En
las sierras cordobesas, se hace fuerte un peligroso discurso
“antimigratorio”, semejante al que se escucha en Europa y Estados
Unidos, pero con un sentido muy distinto.
por Rogelio
Demarchi
De
un tiempo a esta parte, hay un sostenido flujo migratorio desde las
grandes ciudades a las pequeñas comunidades serranas: personas con
importantes recursos materiales y simbólicos se alejan, por caso, de
Córdoba, Rosario o Buenos Aires para radicarse en paisajes de las
sierras, por su tranquilidad y cualidades medioambientales.
Esta
migración no se motiva en necesidades económicas sino en un deseo
asociable al mito del paraíso, adaptando la descripción que ya en
la Edad Media propuso la épica filosófica del locus amoenus (“lugar
idealizado”): se valoran sus fuentes de agua, la riqueza de sus
huertos, sus aires, la diversidad de aves y fauna, la potencia de su
vegetación.
Conflictos
Es
una migración conflictiva. El periodista de La Voz Fernando Colautti
ha descripto las dos tensiones más significativas que crea. Por un
lado, los servicios básicos, ante la nueva demanda, pueden entrar en
crisis y requerir obras de infraestructura que no estaban en los
planes de nadie, lo que impacta sobre ese medio ambiente tan
valorado; por otro, entre los recién llegados y los nativos se
genera una tensión cultural alrededor de las soluciones posibles
para los problemas comunitarios.
Las
sierras, territorio de una migración inversa
Sobre
la tensión cultural, Luciana Trimano, investigadora del Conicet,
realizó una notable investigación en Traslasierra hace cinco años:
los recién llegados creen tener el saber que a los nativos les
faltaría, y desde esa posición de supuesta superioridad se niegan,
por ejemplo, a la llegada del asfalto y de otros símbolos del
progreso anhelados por los nativos; conclusión, los imaginarios de
ambos grupos sobre el concepto de bienestar se oponen.
Acerca
de la “neorruralidad”
Sobre
la tensión medioambiental, Adrián Koberwein, también investigador
del Conicet, acaba de publicar un inquietante artículo centrado en
la crisis hídrica que padeció la zona de Sierras Chicas
(2007-2015).
Aquella
crisis, recordemos, produjo una histórica bajante en el nivel del
Dique La Quebrada que motivó un racionamiento del agua y, con ello,
un significativo cambio en las costumbres de los residentes: “Acá
nos bañamos cada dos días”, le dicen a Koberwein, como señal de
sacrificio y responsabilidad.
Entonces,
emergió una inusitada “esfera pública” en la que se
formalizaron distintas organizaciones sociales para darle peso a sus
propuestas. El debate se detuvo, entre otros puntos, en el aumento
del consumo, la falta de una infraestructura acorde y el incremento
de la construcción.
De
ello se deduce que esa “ola constructiva” representa una amenaza
para el proyecto con el que llegaron los nuevos migrantes. En
palabras de Koberwein, “buscando lugares más amigables para vivir,
algunos habitantes de las Sierras Chicas se enfrentan actualmente al
mismo tipo de fenómenos de los cuales voluntariamente se alejaron:
procesos de urbanización, aumento poblacional y presión sobre los
recursos, modificación del paisaje y perturbación de la
tranquilidad y del buen vivir que fueron a buscar”.
Es
interesante detenerse en este punto. Mutatis mutandi, el discurso que
habitualmente escuchamos en políticos o integrantes de la sociedad
civil de Europa o de Estados Unidos en contra de los migrantes que
pugnan por llegar a los países centrales es el mismo que estos
investigadores advierten entre nosotros. En esos casos, todavía es
una migración determinada por necesidades económicas; aquí, es
gente que tiene resuelta su subsistencia y que dispone de un capital
para invertir.
Este
discurso de los “neoserranos” apunta a cerrar las sierras
cordobesas con distintos instrumentos legales para desalentar, si no
frenar definitivamente, la migración. En las Sierras Chicas, por
ejemplo, al debate lo fueron ganando quienes pusieron el acento en el
concepto del “desorden”: así surgió una fuerte demanda a favor
de un “ordenamiento territorial” que limitase al “desarrollismo”;
el plan fue frenar las inversiones inmobiliarias y la construcción
tomando como argumento el mal comportamiento de algunos de estos
actores –que desviaron cursos de agua, alambraron algún segmento
del río e impidieron el libre acceso a senderos–, en vez de
combatir puntualmente estas violaciones del marco normativo.
La
proliferación de reservas naturales y otros espacios protegidos
habría ocurrido en este contexto: toda hectárea bajo protección,
al mismo tiempo que se resguarda medioambientalmente, es una hectárea
que ya no estará disponible para quien quiera venir a radicarse.
Por
eso, Koberwein acierta cuando cita al geógrafo británico David
Harvey: “No hay proyecto ambiental que no sea, al mismo tiempo, un
proyecto de sociedad”. Es necesario proteger el medio ambiente y lo
poco que queda del monte nativo cordobés, pero ¿este es el precio
que debemos pagar, la legitimación de un discurso antimigrantes?
Utopías
Un
funcionario municipal le dijo a Koberwein que le gustaría vivir
eternamente bajo la vigencia de una ordenanza que decrete la
“emergencia hídrica” porque así se suspenden los loteos, las
ventas de terreno y el otorgamiento de permisos de construcción.
Ese
funcionario representa el sentir de su comunidad ya que está en
línea con el discurso utópico plasmado en un audiovisual elaborado
por una agrupación ambientalista, que narra en pasado el futuro
venturoso de las Sierras Chicas, como si verdaderamente hubiera
ocurrido: “el desarrollo social y económico” se consiguió por
la conservación de “la flora, la fauna, el paisaje”, una alianza
virtuosa que fue posible porque se prohibió la radicación de nuevos
habitantes; en esa comunidad idealizada, la Municipalidad sería la
encargada de definir cuándo se puede “ampliar la cantidad de
población estable limitada por lo establecido en el Plan de
Ordenamiento Urbano”.
Obviamente,
no es muy cristiano que digamos pretender el cierre del paraíso
porque uno ya llegó y no quiere que llegue nadie más.
Los
textos
La
investigación de Luciana Trimano, “De la ciudad al campo.
Tensiones entre culturas emergentes y preexistentes. El caso de Las
Calles, Traslasierra, Córdoba”, se puede consultar en el
Repositorio Digital de la Universidad Nacional de Córdoba.
El
artículo de Adrián Koberwein, “Temporalidades e incertidumbre en
el contexto de una crisis hídrica en la Provincia de Córdoba,
Argentina”, integra el nuevo número de la revista Astrolabio -
Nueva Época.
Fuente:
Rogelio Demarchi, Migraciones en las sierras: ¿Se puede cerrar el paraíso?, 28 julio 2019, La Voz del Interior. Consultado 2 agosto 2019.
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