Dos
investigadoras probaron que el plaguicida, de uso extendido en
cultivos, aumenta la incidencia de cáncer de mama en animales, y
advierten por el riesgo para las personas. "Está silenciado",
dicen.
Uno
de los laboratorios de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la
UBA está dominado por una sensación de extrañeza. "Parecería
que nadie se da cuenta. Todos apuntan al glifosato, pero lo que está
pasando con el clorpirifós es terrible. Se usa muchísimo, está en
todos lados y los datos sobre la exposición están reportados. No sé
si es porque el nombre es raro, pero el tema esta silenciado",
dice Claudia Cocca, investigadora independiente del Conicet,
profesora adjunta de la Carrera de Técnico Universitario en Medicina
Nuclear y, desde hace varios años, dedicada a los efectos que
producen algunos plaguicidas sobre la salud de los expuestos. "Yo
les digo a los estudiantes: ¿quieren ver resultados en el
laboratorio? Poné clorpirifós. Provoca demasiadas alteraciones".
El
clorpirifós es un insecticida organofosforado que en la Argentina se
aplica en cantidades fenomenales sobre los cultivos. Su uso doméstico
está prohibido por ley desde 2009, aunque se sigue vendiendo
libremente como veneno para hormigas, pulgas y otras plagas. El
Senasa lo considera de clase II, es decir, un producto "moderadamente
peligroso y nocivo", aunque hace unos días la Comisión Europea
lo prohibió "por su peligrosidad para la salud humana". No
se trata de un capricho: varios estudios alrededor del mundo probaron
que ataca el sistema nervioso provocando desde incoordinación motora
hasta la muerte por asfixia. También puede causar retraso en la
maduración embrionaria; deterioro del crecimiento y de la
reproducción; cambios comportamentales y neurológicos; deformidades
y mortalidad a largo plazo. Existe, además, evidencia científica
sobre daños a nivel del ADN que los convierten en un poderoso
cancerígeno.
En
la Argentina, aunque no trascienda, un grupo de investigadores se
ocupa de estudiar las consecuencias de su exposición desde 2008. Los
resultados confirman esa peligrosa reputación. "Nosotros
hacemos estudios 'in vitro' con cultivos celulares e 'in vivo' con
animales, para estudiar los efectos de los organofosforados en el
crecimiento de cáncer de mama. Y nuestras conclusiones marcaron
justamente eso. Podríamos inferir, entonces, que el clorpirifós
también aumentaría el riesgo de cáncer de mama en humanos",
destaca Cocca.
"Cuando
empezamos había muy pocos indicios. Sólo en Estados Unidos y Europa
habían demostrado que la población expuesta en forma crónica y en
bajas dosis a diferentes tipos de contaminantes, por consumirlos en
los alimentos, en el agua, en el aire, tenía efectos sobre la salud,
como diabetes, cáncer, hipertensión arterial, autismo, problemas
neurológicos y desordenes inmunológicos. Ahí empezó el concepto
de disruptor endócrino", explica la bióloga Andrea Randi.
Que
el clorpirifós sea un disruptor endócrino, explica Randi -quien
además es investigadora independiente del Conicet y jefa del
Laboratorio de Efectos Biológicos de Contaminantes Ambientales de la
Facultad de Medicina de la UBA-, significa que puede alterar los
niveles hormonales dentro del organismo o la función de los
receptores hormonales, los cuales desregulan las células,
provocando, por ejemplo, la promoción de las diferentes etapas el
cáncer.
"Muchas
veces ha habido discusiones sobre si está bien dar anticonceptivos y
es justamente por lo mismo que pasa con el clorpirifós: su efecto
estrogénico. La exposición constante a estrógenos es un factor de
riesgo. Hace unos años se descubrió que la terapia hormonal que le
daban a las mujeres menopáusicas aumentaba el riesgo de cáncer de
mama", agrega Cocca.
Las
dos investigadoras también citan los trabajos de un grupo de la
Universidad Nacional del Comahue, que investigó la exposición de
mujeres embarazadas en poblaciones donde se fumigan cultivos de
frutas y cómo esas alteraciones afectan también a sus bebés dentro
del útero (ver aparte).
"Si
fuéramos conscientes de lo que producen -concluye Cocca-, no sé
si dejaríamos pasar una avioneta con plaguicidas. Hay que empezar a
pensar de otra forma y cambiar el sistema de producción agraria. A
partir de ahí ya vamos a tener solucionado un montón de cosas".
Fuente:
Gastón Rodríguez @Soyelpapadeleon, "Todos apuntan al glifosato, pero lo que está pasando con el clorpirifós es terrible", 15 diciembre 2019, Tiempo Argentino. Consultado 17 diciembre 2019.
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