Al
mismo tiempo que el rechazo popular está haciendo retroceder en
terreno europeo la polémica técnica del ‘fracking’, las
multinacionales del viejo continente multiplican la inversión en
proyecto de fractura hidráulica en países empobrecidos.
por
Andrea Ana Gálvez
Mientras
el fracking lleva en espera o prohibido en gran parte de Europa, las
empresas del continente parecen tener pocos remilgos en utilizar
estas técnicas en América Latina. Concretamente, en el yacimiento
de Vaca Muerta, en la patagonia argentina, siete empresas europeas
operan en la formación de gas, según el Observatorio Petrolero Sur
(Opsur). Las tres más importantes provienen de los países europeos
que primero se posicionaron contra el fracking: Francia, Alemania,
Holanda y Reino Unido y que hoy son algunos de los países
embajadores de la causa medioambiental. Las críticas al proceso de
externalización de las sociedades occidentales parece hacerse más
eco en la ONU, que después de 15 años de discusiones, podría
aprobar este año un Tratado vinculante de regulación de las
trasnacionales.
La
técnica extractiva de hidrocarburos no convencionales con agua,
químicos y arenas lleva paralizada, adormecida o prohibida por algo
menos de diez años en casi todos los países europeos.
Gracias
a las advertencias de diferentes activismos, investigadores y
organismos medioambientales el fracking es una técnica muy poco
utilizada en suelo europeo. Lo que no está tan claro es si la
regulación europea está interesada en prohibir esta técnica en
otros suelos como, por ejemplo, en Vaca Muerta, la primera reserva
latinoamericana de hidrocarburos no convencionales.
Junto
a la crisis de Ucrania y los conflictos geopolíticos en Oriente
Medio, el suministro de gas y petróleo peligraba en Europa, por lo
que en la primera década del siglo y animados por el “éxito de la
técnica” en Estados Unidos, comenzaron las primeras exploraciones
en territorio inglés, polaco, español, alemán y francés.
Los
resultados preliminares fueron positivos para la mayoría de estos
países. De hecho, según Michel Barron, director de la consultora
Eurasia Group, las reservas estimadas de gas y petróleo esquisto en
territorio europeo podrían suponer un 80 % de las que existen en el
país que lidera esta técnica: Estados Unidos.
Aún
con el “potencial” energético de gas y petróleo esquisto en las
rocas de pizarra europeas, las dificultades geológicas de
extracción, los impactos socio-ambientales y los altos costes
económicos, hicieron que el fracking fuera prohibido o paralizado en
casi toda Europa.
En
2011, Francia fue el primer país del mundo en prohibir la técnica.
Unos años más tarde se sumaron Alemania, Bulgaria, Italia, Suiza,
República Checa. Reino Unido paralizó las extracciones y España lo
prohibió por regiones o lo hizo imposible a través de requisitos
que se lo ponían muy difícil al fracking.
‘Fracking‘
sí, pero fuera
A
partir de las dificultades que se fueron encontrando en Europa, las
empresas con casa matriz en el continente emprendieron un nuevo viaje
hacia el sur global.
En
torno al 2010 empresas como la francesa Total Austral, Wintershall,
Shell, Equinor, Gazprom o PAE empezaron sus andanzas no
convencionales en la explotación masiva de Vaca Muerta.
Si
bien la mayoría de estas empresas ya tenían presencia en el país
desde la última dictadura cívico-militar en Argentina, a partir de
la primera década de este siglo fueron ampliando su interés por el
fracking que en sus países estaba prohibida por los impactos en el
medioambiente y en la salud de la población.
Este
sendero se facilitó con la liberalización del mercado de los
hidrocarburos que se produjo en 2015 cuando asumió el Gobierno de
Mauricio Macri. “Desde la cartera de Energía se implementaron
políticas tendientes a la liberalización del sector: tarifas
energéticas acopladas a las fluctuaciones del mercado, dolarización
de los precios de la energía, flexibilización y precarización
laboral, apertura de la exportación de hidrocarburos, entre otras”,
confirman desde el Observatorio Petrolero Sur.
Unido
a esto, varios ex ejecutivos petroleros comenzaron la carrera
política con el actual Gobierno. Es el caso de Juan José de
Aranguren, que pasó de CEO de Shell Capsa a Ministro de Energía y
Minería de la Nación.
Según
el informe de los investigadores del OPsur Martín Álvarez y Hernán
Scandizzo para el boletín Ejes, son siete las empresas europeas que
tienen actividad en la reserva de Vaca Muerta: la francesa Total, la
alemana Wintershall, la anglo-holandesa Shell, Equinor (antes
Statoil) de Noruega y la rusa Gazprom Rusia. También PAE, que es
parcialmente controlada por la británica BP, y Phoenix Global
Resources, firma a la que están vinculados dos empresarios
argentinos -Daniel Vila y José Luis Manzano-, pero que tiene casa
matriz en el Reino Unido y participación mayoritaria del holding
suizo Mercuria.
En
el informe se destaca a la alemana Wintershall vinculada
comercialmente con la rusa Gazprom, que hoy es una de las principales
proveedoras de gas de la UE. Y sobre todo la francesa Total Austral,
el quinto grupo petrolero del mundo, con presencia en más de 130
países, y que desde 2010 se convirtió en la segunda productora de
gas de Argentina, en la empresa europea con mayor superficie
acumulada en Vaca Muerta, y en la tercera en términos generales,
detrás de las empresas nacionales YPF y GyP.
La
presencia de Wintershall, Shell o Total Austral, como empresas de
“fuerte identificación” con países como Alemania, Holanda,
Reino Unido y Francia dejarían de manifiesto aspectos paradójicos
en la gestión y control de las economías de estos países.
Según
el informe de Ejes, Total Austral no solo desarrolla su actividad de
fractura hidráulica (fracking) en la formación de Vaca Muerta, sino
que además opera en un área natural protegida, Auca Mahuida, zona
de preservación de especies y yacimientos arqueológicos y de valor
histórico para el pueblo Mapuche, que lleva dando la batalla desde
hace ya tiempo contra las extracciones. Las localidades cercanas a
los pozos de extracción se vieron afectadas por esta situación,
sobre todo aquellas familias que vivían principalmente de la tierra
y de la ganadería, su actividad económica empeoró y muchas
tuvieron que emigrar hacia centros urbanos. Otras familias campesinas
lograron negociar alguna contrapartida económica con la empresa en
cuestión.
Desde
la Dirección de Áreas Naturales Protegidas de la provincia de
Neuquén ya advirtieron en su día que no se autorizarán los pozos
de perforación no convencional dentro de la zona protegida. Incluso
en 2014 se llevó a la junta de accionistas de Total Austral en
París. “Allí se cuestionó que mientras en el país de origen de
la empresa el fracking está prohibido, la compañía no solo la
aplica fronteras fuera sino peor aún, en un área natural
protegida”, afirman Martín Álvarez y Hernán Scandizzo en su
informe para Ejes.
Avances
que esperan a 2019
¿Qué
dice la normativa de la UE sobre las empresas cuya actividad es
ilegal en el país de origen?
Actualmente
no existe ningún mecanismo eficaz que actúe a nivel global para
controlar a las megacorporaciones, de hecho estas pueden eludir con
facilidad legislaciones nacionales a través de complejos entramados
societarios.
La
Comisión de Desarrollo Sostenible del Eurolat, Asamblea
Parlamentaria entre América Latina y Europa, aprobó un documento
con fuertes críticas a esta técnica, sin embargo no votó
positivamente la recomendación de una moratoria al fracking en ambos
continentes. Esta Asamblea es la mediación más importante entre las
dos regiones, los informes que se emiten desde ahí no son
vinculantes, pero sus recomendaciones son utilizadas para blindar
algunas decisiones geopolíticas.
Parece
que el escenario más favorecedor para la prohibición del fracking
en Vaca Muerta y en otros lugares del mundo, corre a cargo de la ONU.
Gracias a décadas de discusiones y movilizaciones, las
organizaciones sociales consiguieron que en 2017 empezaran las
negociaciones en este organismo multilateral para elaborar un tratado
vinculante que obligue a las empresas trasnacionales a cumplir con
los derechos humanos. Un año más tarde comenzaba la cuarta ronda
para sacar adelante este instrumento jurídico. En esta ocasión se
pudo elaborar un borrador que algunas organizaciones como el
Observatorio de Multinacionales de América Latina (Omal) califican
de insuficiente y poco exhaustivo.
La
Campaña Global para reivindicar “la soberanía de los pueblos,
desmantelar el poder de las empresas transnacionales y poner fin a la
impunidad”, sostiene que 2019 parece ser el año clave. Entre el 14
y el 18 de octubre tendrá lugar la quinta Sesión del Grupo de
Trabajo Intergubernamental de composición abierta (OEIGWG) en
Ginebra para lograr un tratado que sea jurídicamente vinculante que
regule la actividad de las trasnacionales en suelos que tienen escasa
normativa socio-ambiental. Este tratado no solo regulará el fracking
en Vaca Muerta, es un acuerdo que obligará a la actividad de las
empresas trasnacionales a cumplir una serie de principios y
requisitos de acuerdo con la Declaración de los Derechos Humanos.
¿Qué
capacidad tendrá este Tratado respecto a las legislaciones
nacionales? ¿Cómo y por quién se juzgarán las infracciones y
delitos? Son muchas las preguntas puestas encima de la mesa. Las
organizaciones ambientales y colectivos sociales lo ven como un claro
avance para mitigar las injusticias que suceden en comunidades,
bosques y territorios con escasa regulación socio-ambiental.
Externalizar
costes y cerrar beneficios
Escribía
el sociólogo Stephan Lassenich en un artículo de opinión publicado
por El País, que las sociedades occidentales habían racionalizado
las prácticas extractivas y las asimetrías socio-ecológicas y
económicas hacia regímenes transnacionales políticos: el FMI, la
OMC, hasta el Acuerdo de París. A través de su poderío militar y
sus posiciones geopolíticas “ha sido posible construir una
estructura socioeconómica que solo funciona a costa de terceros”.
A esto se llama externalización. Quiere decir que una vez que los
recursos humanos, naturales y sociales ajenos son utilizados por
estas sociedades, los costes económicos, ecológicos y sociales son
exteriorizados.
“De
esta manera se reserva la productividad de este modelo de
reproducción para las economías más competitivas, mientras que la
destructividad es procesada por las economías más vulnerables”,
continúa el sociólogo. Y para evitar que las repercusiones
negativas puedan recaer en las propias sociedades externalizadoras
cierran su espacio económico y social.
Este
proceso en el que nos encontramos es visible en Vaca Muerta. Una vez
utilizados los recursos naturales, el beneficio viaja hacia el país
de origen, mientras que en los suelos de la cuenca neuquina los
derrames contaminan la tierra y los cultivos, las placas tectónicas
se mueven y los gases de efecto invernadero ascienden a la atmósfera.
Mientras que desde el G7 o el Acuerdo de París se reprocha a “los
países periféricos” por sus prácticas poco limpias, los países
occidentales en muchos casos serían sus promotores.
Ante
esta situación el Tratado vinculante que se firmaría en Ginebra
podría reducir estos costes, la pregunta sería si se lograrían
incluir términos exhaustivos que puedan aplicarse a nivel jurídico
o el Tratado seguiría insistiendo en artículos generales que
podrían posibilitar vacíos legales en beneficio de las
corporaciones, como se denuncia desde OMAL.
En
el momento de escribir este artículo, la Corporación para la
Inversión Privada en el Extranjero (OPIC) de Estados Unidos respaldó
con más de 400 millones de dólares a dos empresas petroleras en
Vaca Muerta.
Fuente:
Andrea Ana Gálvez @Ana_Gaher, Las potencias europeas promueven el fracking fuera mientras lo prohíben dentro de sus fronteras, 27 septiembre 2019, El Salto Diario. Consultado 3 octubre 2019.
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