Reconocimiento
oficial
Hace
unas semanas, con ayuda de los investigadores de la UNC y del
Conicet, Armando logró ser reconocido como el protector de este
monte.
La
Dirección de Bosques de la Secretaría de Ambiente de Córdoba
inscribió a Mira como acreedor de los fondos nacionales destinados a
propietarios de predios con bosque nativo.
Con
esa plata, espera poder arreglar la casa. “Se está descascarando
toda. Es solo cal y arena. No conoce el portland. La toca y se cae
sola”, asegura Armando.
“Este
reconocimiento implica que el bosque nativo de Tinoco debe protegerse
a perpetuidad en la máxima categoría de conservación,
independientemente de los cambios de titularidad o de dominio que
puedan ocurrir y de los intereses que terceros o gobiernos de turno
puedan tener sobre esa tierra”, dice un comunicado de los
investigadores.
Los
biólogos quieren avanzar hacia la creación de una reserva
provincial.
Pero
el último embate al monte lo dio el propio Gobierno provincial, que
decidió desmontar varias hectáreas para crear un canal de desagüe
hasta el río Carnero y evitar que se inunden los campos colindantes.
La obra fue multada por la Policía Ambiental.
“Hace
unos días, quisieron limpiar con máquinas el canal. No los dejé
pasar”, asegura Armando, el custodio de este oasis nativo.
Un
sitio ideal para el trabajo de científicos
Analizan
la interacción entre monte y sistemas agrícolas.
Investigadores.
El monte de Armando se ha convertido en un sitio ideal para estudiar
la interacción entre el monte nativo y los sistemas agrícolas.
Aves.
Ornitólogos registraron la presencia de 115 especies de aves, varias
de ellas endémicas de Córdoba.
Mamíferos.
La cámaras trampas instaladas por los científicos captaron a varios
mamíferos, pumas y corzuelas.
Fuente:
Lucas Viano, El custodio del último oasis de monte nativo en el centro de Córdoba, 8 febrero 2020, La Voz del Interior. Consultado 8 febrero 2020.
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