viernes, 29 de noviembre de 2019

La catástrofe de Mercedes: dos meses de impunidad, contaminación política y veneno para todo el mundo

El desastre provocado por Sigma Agro derivó en un muerto, generó un herido y contaminó el ambiente con cancerígenos. La empresa, apurada por volver a formular agrotóxicos.

por Patricio Eleisegui

El incendio y explosión de la planta formuladora de agrotóxicos de Sigma Agro, distante apenas 5 kilómetros de la ciudad bonaerense de Mercedes, cumple dos meses y la única verdad concreta -o al menos visible hasta el momento- es el esfuerzo político por minimizar una tragedia que se cobró la vida de Rubén Ponce, hirió de gravedad a un integrante del cuerpo de bomberos mercedino y liberó al ambiente con consecuencias aún imposibles de delimitar millones de litros de plaguicidas en mayor medida cancerígenos.

El evento, que con justa razón los vecinos de La Verde –paraje donde se levantan estas instalaciones, ex base de procesamiento del digestivo Chofitol– y la cabecera distrital señalan como un desastre inédito en la Argentina, transita la instancia judicial sin responsables aparentes y con un blindaje político que se extiende desde la esfera municipal a la misma Gobernación que todavía encabeza María Eugenia Vidal.

En su estructura en La Verde, la firma Sigma Agro formula desde herbicidas como el glifosato, glufosinato de amonio, paraquat, 2,4-D y atrazina, hasta insecticidas como el clorpirifos, lambda y bifentrin. También procesa el fungicidas qura, coadyuvantes y biodiésel. Según declaraciones recientes de Juan Cruz Mendía, coordinador del área de Ambiente de Mercedes, el suceso derivó en el vertido de, como se expuso antes, millones de litros de estas moléculas y compuestos.

Primero se prendieron fuego los bidones de biodiésel y luego los agroquímicos, que con el agua que tiraron los bomberos fueron a parar a la zanja”, declaró Mendía ante los colegas de Noticias Mercedinas. “Por suerte la pendiente va hacia el (arroyo) Balta, pobre Balta, y luego hacia el río Luján”, completó el funcionario, dando cuenta de un derrame tóxico que, dada la movilidad de los plaguicidas, hoy ya alcanza al estuario del Río de la Plata.

El desastre tomó cuerpo a partir de las 4.30 de la mañana del 27 de septiembre. De acuerdo al relato de los vecinos, la explosión del galpón donde se almacenaba biodiésel derivó en el incendio de miles y miles de bidones de agrotóxicos. La detonación generó el corte inmediato de la electricidad y, a partir de esto, la interrupción del suministro de agua. Los primeros cuerpos de bomberos que se acercaron a la planta de Sigma Agro se quedaron rápidamente sin suministro. La catástrofe demandó el accionar de once dotaciones.

Todavía no había amanecido cuando la explosión me hizo saltar de la cama. Al salir de mi casa vi una columna de fuego de casi 30 metros. Vivo a dos kilómetros y medio de la planta, que tiene una escuela a solo dos cuadras y media de sus instalaciones. La estación de tren de La Verde se ubica a trescientos metros de Sigma Agro. Decidí autoevacuarme”, contó a quien aquí escribe Martín Barros, productor de semillas de Mercedes.

Lo que siguió a la detonación devino en desastre multiplicado. Tras comprobar que la maquinaria que le rentaba a la empresa no estaba sufriendo afectación, Rubén Ponce -43 años-, contratista de la formuladora de plaguicidas, resbaló y cayó en un charco con agrotóxicos. El contacto con los venenos deriva en una quemadura química instantánea que horas después le provocaría la muerte.

El bombero afectado también sufrió una quemadura química. Se arrodilló para desenroscar la manguera de la autobomba y en ese movimiento se mojó con la mezcla de agrotóxicos y agua que había en todo el piso. Le traspasó la ropa. Por suerte ya le dieron el alta”, expuso un vecino que presenció todo lo ocurrido.

Aplacadas las llamas, la reacción de la Municipalidad de Mercedes fue aplicar la clausura de Sigma Agro -que en redes sociales se presenta como una compañía presidida por Jerónimo Araujo Müller y de capital 100 % argentino- y con el correr de los días entró en juego el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), que tiene responsabilidad directa en el funcionamiento de plantas industriales tipo 3 como la que explotó en La Verde.

El OPDS efectuó un movimiento que pinta a las claras la atmósfera turbia que rodea a la compañía de agrotóxicos: clausuró las instalaciones siendo que jamás extendió una habilitación de las mismas. Esto luego de ver trunco su intento por volcar responsabilidades en la Municipalidad de Mercedes y el Ministerio de Trabajo provincial.

Sigma Agro carece de certificado de aptitud ambiental extendido por el OPDS y aun así funcionaba sin inconvenientes hasta este desastre. Pero lo particular de la supuesta doble clausura es que hoy sigue el movimiento en la planta. No es que se paralizaron las acciones. No hay faja ni Policía que esté interviniendo. Y dentro del predio se está construyendo con vistas a reabrir para seguir formulando agrotóxicos”, expresó Barros.

Las pruebas y pericias para comprobar el nivel de contaminación que generó el incidente exponen un escenario dantesco. Los informes arrojaron la presencia abundante de productos como el glufosinato de amonio o el glifosato y su degradación, el AMPA, en pozos ubicados en el lote que ocupa la planta, mientras que aún faltan precisiones respecto de la calidad del aire en las inmediaciones.

Sabemos que el derrame pasó de 300.000 a 600.000 litros y esa cifra sigue aumentando. Se hizo un mínimo saneamiento en los alrededores, se quitó algo de suelo contaminado, pero todavía vemos la tierra sin remediar. No se sabe cuánto se avanzó con la categorización. Luego de eso vendría la remediación, pero todavía ni se terminó el saneamiento. En cuanto a la causa judicial, nos negaron la participación como particulares damnificados. No se sabe cuánto se avanzó y en qué sentido”, precisó Barros.

El transcurrir de las semanas es una travesía de desgaste para los afectados. Las reuniones que llevan a cabo actores del Gobierno distrital con técnicos hasta de la Secretaría de Ambiente nacional devienen en nuevos procesos burocráticos que siguen garantizándole oxígeno a la cúpula de la compañía.

A la par del paso del tiempo, en torno al predio de Sigma Agro se intensifica el movimiento político para acotar la toma de nuevas muestras. Entre los vecinos hay certezas respecto del objetivo que se persigue: acotar la evidencia que prueba cómo continúan operando los contaminantes liberados para, en el mediano plazo, devolverle funcionamiento comercial a la planta.

Mendía, del área de Ambiente de Mercedes, efectuó declaraciones a tono con esto último. “En los últimos quince días la empresa estuvo bastante lenta. Quieren saber si van a abrir o no. Manejan esa variable”, sostuvo.

El daño ambiental ya está hecho, el riesgo está en la napa freática; la primera napa. En la planta había tres pozos: en uno los bomberos barrieron todo el agroquímico con agua. Tenía glifosato, pero no se encontró paraquat. (…) Lo que nosotros intentamos es que no avance de ese freático. Lo que no sabemos hoy es si pasó más abajo”, dijo ante Noticias Mercedinas.

No se sabe por qué pasó el accidente, pero después la empresa ha puesto voluntad en limpiar. Podría haber sido muchísimo más grave si no hubieran chupado en los primeros días el líquido que se derramó en una zanja”, concluyó.

Sigma Agro y sus venenos

Con relación a algunos de los agrotóxicos que ardieron el pasado 27 de septiembre en La Verde, vale decir que el paraquat es el ingrediente activo del gramoxone, uno de los herbicidas que en mayor cantidad produce la europea Syngenta. Prohibido desde 2007 en todos los países de la Unión Europea, el paraquat apareció en su versión comercial en 1961.

Es extremadamente tóxico para los humanos. Dice, respecto de este plaguicida, la estadounidense Environmental Protection Agency (EPA): “Aunque en Estados Unidos el paraquat tiene uso restringido en la mayor parte de sus formas, su aplicación generalizada conlleva gran potencial para los envenenamientos accidentales e intencionales. En las últimas décadas, ha sido un químico muy utilizado en suicidios…”.

Cuando se ingiere, el paraquat afecta el tracto gastrointestinal, riñón, hígado, corazón y otros órganos, poniendo en riesgo la vida. Los pulmones son el primer blanco, y sus efectos representan la manifestación más letal y menos tratable de la toxicidad. El daño dérmico local incluye dermatitis por contacto. La acción prolongada produce eritema, aparición de ampollas, abrasión y ulceración, además de cambios en las uñas”, añade.

Para luego indicar: “En forma concentrada, el paraquat causa lesiones localizadas en los tejidos con los que entra en contacto. Se han informado envenenamientos con desenlace faltal como resultado de contaminación dérmica. Esto es más probable en casos de piel lesionada, corroída o enferma".

En lo que hace al glifosato, desde hace cuatro años la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo vincula directamente con la proliferación del cáncer. Por el desastre sanitario que provoca su utilización, Bayer Monsanto enfrenta más de 42.700 demandas en Estados Unidos, Canadá y Australia, y ya recibió tres condenas multimillonarias en Norteamérica. La OMS considera al 2,4-D, herbicida desarrollado como arma bélica en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, un producto similar al glifosato en cuanto a su perfil cancerígeno.

El glufosinato de amonio, en tanto, es un herbicida que según distintos estudios científicos causa daño en el sistema neurotransmisor para inducir desde la pérdida de memoria hasta convulsiones en humanos. En animales, la exposición prolongada al agrotóxico provoca muerte celular en el cerebro y malformaciones.

Por último, el clorpirifos, otro de los plaguicidas formulados por Sigma Agro en La Verde, puede provocar daño neurológico -sobre todo en niños- según pericias científicas concretadas en los Estados Unidos. También es capaz de motivar desde la pérdida de inteligencia hasta cambios en la conducta. Incluso a dosis bajas, puede generar trastornos como el autismo.

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Fuente:
Patricio Eleisegui @Eleisegui, La catástrofe de Mercedes: dos meses de impunidad, contaminación política y veneno para todo el mundo, 26 noviembre 2019, La Izquierda Diario. Consultado 29 noviembre 2019.

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