Dio
clases en parajes desolados de Formosa y de Traslasierra. Era jefe
comunal de San Carlos Minas cuando ocurrió el aluvión de 1992.
por
Miguel Ortíz
“Maestro,
tráigame las anticonceptivas. Mire que si me quedo embarazada, va a
ser culpa suya”, le decía una vecina al docente rural que hacía
también los mandados en cada viaje de la escuelita a la ciudad.
Curabicheras,
herraduras, medicamentos o alimentos formaban parte de los mandados
que Jesús Alberto Carreras se prestaba a hacer en cada viaje a Villa
Dolores.
Desde
los 18 hasta los 60 años, fue maestro rural en Traslasierra. Entre
medio, durante una década, se dedicó a la política. En ese lapso,
fue intendente de San Carlos Minas: asumía esa función cuando el
trágico aluvión de 1992 destruyó ese pueblo y se llevó a su
hijita de 3 años.
Dueño
de una historia intensa, dice que su paso por la función pública
fue una distracción en una vocación que sintió desde niño.
“En
el campo, el maestro también es funcionario, cura, psicólogo, juez,
enfermero, cartero, y mucho más. Representa a una institución
creíble y se espera muchísimo de él. Por eso es bueno que sepa dar
respuestas, en lo que pueda”, dice Carreras, nacido en la localidad
de San Pedro.
Músico
aficionado, nunca dejó de cantar ni de animar eventos. Es autor de
canciones y ahora escribe Tributos al maestro rural, un libro que
contará su experiencia con los niños de muchas generaciones.
Vocaciones
“Desde
chico quise ser maestro, era una vocación muy clara, yo amaba a mis
maestras; hoy no veo que haya admiración por los docentes”,
reflexiona Carreras. Cursó la secundaria y el magisterio en Villa
Dolores. A los 19 años, en 1975, egresaba como profesor para la
enseñanza primaria.
“¿Querés
trabajar de maestro?, Vamos, salimos mañana”, dice que le dijo su
primo Ángel Carreras, quien era maestro en la lejana Formosa. En
1976, en un Fiat 1500, partieron hacia el norte. Dos días después,
llegaron a Colonia Lahisí, pueblito de misioneros franciscanos
integrado a comunidades indígenas de tobas y de chulupíes.
La
guitarra le fue fundamental para llegar a los niños. “Ahí instalé
las canciones de María Elena Walsh y, también, El burrito cordobés,
que todos aprendieron”, cuenta. En ese lugar se puso de novio con
Julia Ema Mangini, quien esa Navidad regresó con él a Traslasierra,
para volver a Formosa ya casados, en febrero de 1977.
Esta
vez, a la escuela de Colonia El Gato, una aldea alejada, sin energía
ni agua, en plena selva. “Ahí tuve un director que me enseñó a
gestionar, el maestro Vivenza”, comenta.
Carreras
escribió entonces una carta a Radio Champaquí, de Villa Dolores,
para pedir ayuda para paliar carencias en su escuelita pobre.
Periodistas locales organizaron una campaña solidaria en
Traslasierra y, dos meses después, un camión llegaba a la escuelita
de la selva cargado de ropa, libros, alimentos y hasta un tocadiscos
Winco a pilas. “Fue una de las emociones más grandes de mi vida,
no lo podía creer”, recuerda agradecido.
Todo
era intenso, pero el maestro volvió a Córdoba.
Volver
a las Sierras
Luego
de unos meses en la transerrana La Paz, Carreras fue destinado a
Mogotes Ásperos, a 25 kilómetros de San Carlos Minas. Había que
caminar seis kilómetros hasta la escuela de 10 alumnos. Ahí pasaron
muchos años el maestro y su familia, que creció con la llegada de
Gustavo, de Germán y de Anahí.
Su
perfil de gestor le abrió otros caminos. En 1984 se trasladó a San
Carlos Minas para trabajar como funcionario municipal. El 16 de
diciembre de 1991 encontró al maestro jurando como nuevo intendente
del pueblo.
No
hay peor día que el lunes 6 de enero de 1992. Un arroyo crecido por
un aluvión, tras un diluvio, arrasó el pueblo de 950 habitantes.
Murieron más de 40 vecinos. Desaparecieron 36 viviendas. Destrucción
y dolor inundaban todo.
Anahí
Tamara, de tres años, hija de Carreras, fue arrancada por el
torrente de los brazos de su mamá. El relato estremece: “El
cuerpito de mi nena estuvo entre los 30 que se encontraron, fue el
peor momento de mi vida”, cuenta.
La
gestión municipal de Carreras, quien se hizo conocido por esos días
en medios nacionales, se centró en reconstruir el pueblo.
Regresar
al aula
En
1996, Carreras volvió a la docencia y con su familia regresaron a su
San Pedro natal. Recién entonces tuvo su propia casa. Valdecitos y
La Reducción fueron parajes rurales donde dio clases durante ocho
años.
Luego
asumió su último destino, Las Toscas, donde coordinó durante años
el Festival del Algarrobo.
“El
mejor alumno es el que quiere ser mejor persona”, apunta el
maestro, que se jubiló en 2016, pero que sigue pensando el mundo
como un aula.
“El
mejor alumno es el que quiere ser mejor persona”, afirma tras
décadas de educación rural.
Fuente:
Miguel Ortíz, El maestro rural que fue intendente de un pueblo arrasado, 7 septiembre 2019, La Voz del Interior.
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