por Daniel Díaz Romero
Sala de Prensa Ambiental
Carlos Matheu, fue fiscal de la provincia de Córdoba durante 25 años y es recordado por su participación en la primera sentencia en latinoamérica donde se judicializó la contaminación por agroquímicos.
El
ex fiscal Matheu, jugó un importante papel en aquel histórico
juicio que se desarrolló en Córdoba en el año 2008 y del cual
resultaron declaradas culpables 2 personas.
“La
contaminación ambiental es un delito que está previsto en la ley
nacional de Residuos Peligrosos 24051”, comienza diciendo el ex
fiscal y agrega que “tiene un régimen penal que sanciona y castiga
a quienes contaminan el suelo, el agua o la atmósfera de un modo
peligroso para la salud de la gente, con penas que van de 3 a 10 años
de prisión”.
El
Dr. Carlos Matheu, hoy alejado de los estrados públicos de la
provincia, preside la Fundación LUCADESA (Lucha contra la
Contaminación Ambiental en Defensa de la Salud) que se enfoca en
atender casos de contaminación que provocan enfermedades graves como
el cáncer. Matheu, señala que “generalmente, las personas
carenciadas son las que más padecen. La gente que vive en el campo o
en zonas periurbanas son las más afectadas y, a veces, no tienen los
medios o tienen miedo de denunciar”.
Las
buenas prácticas agropecuarias y el fantasma de Ituzaingó Anexo
El
16 de octubre pasado, la Unicameral cordobesa sancionó un proyecto
enviado por el Poder Ejecutivo denominado ley de Buenas Prácticas
Agropecuarias (BPAS). Si bien el proyecto fue aprobado por una
abrumadora mayoría de los partidos mayoritarios -50 votos a favor y
apenas 3 en contra- la flamante ley es resistida desde los sectores
que acompañan los reclamos de los pueblos afectados por las
fumigaciones.
Comprometido
con las causas que cuestionan el uso de agrotóxicos por sus efectos
en la salud de la población, el ex fiscal provincial expresa
respecto de la nueva ley BPAS que “vamos a ver cómo se desenvuelve
esta normativa destinada a incentivar económicamente a los
productores para que cumplan con normas que evitan que se contaminen
los alimentos. Es decir, le estamos pagando para que el productor
cumpla con la legislación, cosa que igual deberían hacer, sin
dinero alguno aportado por el Estado”, afirma el Dr. Matheu e
indica que “me parece ridículo porque es un incentivo económico
para que no violen la ley de agroquímicos y no puedan cometer el
delito de contaminación ambiental”, sentencia el ex fiscal
provincial.
En
Córdoba, el 22 de agosto de 2012, la Cámara I del Crimen emitió un
fallo inédito utilizando la figura de contaminación ambiental
debido al uso de agrotóxicos en zona urbana: un productor sojero y
un piloto aeroaplicador fueron condenados por fumigaciones ilegales
en el barrio Ituzaingó de la capital cordobesa. El precedente que
representó ese fallo -ratificado por el Tribunal Superior de
Justicia provincial primero y luego por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación- indicó que aplicar agroquímicos en lugares donde no
está permitido es un delito: “esa es la importancia de esa
sentencia porque antes de ella no había controles y las sanciones,
si es que se aplicaban, eran exiguas: los productores preferían
pagar las multas y no dejar de aplicar agroquímicos a mansalva sin
respetar las leyes”, señala a Sala de Prensa Ambiental el ex
fiscal Matheu.
Relacionado
con el proceder del poder judicial en las temáticas
socio-ecológicas, el letrado señala que “la justicia no pone
énfasis en las cuestiones ambientales porque no hay una política de
persecución criminal destinada a investigar estos delitos” y
agrega que “por el contrario, no hay una decisión de las
autoridades judiciales para perseguir estas transgresiones, mucho
menos desde gobiernos que favorecen a la producción agropecuaria, lo
cual no está mal -aclara el ex funcionario judicial- pero hay que
producir respetando las leyes que resguardan la salud pública: todos
sabemos que los agroquímicos son venenos, sustancias que están
diseñadas para matar organismos vivos y, por lo tanto, la exposición
a los mismos con el tiempo afecta a la salud. Sobre esto hay estudios
a nivel internacional, nacional y provincial que no se puede
discutir”, sentencia Carlos Matheu.
El
ex-funcionario judicial indica que “por lo menos, deberían
respetar las distancias para que la gente no se vea expuesta pero,
por lo contrario, cada vez tratan de reducir el distanciamiento
buscando avanzar más con la frontera agrícola”, indica el abogado
que integra la Red Latinoamericana del Ministerio Público Ambiental.
Un
fiscal en sojalandia
¿Cómo
fue la tarea de ser fiscal en una causa histórica como la del juicio
a las fumigaciones, en barrio Ituzaingó Anexo?
“El
1 de febrero de 2008 me llegó una denuncia del médico Medardo Ávila
Vázquez, que en ese momento era subsecretario de Salud Pública de
la municipalidad de Córdoba, señalando que en barrio Ituzaingó
estaban fumigando con agrotóxicos. Desde ese momento, estudié el
caso y dispuse una serie de allanamientos para constatar qué estaba
pasando en el lugar. A partir de allí, tomamos medidas, secuestramos
muestras y determinamos que habían fumigado con glifosato y
endosulfan, agroquímico que hoy está prohibido en la Argentina por
su toxicidad y por lo riesgoso que resulta para la salud.
Así,
nos encontramos que en el 2002, estas fumigaciones ya habían sido
denunciadas en barrio Ituzaingó, es decir que venían fumigando
desde hacía 6 años pero la acusación no había tenido eco en la
Justicia por lo que decidí actuar en esta denuncia, investigando a
fondo y llegando a la conclusión que habían incurrido en el delito
de contaminación ambiental. Cuando comencé a buscar precedentes, me
di con la sorpresa de que en Córdoba no existía ningún antecedente
penal en este tema; tampoco en el resto del país ni en los países
vecinos. Entonces, me di cuenta que estaba tocando un punto
neurálgico, como era el de la protección del sistema de producción
agrícola basado en el uso intensivo de agroquímicos.
Seguí
adelante e hice una acusación contra un productor agropecuario y un
aeroaplicador que, finalmente, terminaron condenados a 3 años de
prisión en suspenso.
No
fue una condena muy elevada porque se aplicó la pena mínima, pero
nuestros alegatos convencieron al Tribunal provincial y luego -porque
el fallo fue apelado- persuadimos también al Tribunal Superior de
Justicia de la provincia que nos dio la razón y, finalmente, la
Corte Suprema de la Nación dejó firme la sentencia.
Fue
todo un desafío porque no había ningún antecedente al respecto, al
tiempo que yo me preguntaba: si la ley de residuos peligrosos preveía
un delito tan grave como el de contaminación -considerando la
utilización de agroquímicos-, cómo era posible que en un país
sojero como el nuestro no hubiese ninguna denuncia penal
-transcurridos 16 años de vigencia de esa ley- y ningún fiscal se
haya hecho cargo, tampoco un juez en Argentina que haya querido
investigar alguna denuncia de esta índole. Entonces, me di cuenta
que había metido el dedo en la llaga porque, en general, la Justicia
estaba respondiendo a los intereses corporativos, lamentablemente.
Afortunadamente
acá en Córdoba, logramos sentar este precedente que indica que hoy
es delito usar agroquímicos sin respetar las leyes y quienes las
transgreden incurren en una transgresión muy grave que tiene hasta
10 años de prisión. Eso es lo importante del fallo de barrio
Ituzaingó Anexo”.
En
Córdoba, ¿hay jueces preparados para juzgar delitos ambientales?
“En
general, la Justicia no está preparada para abordar los delitos
ambientales porque es una temática que ni siquiera está prevista en
los exámenes o concursos para acceder a ser fiscal o juez. Es más,
aunque existe una acordada del Tribunal Superior de Justicia que
establece que los delitos ambientales tienen prioridad de
juzgamiento, en la práctica a eso no se lo tiene en cuenta.
Yo
me retiré como fiscal de la provincia hace dos años y medio dejando
una decena de causas penales ambientales de importancia, por el
efecto que tienen en la salud pública, pero esos procesos están
virtualmente paralizados en la actualidad. Eso demuestra el poco
interés que existe, al menos en el ministerio público fiscal, de
investigar estos delitos de contaminación ambiental. Esa es la
realidad”.
Desde
adentro del sistema judicial de la provincia, cuando usted
desempeñaba su labor como fiscal ¿se veía un poder judicial
supeditado al dominio político?
“Sí,
y también hoy se lo ve. Debo ser franco: el sistema judicial -como
está establecido- es vulnerable al poder político porque quienes
están a cargo de la investigación de los delitos son los fiscales
de instrucción, funcionarios públicos encargados de investigar
ilícitos de toda índole y cuando se trata de causas ambientales
descubren muchos intereses políticos o económicos en juego que
hacen que las fiscalías en general, digo porque hay algunas
excepciones, tengan cierta lentitud en este tipo de investigaciones
por no querer inmiscuirse hasta el fondo en estas cuestiones”.
San
Roque, que esta agua no me toque
En
Córdoba existen emblemáticos casos relacionados con delitos de
contaminación ambiental. Entre ellos, uno que ostenta 4 décadas de
desidia, como es el embalse del dique San Roque, uno de los
principales componentes turísticos de la ciudad de Villa Carlos Paz
-contaminado hasta los tuétanos- y que provee de agua a 1.500.000
cordobeses.
“No
sólo con los agroquímicos pasa esto, las denuncias por
contaminación del lago San Roque son un hecho gravísimo y lo
denuncié como presidente de la Fundación LUCADESA en febrero de
2018 cuando presentamos una denuncia concreta contra 60 empresarios
que arrojan materia fecal de forma directa al San Roque.
Llevamos
un año y medio de inacción total con el conocimiento de las máximas
autoridades del Ministerio Público Fiscal y esto es un claro ejemplo
de que a los delitos ambientales no se les da importancia, sobre todo
cuando están en juego intereses económicos.
Llegamos
a noviembre de 2019 y el fiscal ni siquiera tomó una muestra de los
desechos que arrojan 60 establecimientos hoteleros y gastronómicos
de Carlos Paz y alrededores, responsables que denunciamos por arrojar
materia fecal cruda al lago a través de cañerías clandestinas. Eso
es inadmisible por el riesgo sanitario que implica, no sólo para la
gente que utiliza el lago de forma recreativa sino también para
quienes, por necesidades económicas, consumen los peces que están
contaminados con cianobacterias.
Pero
también, para la gente que toma esa agua en la ciudad de Córdoba;
no nos olvidemos que el lago San Roque es la fuente de abastecimiento
que toma la empresa Aguas Cordobesas para potabilizar y distribuir el
agua que consume del 70 % de los habitantes de la ciudad de Córdoba.
¿Cómo
puede ser que la Fiscalía de Carlos Paz siga consintiendo que estos
delincuentes ambientales -que están perfectamente individualizados-
no estén imputados y les permita que sigan contaminando?, porque a
esto lo vienen haciendo -de acuerdo a las actas de infracción
labradas por Policía Ambiental- desde el año 2013. Sin embargo, la
justicia mira para otro lado”.
¿Esa
denuncia está en el Poder Judicial?
“Está
en la Fiscalía del Dr. Ricardo Mazzuchi, fiscal de Carlos Paz, desde
hace un año y medio. Al día de hoy, todavía no han tomado las
muestras, no han hecho inspecciones, ni han imputado a nadie.
El
Centro de Investigaciones Hídricas de la Región Semiárida
(CIHRSA), organismo oficial que depende del Instituto Nacional del
Agua (INA) recomendó, en enero de 2018, a todas las plantas
potabilizadoras que toman agua del San Roque que extremen las medidas
y los cuidados para la potabilización debido a la presencia de
cianobacterias en el lago. A la vez, exhortó a los municipios, sobre
todo al de Carlos Paz, a que advierta a la población que no tome
contacto directo con el agua por el riesgo sanitario que ello
implica”.
¿Existen
intereses económicos apañados por el poder político?
“En
este caso, claramente sí, porque queda en evidencia la falta de
políticas destinadas a eliminar la causa de la contaminación -el
volcamiento de la materia fecal que aporta fósforo y nitrógeno- que
hace que crezcan las algas que generan cianobacterias. Pero también,
hay que diseñar planes para proveer cloacas; lo que hace evidente
que no hay ningún plan desde hace décadas para descontaminar el
lago que hoy en día es una cloaca a cielo abierto, así de simple.
Las
infracciones fueron constatadas en mayo de 2013 y a la fecha 60
empresas siguen contaminando, continúan delinquiendo con el riesgo
sanitario que eso implica y con el beneplácito de una Justicia que
mira para un costado”.
La
Justicia mira para otro lado y los gobiernos hacen anuncios de
saneamiento del lago….
“Sí,
son anuncios porque la realidad concreta es que permanentemente estos
señores para ahorrarse dinero -porque podrían hacer miniplantas
para el tratamiento de sus efluentes cloacales o utilizar camiones
atmosféricos y llevarlos a la planta de tratamiento de líquidos
cloacales de Carlos Paz- pero para no gastar dinero es más fácil
hacer una conexión con un cañito que se vaya al lago”.
La
Fiscalía Ambiental; un cuento del Gobierno Provincial
En
junio de 2016, el Fiscal General Alejandro Moyano anunció a los
periodistas cordobeses acreditados en Tribunales la creación de una
Fiscalía Especializada para investigar delitos contra el
medioambiente. Moyano anticipó que la nueva Fiscalía estaría a
cargo del Fiscal de Instrucción, Dr. Carlos Matheu y que comenzaría
a funcionar después del receso judicial previsto en el mes de julio
de aquel año.
¿Tuvo
que retirarse de su cargo como fiscal sin haber podido ejercer el
cargo en la Fiscalía Ambiental que, finalmente, nunca existió?
“Justamente,
ese fue el motivo por el cual me alejé. En realidad, yo pensaba
seguir 10 o 15 años más en el poder judicial pero me fui enojado;
me di cuenta que no había interés en crear la Fiscalía Ambiental
desde el poder político ni desde el Ministerio Público Fiscal;
porque tampoco existía preocupación por defender el medio ambiente
ni la salud de la gente”.
¿Por
qué hicieron ese anuncio entonces?
“Existía
buena voluntad de quien era el fiscal general, Alejandro Moyano.
Un
Fiscal General es una persona que dura 5 años en sus funciones, un
cargo que no tiene estabilidad y es nombrado directamente por el
gobernador, sin concurso ni nada por el estilo. Es un funcionario que
difícilmente pueda tener independencia.
Este
jefe de fiscales tuvo buena voluntad, entendió la problemática que
le planteé e hizo un proyecto para crear una fiscalía especializada
en delitos ambientales. Entonces, lo ayudé para crearla: no hacía
falta designar nuevos fiscales, simplemente con un empleado
administrativo y un secretario yo podía seguir trabajando con mis
causas habituales sumadas a las que se me agregarían en materia
ambiental.
Llegó
el día y no pasó nada, hasta que transcurridos varios meses del
anuncio me dijo que no se iba a firmar esa resolución creando la
Fiscalía Ambiental porque desde el poder político le habían
sugerido hacer un proyecto legislativo más ambicioso y que tendría
más sustento si era promulgado por la legislatura: un cargo de
fiscal ambiental con toda la infraestructura a disposición. Así fue
que esperé 2 años, simplemente por la vocación de servir en el
combate de la delincuencia ambiental. Me di cuenta que la creación
de esa fiscalía no llegaría nunca y que, evidentemente, no querían
que fuera el fiscal ambiental. Decidí entonces seguir trabajando
desde otro lugar, desde una ONG”, concluye el Dr. Carlos Matheu.
Fuente:
Daniel Díaz Romero, Carlos Matheu, el fiscal que quiso perseguir a los delincuentes ambientales, 3 noviembre 2019, Sala de Prensa Ambiental. Consultado 8 noviembre 2019.
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