El
desastre provocado por Sigma Agro derivó en un muerto, generó un
herido y contaminó el ambiente con cancerígenos. La empresa,
apurada por volver a formular agrotóxicos.
por
Patricio Eleisegui
El
incendio y explosión de la planta formuladora de agrotóxicos de
Sigma Agro, distante apenas 5 kilómetros de la ciudad bonaerense de
Mercedes, cumple dos meses y la única verdad concreta -o al menos
visible hasta el momento- es el esfuerzo político por minimizar
una tragedia que se cobró la vida de Rubén Ponce, hirió de
gravedad a un integrante del cuerpo de bomberos mercedino y liberó
al ambiente con consecuencias aún imposibles de delimitar millones
de litros de plaguicidas en mayor medida cancerígenos.
El
evento, que con justa razón los vecinos de La Verde –paraje donde
se levantan estas instalaciones, ex base de procesamiento del
digestivo Chofitol– y la cabecera distrital señalan como un
desastre inédito en la Argentina, transita la instancia judicial sin
responsables aparentes y con un blindaje político que se extiende
desde la esfera municipal a la misma Gobernación que todavía
encabeza María Eugenia Vidal.
En
su estructura en La Verde, la firma Sigma Agro formula desde
herbicidas como el glifosato, glufosinato de amonio, paraquat, 2,4-D
y atrazina, hasta insecticidas como el clorpirifos, lambda y
bifentrin. También procesa el fungicidas qura, coadyuvantes y
biodiésel. Según declaraciones recientes de Juan Cruz Mendía,
coordinador del área de Ambiente de Mercedes, el suceso derivó en
el vertido de, como se expuso antes, millones de litros de estas
moléculas y compuestos.
“Primero
se prendieron fuego los bidones de biodiésel y luego los
agroquímicos, que con el agua que tiraron los bomberos fueron a
parar a la zanja”, declaró Mendía ante los colegas de Noticias
Mercedinas. “Por suerte la pendiente va hacia el (arroyo) Balta,
pobre Balta, y luego hacia el río Luján”, completó el
funcionario, dando cuenta de un derrame tóxico que, dada la
movilidad de los plaguicidas, hoy ya alcanza al estuario del Río de
la Plata.
El
desastre tomó cuerpo a partir de las 4.30 de la mañana del 27 de
septiembre. De acuerdo al relato de los vecinos, la explosión del
galpón donde se almacenaba biodiésel derivó en el incendio de
miles y miles de bidones de agrotóxicos. La detonación generó el
corte inmediato de la electricidad y, a partir de esto, la
interrupción del suministro de agua. Los primeros cuerpos de
bomberos que se acercaron a la planta de Sigma Agro se quedaron
rápidamente sin suministro. La catástrofe demandó el accionar de
once dotaciones.
“Todavía
no había amanecido cuando la explosión me hizo saltar de la cama.
Al salir de mi casa vi una columna de fuego de casi 30 metros. Vivo a
dos kilómetros y medio de la planta, que tiene una escuela a solo
dos cuadras y media de sus instalaciones. La estación de tren de La
Verde se ubica a trescientos metros de Sigma Agro. Decidí
autoevacuarme”, contó a quien aquí escribe Martín Barros,
productor de semillas de Mercedes.
Lo
que siguió a la detonación devino en desastre multiplicado. Tras
comprobar que la maquinaria que le rentaba a la empresa no estaba
sufriendo afectación, Rubén Ponce -43 años-, contratista de la
formuladora de plaguicidas, resbaló y cayó en un charco con
agrotóxicos. El contacto con los venenos deriva en una quemadura
química instantánea que horas después le provocaría la muerte.
“El
bombero afectado también sufrió una quemadura química. Se
arrodilló para desenroscar la manguera de la autobomba y en ese
movimiento se mojó con la mezcla de agrotóxicos y agua que había
en todo el piso. Le traspasó la ropa. Por suerte ya le dieron el
alta”, expuso un vecino que presenció todo lo ocurrido.
Aplacadas
las llamas, la reacción de la Municipalidad de Mercedes fue aplicar
la clausura de Sigma Agro -que en redes sociales se presenta como
una compañía presidida por Jerónimo Araujo Müller y de capital
100 % argentino- y con el correr de los días entró en juego el
Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), que tiene
responsabilidad directa en el funcionamiento de plantas industriales
tipo 3 como la que explotó en La Verde.
El
OPDS efectuó un movimiento que pinta a las claras la atmósfera
turbia que rodea a la compañía de agrotóxicos: clausuró las
instalaciones siendo que jamás extendió una habilitación de las
mismas. Esto luego de ver trunco su intento por volcar
responsabilidades en la Municipalidad de Mercedes y el Ministerio de
Trabajo provincial.
“Sigma
Agro carece de certificado de aptitud ambiental extendido por el OPDS
y aun así funcionaba sin inconvenientes hasta este desastre. Pero lo
particular de la supuesta doble clausura es que hoy sigue el
movimiento en la planta. No es que se paralizaron las acciones. No
hay faja ni Policía que esté interviniendo. Y dentro del predio se
está construyendo con vistas a reabrir para seguir formulando
agrotóxicos”, expresó Barros.
Las
pruebas y pericias para comprobar el nivel de contaminación que
generó el incidente exponen un escenario dantesco. Los informes
arrojaron la presencia abundante de productos como el glufosinato de
amonio o el glifosato y su degradación, el AMPA, en pozos ubicados
en el lote que ocupa la planta, mientras que aún faltan precisiones
respecto de la calidad del aire en las inmediaciones.
“Sabemos
que el derrame pasó de 300.000 a 600.000 litros y esa cifra sigue
aumentando. Se hizo un mínimo saneamiento en los alrededores, se
quitó algo de suelo contaminado, pero todavía vemos la tierra sin
remediar. No se sabe cuánto se avanzó con la categorización. Luego
de eso vendría la remediación, pero todavía ni se terminó el
saneamiento. En cuanto a la causa judicial, nos negaron la
participación como particulares damnificados. No se sabe cuánto se
avanzó y en qué sentido”, precisó Barros.
El
transcurrir de las semanas es una travesía de desgaste para los
afectados. Las reuniones que llevan a cabo actores del Gobierno
distrital con técnicos hasta de la Secretaría de Ambiente nacional
devienen en nuevos procesos burocráticos que siguen garantizándole
oxígeno a la cúpula de la compañía.
A
la par del paso del tiempo, en torno al predio de Sigma Agro se
intensifica el movimiento político para acotar la toma de nuevas
muestras. Entre los vecinos hay certezas respecto del objetivo que se
persigue: acotar la evidencia que prueba cómo continúan operando
los contaminantes liberados para, en el mediano plazo, devolverle
funcionamiento comercial a la planta.
Mendía,
del área de Ambiente de Mercedes, efectuó declaraciones a tono con
esto último. “En los últimos quince días la empresa estuvo
bastante lenta. Quieren saber si van a abrir o no. Manejan esa
variable”, sostuvo.
“El
daño ambiental ya está hecho, el riesgo está en la napa freática;
la primera napa. En la planta había tres pozos: en uno los bomberos
barrieron todo el agroquímico con agua. Tenía glifosato, pero no se
encontró paraquat. (…) Lo que nosotros intentamos es que no avance
de ese freático. Lo que no sabemos hoy es si pasó más abajo”,
dijo ante Noticias Mercedinas.
“No
se sabe por qué pasó el accidente, pero después la empresa ha
puesto voluntad en limpiar. Podría haber sido muchísimo más grave
si no hubieran chupado en los primeros días el líquido que se
derramó en una zanja”, concluyó.
Sigma
Agro y sus venenos
Con
relación a algunos de los agrotóxicos que ardieron el pasado 27 de
septiembre en La Verde, vale decir que el paraquat es el ingrediente
activo del gramoxone, uno de los herbicidas que en mayor cantidad
produce la europea Syngenta. Prohibido desde 2007 en todos los países
de la Unión Europea, el paraquat apareció en su versión comercial
en 1961.
Es
extremadamente tóxico para los humanos. Dice, respecto de este
plaguicida, la estadounidense Environmental Protection Agency (EPA):
“Aunque en Estados Unidos el paraquat tiene uso restringido en la
mayor parte de sus formas, su aplicación generalizada conlleva gran
potencial para los envenenamientos accidentales e intencionales. En
las últimas décadas, ha sido un químico muy utilizado en
suicidios…”.
“Cuando
se ingiere, el paraquat afecta el tracto gastrointestinal, riñón,
hígado, corazón y otros órganos, poniendo en riesgo la vida. Los
pulmones son el primer blanco, y sus efectos representan la
manifestación más letal y menos tratable de la toxicidad. El daño
dérmico local incluye dermatitis por contacto. La acción prolongada
produce eritema, aparición de ampollas, abrasión y ulceración,
además de cambios en las uñas”, añade.
Para
luego indicar: “En forma concentrada, el paraquat causa lesiones
localizadas en los tejidos con los que entra en contacto. Se han
informado envenenamientos con desenlace faltal como resultado de
contaminación dérmica. Esto es más probable en casos de piel
lesionada, corroída o enferma".
En
lo que hace al glifosato, desde hace cuatro años la Organización
Mundial de la Salud (OMS) lo vincula directamente con la
proliferación del cáncer. Por el desastre sanitario que provoca su
utilización, Bayer Monsanto enfrenta más de 42.700 demandas en
Estados Unidos, Canadá y Australia, y ya recibió tres condenas
multimillonarias en Norteamérica. La OMS considera al 2,4-D,
herbicida desarrollado como arma bélica en tiempos de la Segunda
Guerra Mundial, un producto similar al glifosato en cuanto a su
perfil cancerígeno.
El
glufosinato de amonio, en tanto, es un herbicida que según distintos
estudios científicos causa daño en el sistema neurotransmisor para
inducir desde la pérdida de memoria hasta convulsiones en humanos.
En animales, la exposición prolongada al agrotóxico provoca muerte
celular en el cerebro y malformaciones.
Por
último, el clorpirifos, otro de los plaguicidas formulados por Sigma
Agro en La Verde, puede provocar daño neurológico -sobre todo en
niños- según pericias científicas concretadas en los Estados
Unidos. También es capaz de motivar desde la pérdida de
inteligencia hasta cambios en la conducta. Incluso a dosis bajas,
puede generar trastornos como el autismo.
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Fuente:
Patricio Eleisegui @Eleisegui, La catástrofe de Mercedes: dos meses de impunidad, contaminación política y veneno para todo el mundo, 26 noviembre 2019, La Izquierda Diario. Consultado 29 noviembre 2019.
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