El
riesgo se potencia cuando entra en contacto con el arsénico.
Científicos argentinos confirmaron que ese herbicida junto con
arsénico (presente de forma natural en amplias regiones) producen
alteración hormonal y daño genético, antesala posible de
enfermedades como el cáncer.
por
Darío Aranda
"Los
resultados presentados aquí deberían ser motivo de preocupación
para los sistemas (responsables) de la salud humana y de la vida
silvestre", alerta un trabajo científico inédito a nivel
mundial, realizado por científicos argentinos, que determinó los
riesgos del glifosato, herbicida estrella del modelo de agronegocio,
en contacto con el arsénico (químico presente de forma natural en
amplias zonas fumigadas). Existen numerosas pruebas científicas de
los efectos en la salud y el ambiente del glifosato, y ahora se
confirma su efectivo perjudicial potenciado: produce alteración de
las hormonas y daño genético, males asociados a enfermedades como
el cáncer. "No tengo dudas de las consecuencias del glifosato.
Es tóxico y causa efectos muy nocivos. Hay más de 1000 trabajos
científicos que lo confirman", afirmó Rafael Lajmanovich,
científico a cargo de la investigación.
Rafael
Lajmanovich es profesor titular de la Cátedra de Ecotoxicología de
la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad
Nacional del Litoral e investigador del Conicet. Trabaja desde 1998
en el estudio del impacto de los agroecosistemas y los agroquímicos
sobre la fauna silvestre de anfibios. Cuenta con más de cien
trabajos internacionales y capítulos de libros sobre el tema.
Durante
más de seis meses analizó (junto a un grupo de investigadores) el
efecto del glifosato con el arsénico (que se encuentra presente de
forma natural en agua y suelos de Argentina -muchas de las zonas
agrícolas-). Y confirmó lo temido: tienen un efecto sinérgico, se
potencian, y producen consecuencias muy graves.
Confirmaron
disrupción hormonal (aumento en la concentración de hormonas
tiroideas), la mayor proliferación celular (aumentan su tasa normal
de división celular) y genotoxicidad (daño en el material
genético). "Estos tres marcadores son fuertes indicadores de
mayor riesgo ecotóxicológico de procesos de daño en el ADN y/o de
los mecanismos de regulación del mismo (llamado daño epigenético),
que resultan en una proliferación celular incontrolada",
explicó Lajmanovich. Es una obviedad en el mundo científico,
probado desde hace décadas: a mayor daño genético, mayor
probabilidad de contraer enfermedades como el cáncer y
malformaciones.
En
el mismo sentido, la experimentación en anfibios en una de las
mejores maneras de prever lo que pasará en humanos. Por eso se los
denomina los "canarios de la mina" (por esa práctica
antigua de, en las galerías de carbón, tener un canario como alerta
de gases tóxicos). El investigador detalla que los anfibios son
excelentes modelos experimentales para estudiar el efecto agudo y
crónico de sustancias tóxicas sobre el desarrollo de los
vertebrados inferiores hasta los mamíferos. El desarrollo
embrionario de una larva de anfibio está regulado por una gran
proporción de los mismos genes humanos. En el año 2010 se secuenció
por primera vez el genoma completo de un anfibio y se comprobó que
comparten hasta el 80 por ciento de los genes humanos asociados con
enfermedades genéticas.
El
trabajo experimental consistió en dos etapas. La primera del tipo
"aguda a concentraciones letales" de ambos tóxicos, en la
que se demostró que existía “sinergia”. Lajmanovich lo explica
de forma didáctica: si la toxicidad del glifosato es 100 y la del
arsénico es 100. Juntos tienen una toxicidad de 300 o más. La
segunda etapa fue una medición de efecto crónico, de un mes,
expuesto a dosis sub-letales (en cantidades que se pueden encontrar
en escenarios naturales). El resultado fue el daño genético y
alteración hormonal.
La
investigación, única en su tipo, cobra mayor relevancia por la gran
cantidad de herbicidas utilizado en Argentina y las amplias zonas con
exceso de arsénico: desde Santiago del Estero, Chaco, Salta y Entre
Ríos, hasta regiones de la Pampa Húmeda del agronegocio (Buenos
Aires, Córdoba, La Pampa y Santa Fe).
El
trabajo académico está especialmente dedicado al médico y
científico Andrés Carrasco, que en 2009 publicó en este diario su
investigación sobre el efecto letal del glifosato en embriones
anfibios y su vinculación con la salud en humanos. Carrasco, que
había sido presidente del Conicet y director del Laboratorio de
Embriología Molecular de la UBA, sufrió una campaña de
desprestigio escabezada por las empresas del agronegocio (Monsanto,
Bayer, Syngenta, Aapresid, entre otras), los diarios La Nación y
Clarín (y sus periodistas "agrarios") y el ministro de
Ciencia Lino Barañao.
"El
profesor y doctor Andrés Carrasco fue un destacado científico y una
motivación para todos los interesados en detener el impacto social y
medioambiental de las empresas transnacionales y los establiments
gubernamentales que legalizan el uso de pesticidas nocivos”,
resalta el paper científico en su página nueve. Lajmanovich
denunció las maniobras contra Carrasco: "El Conicet conformó
una comisión para desacreditarlo, pero sin dudas logró el efecto
contrario. Las evidencias sobre la toxicidad y los efectos del
glifosato sobre el ambiente y la salud han sido abrumadoras en
Argentina y el mundo".
Entre
las empresas que comercializan glifosato en Argentina figuran
Bayer-Monsanto, Syngenta, Red Surcos, Atanor, Asociación de
Cooperativas Argentinas, Nufram, Agrofina, Nidera, DuPont, YPF y Dow.
La
investigación fue publicada en la revista científica Eliyon, de la
prestigiosa editorial internacional Elsevier, de Reino Unido. El
título de la investigación es "Primera evaluación de nuevos
efectos sinérgicos potenciales del glifosato y mezcla de arsénico".
Lleva la firma de otros siete investigadores. Paola Peltzer, Andrés
Attademo, Candela Martinuzzi, María Fernanda Simioniello, Carlina
Colussi, Ana Paula Cuzziol Boccioni y Mirna Sigrist.
Lajmanovich
remarcó que "no hay dudas" del efecto nocivo del
glifosato. Por un lado, están las víctimas de las fumigaciones con
agrotóxicos, prueba territorial de las consecuencias. Y, por otro,
precisa que existen "1079 trabajos científicos de todo el mundo
que lo dicen, muchos de ellos de científicos de universidades
públicas de Argentina y del Conicet, indexados y accesible en
Medline".
Problema
de salud pública
El
científico Rafael Lajmanovich insiste una y otra vez que, luego de
30 años de agronegocio transgénico, no hay dudas del efecto
devastador de los agrotóxicos. En particular del glifosato. Y tiene
una hipótesis de por qué sectores de gobiernos aún minimizan las
consecuencias: "Lo niegan porque es un problema
económico-político muy difícil de resolver. No se trata de un
problema científico, donde ya se confirmó sus efectos tóxicos".
Recuerda que hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS
-mediante su espacio oficial de estudio del cáncer-) clasificó como
"probable cancerígeno" al glifosato. El académico apunta
sobre todo al rol del Estado, que desde sus entidades regulatorias
avalan el uso de estos tóxicos: "Los residuos de glifosato
empiezan a encontrase a niveles alarmantes en el agua y sedimento de
ríos y arroyos, en el aire, en la lluvia, hasta en las aguas
subterráneas y en los abrevaderos donde toman agua las vacas de los
tambos y en la orina de las personas adultas y niños. Entonces ya no
caben dudas, estamos ante un verdadero problema ambiental de salud
pública".
Fuente:
Daría Aranda, Glifosato: una investigación argentina confirma su peligro, 9 diciembre 2019, Página/12.
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