por
Neena Bhandari
SYDNEY,
8 ene 2020 (IPS) - El fuego arrasa todo lo que está a su paso en
Australia reduciendo a cenizas personas, vegetación y pintorescas
localidad históricas y turísticas con una voracidad nunca antes
vista. El grado de destrucción puede sintetizarse en una palabra:
apocalíptico.
Los
incendios forestales, habituales en las áreas boscosas, de
matorrales y de pradera, comenzaron a principio de septiembre, cuando
todavía faltaban unos meses para el inicio del verano austral, y con
ellos se avivó el debate sobre la falta de medidas contra el cambio
climático en este país.
El
año pasado fue el más seco y caluroso de que se tenga registro, con
temperaturas de 1,52 grados centígrados por encima del promedio.
Con
temperaturas que llegaron a 50 grados, la tierra reseca, la poca
humedad y los fuertes vientos avivaron los incendios que ya dejaron
24 personas muertas, entre ellas tres bomberos voluntarios, y
arrasaron más de 6,3 millones de hectáreas. Miles de personas
perdieron sus viviendas y el impacto sobre la vida silvestre ya es
enorme.
La
magnitud y la persistencia de los incendios es inimaginable, explicó
Diana Plater, una escritora que se crío en Nueva Gales del Sur y ha
visto unos cuantos incendios forestales. Hace dos años, se entrenó
para ser bombera voluntaria y ayudar a su pequeña comunidad del
valle de Foxground, dos horas al sur de Sydney.
El
Servicio para Incendios Rurales de Nueva Gales del Sur es el mayor de
los servicios de emergencia de voluntarios con más de 70.000 hombres
y mujeres, quienes han desempeñado un papel fundamental asistiendo a
las comunidades afectadas.
“Es
importante permanecer física y mentalmente fuerte y ser práctica, y
eso se aprende siendo bombera. Es agotador, pero la camaradería y el
humor que compartimos nos mantiene en pie”, relató Plater en
diálogo con IPS
Científicos
y ambientalistas alertan sobre la mayor intensidad del
recalentamiento global y sobre la duración de los incendios e
inundaciones, lo que aumentó la presión sobre Australia para tome
medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Un
estudio reveló en 2019 que 61 por ciento de los australianos
consultados dijeron que “el recalentamiento global es serio y es un
problema acuciante” sobre el que “hay que tomar medidas ahora,
aun si implica costos significativos”. Eso representa un aumento de
25 puntos porcentuales con respecto a 2012, según la consultora
Lowy.
Este
país se fijó la meta de reducir 26 por ciento las emisiones
contaminantes para 2030, con respecto al volumen de 2005.
En
la 25 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en Madrid en
diciembre de 2019, uno de los momentos más delicados fue cuando
Australia quiso utilizar una cuota vencida de créditos por reducción
de emisiones, una medida contable para que los países midan la
reducción histórica de emisiones que superaron los objetivos
internacionales con respecto a su meta actual.
“Tras
lograr negociar objetivos extraordinariamente bajos, en el marco del
Protocolo de Kioto (el objetivo de Australia para 2020 está cinco
por ciento por debajo del nivel de 2000), el gobierno planea usar
esos créditos vencidos de un acuerdo totalmente diferente para
socavar el Acuerdo de París”, explica la organización australiana
Climate Council.
“El
uso del gobierno australiano de trucos contables dudosos y poco
honestos para cumplir el lamentable e inadecuado objetivo fijado para
2030 es irresponsable porque tapa la verdadera acción climática”,
apunta.
Australia
tiene uno de los mayores volúmenes de emisiones de carbono por
habitante, y es responsable de 1,3 por ciento de los gases emitidos
en todo el mundo con una relativamente pequeña población de 25
millones de personas.
Este
país también es el mayor exportador de carbón metalúrgico, al
concentrar 17 por ciento de la producción mundial en 2018, y el
segundo exportador de carbón térmico, con 210 millones de toneladas
vendidas entre 2018 y 2019 por 26 millones de dólares australianos
(unos 17,8 millones de dólares estadounidenses).
Organizaciones
ambientalistas sostienen que es posible lograr una economía con
bajas emisiones de carbono en Australia, pues este país tienen un
gran potencial para desarrollar energía solar y eólica.
El
ambientalista y exlíder del Partido Verde australiano Bob Brown dijo
a IPS: “Necesitamos liderazgo en una crisis climática mundial;
para empezar no más minas de carbón y pozos de gas o petróleo,
sino pasarse a energías renovables. Este es un país soleado y
tenemos una fantástica tecnología solar. Tenemos capacidad para
convertirnos en líderes mundial en materia de tecnología y en su
aplicación, así como de exportar esa aplicación a otros países
como India”.
Otro
aspecto preocupante es el impacto económico de los incendios
forestales en Australia, pues será enorme.
“Los
montos solicitados a las aseguradoras serán enormes, así como el
aumento permanente de las primas en lo relacionado con el cambio
climático. La destrucción y la perturbación de negocios en Nueva
Gales del Sur y Victoria durará varios meses, y este costo otra vez
será enorme, pero incuantificable”, alertó Tim Buckley, director
de Estudios de Finanzas en cuestiones de Energía, del Instituto para
el Análisis Financiero y Económico de Energía, en diálogo con
IPS.
El
gerente de Recuperación y Desmonte del Fondo Mundial para la
Naturaleza en Australia, Stuart Blanch, dijo a IPS: “Hasta que no
se contengan los incendios, no se sabrá el volumen del daño. Muchos
bosques demorarán décadas en recuperarse, y los incendios
empeoraron la crisis de extinción (de vida silvestre)”.
Por
su parte, el profesor Chris Dickman, de la Universidad de Sydney,
estima que 480 millones de mamíferos autóctonos, aves y reptiles se
vieron afectados por los incendios solo en Nueva Gales del Sur desde
septiembre de 2019. Eso incluye la muerte de miles de koalas, así
como de otras especies características como canguros, ualabíes,
petauros, y aves como cucaburras, cacatúas y melifágidos.
Deborah
Tabart, presidenta de la Fundación Australiana de Koalas, alertó en
mayo de 2019 que el marsupial estaba “funcionalmente extinto”.
“El
calor, sin agua en los sistemas hídricos (tan importantes para el
hábitat saludable del koala), la sequía, la mala gestión del agua
y el poco sostenible uso del ambiente son todos factores clave de
esta catástrofe”, explicó.
“Los
incendios forestales diezmaron el hábitat natural de los koalas.
Necesitamos una ley de protección de koalas de inmediato”, subrayó
Tabart.
Además,
el humo que blanquea pueblos y ciudades expone a las personas a altos
grados de contaminación en un plazo prolongado, lo que supone un
problema mayor para personas con enfermedades respiratorias.
“La
cuestión central no son solo las grandes partículas que se inhalan,
sino más importante aún las pequeñas de menos de 2,5 micrómetros,
que causan inflamación y quedan en lo profundo del pulmón,
generando su inflamación. También pueden seguir hasta el torrente
sanguíneo causando inflamación en otras áreas, por ejemplo, en el
corazón”, explicó Bruce Thompson, decano de la Facultad de
Ciencias de la Salud de la Universidad de Swinburne.
Por
su parte, el profesor Stuart Khan, profesor de ingeniería ambiental
y civil en la Universidad de Nueva Gales del Sur, señaló: “Urgen
las lluvias para extinguir los incendios y aliviar la sequía, pero
la escorrentía contaminada hacia los cursos de agua significará
otro desafío para la calidad del agua potable”.
“Las
cenizas están compuestas en gran parte de carbón orgánico, que se
degradará en los cursos de agua y podría reducir las
concentraciones de oxígeno y la calidad del recurso”, acotó.
También “tienen nutrientes concentrados, que incluyen nitrógeno y
fósforo, que pueden estimular el crecimiento de algas y
cianobacterias en los cursos de agua”, añadió Khan.
Cuando
se terminó de escribir este artículo todavía quedaban 100 focos de
prendidos en el sureste de Australia.
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Fuente:
Neena Bhandari, Candente presión contra el cambio climático en Australia, 8 enero 2020, Inter Press Service. Consultado 8 enero 2020.
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