sábado, 7 de diciembre de 2019

La reforestación con tabaquillos en las sierras altas pega un buen salto

La tarea de voluntarios cordobeses sumó apoyo de fundaciones internacionales. Para 2020 se prevén sembrar 160 mil ejemplares de esa especie nativa, en franco retroceso.

por Fernando Colautti

Eran unas pocas voluntades que, hace dos décadas, empezaron a porfiarle al destino esa impresión de que los tabaquillos terminarían desapareciendo de las sierras cordobesas. Ese árbol, símbolo de la zona serrana alta, estaba en franco retroceso y en riesgo de extinción.

Ricardo Suárez creó en Río Ceballos, en 1997, un proyecto que bautizó Conservación y Reforestación de las Sierras. Una de sus obsesiones fue la siembra de tabaquillos en su casa, para plantarlos luego allá arriba, donde cada vez había menos. Empezó con algunos cientos, y ya lleva -con grupos de voluntarios que se van renovando- más de 120 mil sembrados en una zona de Los Gigantes, en el valle de Punilla.

En el camino, apareció otro sueño similar. La cara visible era la del biólogo Daniel Renison, investigador de la UNC y del Conicet, que junto a la ONG Ecosistemas Argentinos que integraba, empezó también a sembrar tabaquillos en su casa de Cuesta Blanca para llevarlos, viaje tras viaje y sumando otras voluntades, hasta las alturas de Los Gigantes.

Con los años, en varias hectáreas donde sólo había piedra y algún pastizal, fueron creciendo otra vez los tabaquillos.

A esos dos emprendimientos se fueron sumando otros. En el valle de Traslasierra, por ejemplo, desde el 2002 la Fundación de Actividades Biosféricas viene poblando grietas serranas con tabaquillos, a 2.600 metros, arriba de Los Molles, a través de un proyecto que no le escapa a las metáforas: “Ordeñando nubes” se llama, porque rescata el favor de la niebla para sostener la vegetación de altura.

Se sumó luego otra experiencia entre el área de Los Gigantes y el camino de las Altas Cumbres, motorizada por Julio Domínguez.

Este 2019, el mismo sueño voló hacia el sur, hasta el valle de Calamuchita. Allí acaba de ponerse en marcha un plan de reforestación en torno de uno de los varios refugios para excursionistas en la base del cerro Champaquí (ver nota aparte).

Fuera de esos intentos, sólo en las hondonadas del Parque Nacional Quebrada del Condorito se logró conservar y mejorar los bosques de esa especie que quedaban cuando hace 23 años fue creado.

La pelea para que las sierras altas se parezcan a lo que se supone que alguna vez fueron en materia de bosques nativos es desigual. Pero esas experiencias que parecían arrestos individuales, de voluntades aisladas, se fueron juntando. Y no sólo crecieron al unirse sino que están a punto de dar un gran salto.

Apoyo internacional

El proyecto cordobés de reforestación fue tomado como un modelo “de exportación” hace más de un año. A través de fundaciones internacionales, que aportan recursos de varios países, está en marcha ahora el plan Acción Andina, que pretende repoblar con tabaquillos sectores de Bolivia, Perú, Chile, Colombia y Ecuador, donde también es nativo y registra un alarmante retroceso.

La aspiración, ahora, es llegar a plantar millones de tabaquillos en cerros de esos países, en base a iniciativas de ONG, con voluntarios pero también con más recursos económicos ya gestionados.

Veníamos plantando unos dos mil ejemplares por año, en conjunto. Pero desde que se sumó el apoyo con Acción Andina, pasamos a unos 50 mil en 2019 y planificamos que sean más de 160 mil en 2020”, marcó Daniel Renison, el biólogo que, por esta acción, fue elegido Cordobés del Año, en 2015, por los lectores de La Voz.

La idea es llegar a unas 250 hectáreas de bosques de tabaquillos sembrados, en los próximos cuatro años”, señaló a su vez Ricardo Suárez. Se habla de bosques, y no de ejemplares sueltos o aislados.

Desde el Estado nunca hubo interés ni apoyo. Fue siempre pura vocación, pura voluntad. Ahora se da esta oportunidad de crecimiento por esta asociación con fundaciones internacionales, que acercan recursos, y que a la vez tomaron estas experiencias cordobesas como modelo”, indicó Suárez.

El 70 por ciento de los plantines sembrados sobrevive (con los cuidados necesarios y si se cuenta con alambrado que evite el ingreso de ganado) en los 10 primeros años. Después, decrece la tasa, por la competencia entre ellos por espacio. Pero, en ese caso, ya con el bosquecillo asegurado.

Renison admite que no hay certeza de qué superficie de las sierras altas estaban cubiertas de tabaquillos hace un siglo.

Suárez cree que podría llegar a darse una reducción similar a la que se registró, en 100 años, en el bosque nativo de toda la provincia, donde queda (en buen estado) el tres por ciento de la superficie que alguna vez tuvo.

Lo que dan por seguro, es que hubo mucho más de lo que hay. Pero también que seguirán en la pelea para dar vuelta ese destino que parecía indicar que para ver un tabaquillo en Córdoba tendríamos que recurrir, en algún momento, sólo a fotos de archivo.

Los cientos de voluntarios que suben a reforestar en los fines de semana, sabrán que cada árbol es uno solo. Pero que, también, uno a uno hacen posible el sueño de llegar a ver un nuevo bosque. Allí, donde falta hace.

Una especie que debiera ser símbolo de Córdoba

El tabaquillo es el nombre con que se conoce en Córdoba al Polylepis australis. En Bolivia y en Perú lo llaman queñoa o queuñoa.

Es un árbol de chico a mediano, de la familia de las rosáceas. Sólo crece en altura, sobre zonas montañosas: según las regiones y los climas, lo hace arriba de los 1.200 metros en algunas y de los 3.500 en otras. Debe su nombre al color y a la textura de su tronco, que recuerda al tabaco.

En la zona alta de las serranías cordobeses no hay otro árbol que pueda crecer arriba de los 1.400 metros, a excepción de maitenes.

Fuente:
Fernando Colautti, La reforestación con tabaquillos en las sierras altas pega un buen salto, 7 diciembre 2019, La Voz del Interior. Consultado 7 diciembre 2019.

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