por
José Herrera Plaza
Desde
2011 se han realizado 4 transportes secretos con más de 3.000 kg de
basura nuclear a Palomares (Almería) desde la sede del CIEMAT en
Madrid. Los residuos estaban ubicados en una instalación radiactiva
(IR-17), dotada con todo tipo de medidas de seguridad y control por
parte del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), mientras que su
destino ha sido un par de contenedores marítimos para hortalizas y
lo que es peor, una edificación en medio de la población. Ello ha
generado una significativa alarma social en la zona y un innegable
perjuicio económico a su agricultura y pujante turismo. No solo no
se inicia el esperado plan de descontaminación, sino que se refuerza
el rol impuesto en 1966 por los Estados Unidos y España de lo que
constituye el primer cementerio nuclear ilegal de España.
Recordemos
que ello es una consecuencia más del accidente aéreo de 1966, en
plena dictadura y Guerra Fría, de un bombardero estratégico
norteamericano que dejó caer 4 bombas termonucleares, cada una 70
veces más potentes que las de Hiroshima. En su día invitaron a los
medios de comunicación a que informaran de los 1.000 m³ de tierras
contaminadas que se llevaban a los Estados Unidos, mientras a poca
distancia, escondida entre las colinas, enterraban subrepticiamente 4
veces más en dos fosas. Sin contar con los kilos de plutonio que
dejaron en los campos, condenando al área a ser el primer
cementerio nuclear de España donde cohabitan seres humanos, carente
de cualquier instalación, expediente o medidas de caución.
Los
transportes han sido admitidos por la Audiencia Nacional como hechos
nuevos, en la causa promovida por Ecologistas en Acción Almería
contra la inacción del CSN. También el Parlamento Europeo ha
admitido a trámite la petición de una inspección por este tema.
La impunidad por este tipo de acciones, execrables desde el punto de
vista legal y moral, es continua desde 1966.
Llevamos
años denunciando los riesgos para la salud de las personas y el
medioambiente, más el lastre que para la economía de Palomares y
Villaricos (Almería) suponen el inventario radiactivo de 41
hectáreas valladas y restringidas al acceso y uso. Los últimos
gobiernos han escurrido el bulto, más allá de algún gesto de cara
a la galería, sin promover, ante la inhibición del país causante,
una descontaminación unilateral, pronta y efectiva.
Desde
el año 2010 existe un Plan de Rehabilitación de Palomares (PRP),
aunque antes España ha poseído la capacidad tecnológica para
descontaminar el área de una manera modélica, sin la ayuda de los
Estados Unidos. Era un plan preliminar, pendiente de desarrollar
otros planes complementarios (residuos, seguridad de los trabajos,
control posterior) o la de decidirse por un almacén temporal
individualizado (ATI) anejo al Cabril (Córdoba) o donde se
considere, mientras se halle el momento de devolvérselo a sus
legítimos propietarios (Estados Unidos).
Los
transportes de basura nuclear
Cuando
era director del CIEMAT Juan Antonio Rubio, definía la situación
radiológica de Palomares como un «problema social». Más allá de
los importantes riesgos para la salud que habían sufrido los
vecinos, Rubio focalizaba sobre el estigma social y económico que
supone el tener uno de los inventarios radiológicos de plutonio más
altos del planeta en una zona habitada. Por ello luchó, hasta su
muerte en 2010, por una descontaminación definitiva, materializada
en el PRP. También era partidario de la descontaminación del
CIEMAT en la Ciudad Universitaria de Madrid, por lo que apoyó
decididamente el Plan Integral de Mejora de las Instalaciones del
CIEMAT (PIMIC). Esteúltimo siguió ejecutándose sin restricciones
de presupuesto ni de plazos, de hecho lleva 19 años de ejecución y
más de 100 millones de euros gastados, mientras lo único que hacía
el Gobierno con Palomares era encargar infructuosamente a Exteriores
que le solicitaran por favor a los Estados Unidos que se llevaran el
plutonio que dejaron en 1966, al tiempo que el mismo organismo
impulsaba con éxito las relaciones comerciales y la inversión
española en ese país.
Desde
1966 que dio comienzo el «Proyecto Indalo», o seguimiento de la
contaminación dejada en las personas y el medioambiente, se han
recogido más de 13.000 muestras de tierras, productos vegetales y
filtros de aire de los dispositivos que controlan la contaminación
del aire. De esas, casi 4.000 fueron arrojadas irresponsablemente por
la Junta de Energía Nuclear - CIEMAT, en unas escombreras anejas a
la sede (parcela Ñ), transformada con los años en el campo de
deportes y zona infantil [1].
No
había transcurrido un año y medio de la muerte de J.A. Rubio,
cuando se aprobó el primer envío secreto de las más de 9.000
muestras que no se habían tirado, con un peso de 1.280 kg. y una
radiactividad de 24 y 96 millones de Bequereles de americio y
plutonio (239+240) respectivamente. Ese sería el primero de un total
de 4 viajes clandestinos, con más de tres toneladas de basura
radiactiva, sin informar al CSN, ni a los representantes de los
ciudadanos. Material al que se han de sumar los 2.724 kg. de restos
de muestras y sondeos que se quedaron en la zona y cuyo detalle se
muestra en la tabla que sigue
La
noticia había saltado en un periódico local y tuvo repercusiones en
los medios de ámbito nacional. Como suele suceder cuando el nivel de
perversión es elevado, las iras de algunas fuerzas vivas del lugar
se polarizaron en el mensajero, en el periodista que firmaba la
noticia, en vez de unirse y presentar una inmediata denuncia
judicial contra el organismo causante. Incluso la editora del
periódico recibió amenazas de retirada de publicidad por parte de
alguna empresa del área. Pero la reacción más generalizada fue de
indignación hacia un organismo que tornaba súbitamente a los modos
y maneras de los años 70 - 80. El periódico comarcal Actualidad
Almanzora reflejaba en su portada cómo se sentían: Ultraje extremo.
El desprecio que los sucesivos gobiernos de España han dedicado
al problema de la contaminación de Palomares supera el insulto.
La
única medida que adoptaron los regidores municipales de Cuevas del
Almanzora, del que depende la pedanía de Palomares, fue solicitar
una pronta reunión con los responsables del CIEMAT para pedir
explicaciones. Pero esta plausible iniciativa lo único que hizo fue
empeorar las cosas, ahondar en la humillación sufrida y en la
postración de los representantes locales. En la reunión celebrada
con la presencia de los alcaldes y de dos diputados del PSOE por
Almería con el cuadro directivo del CIEMAT, los demandantes fueron
informados falsamente con importantes sesgos, que fueron ocultados
sin escrúpulos y sin importarles su rol como representantes de la
ciudadanía; la misma que sufraga con sus impuestos las nóminas y
el presupuesto del que se nutre el organismo. En la nota de prensa,
inusitadamente conjunta y sin una palabra de reproche, el CIEMAT
reconocía solo dos viajes, cuando en realidad fueron cuatro; 1.466
kg. de residuos, cuando fueron más del doble y una radiactividad
de 6,68 millones de Bequereles de plutonio (239+240), cuando
sobrepasaron los 112 millones. Nadie de ese cuadro directivo parece
haber sufrido las consecuencias de sus actos referentes a Palomares
y la falta de respeto a los representantes políticos de la
ciudadanía. La impunidad que no cesa.
Pero
hay quienes piensan que las leyes las han de cumplir todos, no solo
los estratos inferiores de la pirámide social. Ecologistas en Acción
Almería lo incluyó como hecho nuevo en la demanda que tenía
interpuesta en la Audiencia Nacional contra la inacción del CSN
respecto a la descontaminación pendiente de Palomares porque, según
aducen en el escrito de conclusiones: es obvio que el almacenamiento
no cumple los más mínimos requisitos legales exigidos. Se ha
llevado a cabo sin expediente alguno y sin conocimiento del CSN.
La
Sala 7ª la admitió y solicitó un informe completo al
CIEMAT. Gracias a ese requerimiento, hemos podido informarnos
adecuadamente.
En
los últimos años hemos asistido al discurso de algunos colectivos
por el maltrato del poder central con determinadas autonomías. En el
ámbito nuclear los hechos son concluyentes, inequívocos. Parece no
existir nada personal con ninguna región en especial. Lo sucedido
en Palomares en estos 53 años lo avala sobradamente, pero también
si repasamos el mapa de España con las 6 zonas que padecen
contaminación radiactiva, reconocidas recientemente por el CSN. Solo
una de ellas se halla en el centro, y porque ha sido descubierta hace
poco. El resto están ubicadas en la periferia y el premio se lo
lleva Andalucía, con 3 lugares (Palomares y dos en Huelva). Es
simplemente la distancia física del centro la que marca las
ubicaciones.
Existían
otras alternativas menos malas que la de sacar esas tres toneladas
de material radiactivo y llevarlas de mala manera a un área ya muy
machacada por el poder político y los organismos reguladores. Una
solución hubiese sido el mantenerlas en la misma instalación
radiactiva, con todo tipo de garantías de caución y control, hasta
que se ejecutara el Plan de Rehabilitación. Otra hubiese sido la
creación de un almacén temporal individualizado (ATI) en cualquier
otro punto, como los que existen en las centrales nucleares.
Se
optó por la peor de las opciones, porque prevalecieron una vez más
los intereses del centro frente a la periferia, lo que supone una
política continuista padecida por Palomares desde 1966, con la
excepción del periodo de Juan Antonio Rubio en la dirección del
CIEMAT hasta 2010. El resto ha sido el incesante quebranto, el suma y
sigue en los rigores de un sino impuesto por otros, con intereses
ajenos y contrarios a los de los claudicantes afectados.
Notas:
- Dentro de las acciones del PIMIC, nada menos que en el arenero infantil del campo de deportes, hallaron en 2005 radio-226, además de americio y plutonio de Palomares.
Fuente:
José Herrera Plaza, Palomares como cementerio nuclear. La impunidad que no cesa, 6 septiembre 2019, Rebelión.
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