El
IPCC, el grupo de expertos de la ONU, apunta a que solo el derroche
de alimentos es responsable del 10 % de todos los gases de efecto
invernadero que expulsa el hombre.
por Manuel
Planelles
La
crisis climática ha alcanzado tal dimensión y rapidez -2019 encadena máximos de temperaturas mes a mes mientras se suceden olas de calor y sequías- que ya no basta con fijarse solo en un sector
para intentar dejar el calentamiento dentro de unos límites manejables. No será suficiente con reducir o suprimir del sector
energético los gases de efecto invernadero, que según la mayoría
de los científicos están detrás del cambio climático. Hacen
faltan cambios profundos en otros sectores como el de la producción
de alimentos mundial y la gestión de los suelos, y también en las
dietas.
Esta
conclusión recorre todo el informe especial sobre cambio climático y tierra del IPCC, el panel internacional de expertos que asesoran a
la ONU. El análisis, que se ha presentado este jueves en Ginebra
(Suiza) y en el que han participado 107 expertos de 52 países,
apunta a la necesidad de cambios para combatir la deforestación, la
desertización y el derroche. Solo el desperdicio de alimentos,
resalta el estudio, es responsable de entre el 8 % y el 10 % de todas
las emisiones de efecto invernadero que genera el ser humano. Entre
el 25 % y el 30 % del total de alimentos producidos en el mundo se
pierde o se desperdicia, resaltan los expertos de la ONU en su
informe.
El
IPCC apunta a los beneficios en la lucha contra el cambio climático
de las "dietas equilibradas" basadas en alimentos de origen
vegetal, como cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras. Se
incluyen también alimentos de origen animal, pero producidos de
manera sostenible con bajas emisiones. "Algunas opciones
dietéticas requieren más tierra y agua", ha explicado Debra
Roberts, una de las científicas que ha coordinando el estudio, "y
provocan más emisiones de gases".
Hace
10 meses, en octubre de 2018, otro informe del IPCC sacudió el mundo. Porque los científicos advertían de que el ser humano se
estaba quedando sin tiempo para poder cumplir con el Acuerdo de París, que establece como meta para final de siglo que el incremento
medio de la temperatura quede por debajo de los dos grados
centígrados respecto a los niveles preindustriales (finales del
XIX). Y en la medida de lo posible por debajo de 1,5 grados. Con un
incremento que ya ronda el grado centígrado y la acumulación en la
atmósfera de CO2 en niveles nunca vistos, aquel informe del IPCC
advertía de que se necesitaban reducciones de los gases de efecto
invernadero sin precedentes en muy poco tiempo para cumplir París.
Ahora,
el análisis monotemático del IPCC sobre el uso de la tierra en el
planeta resalta la importancia del sector alimentario en esta lucha y
la necesidad de tomar medidas rápido: "Actuar ahora puede
evitar o reducir los riesgos y pérdidas y generar beneficios para la
sociedad", sostiene. "Las rápidas acciones de adaptación
y mitigación climáticas, alineadas con la gestión sostenible de la
tierra y el desarrollo sostenible (...), podrían reducir el riesgo
para millones de personas expuestas a fenómenos extremos del clima,
desertificación, degradación de la tierra e inseguridad
alimentaria".
Porque
la tierra y el uso que el ser humano le da son a la vez una víctima
del cambio climático y un causante de ese calentamiento. El
crecimiento de la población mundial y los cambios en las dietas y el
consumo desde mediados del siglo pasado han llevado a "tasas sin
precedentes de uso de la tierra y el agua", apunta el IPCC. Por
ejemplo, alrededor del 70 % del consumo mundial de agua dulce se
destina a la agricultura. "Estos cambios han contribuido al
aumento de emisiones netas de gases de efecto invernadero, pérdida
de ecosistemas naturales y disminución de la biodiversidad". El
informe recuerda que desde mediados del pasado siglo el consumo per
cápita de grasas vegetales, carnes y calorías se ha disparado. Esos
cambios en los patrones de alimentación han llevado a que en el
mundo vivan 2.000 millones de personas con sobrepeso u obesidad.
El
informe establece que un 23 % de todos los gases de efecto invernadero
que expulsa el hombre vienen de la agricultura, la silvicultura y el
uso de la tierra. Pero si se añaden las emisiones asociadas a la
producción mundial de alimentos, esa cuota puede llegar hasta el
37 %. "Se prevé que las emisiones de la producción agrícola
aumenten impulsadas por el crecimiento de la población y la renta y
los cambios en los patrones de consumo", advierte el informe.
Impactos
El
IPCC resalta que el cambio climático está teniendo ya impactos en
la "seguridad alimentaria" ya que están cambiando los
patrones de precipitación y aumentando la frecuencia e intensidad de
fenómenos extremos que dañan los cultivos. Y las proyecciones no
son buenas: "Se prevé que la frecuencia e intensidad de las
sequías aumenten particularmente en la región mediterránea y en
África meridional".
Pero
los impactos se pronostican para todo el planeta: en Asia y África
habrá más personas sometidas a la desertización; en América, el
Mediterráneo, el sur de África y Asia central se prevén más
incendios forestales; en los trópicos y subtrópicos caerá el
rendimiento de los cultivos... Además, estas consecuencias, que
pueden incrementar las migraciones asociadas a factores
medioambientales, serán mayores a medida que aumente el
calentamiento.
Soluciones
El
informe apunta a algunas soluciones, como los cambios en las dietas
que los consumidores pueden realizar. O acciones de más envergadura
como los "muros verdes" con especies vegetales autóctonas
que se proyectan para frenar la desertización. Los científicos del
IPCC explican que hay acciones que tienen "impactos inmediatos"
positivos, como la conservación de ecosistemas en turberas,
humedales, praderas, manglares y bosques, que guardan enormes
cantidades de gases de efecto invernadero que se liberan cuando se
destruyen y contribuyen más al calentamiento. Otras intervenciones,
como la reforestación, necesitan décadas para ser efectivas.
En
todo caso, el IPCC recuerda que la tierra tiene que seguir siendo
"productiva para mantener la seguridad alimentaria" ante el
aumento de la población previsto y los impactos negativos del
calentamiento. "Esto significa que hay un límite para la
contribución de la tierra en la lucha contra el cambio climático",
apunta el panel de expertos, que advierte de los riesgos que puede
conllevar la bioenergía para la "seguridad alimentaria, la
biodiversidad y la degradación de la tierra".
El
IPCC plantea la necesidad de una respuesta rápida ante el desafío
del cambio climático: "Retrasar la acción (...) podría dar
lugar a algunos impactos irreversibles en algunos ecosistemas".
Y esto a su vez generaría más gases de efecto invernadero que
calentarían aún más el planeta.
Fuente:
Manuel Planelles, El planeta necesita un cambio del modelo alimentario para combatir la crisis climática, 8 agosto 2019, El País. Consultado 8 agosto 2019.
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