Fue
diseñado por los militares en la época de la Guerra Fría. Va a
construir rutas, puentes y ferrocarriles a través de la selva. Para
eso se están deforestando enormes superficies con las "queimadas".
por
Gustavo Sierra
En
los primeros meses de su gobierno, Jair Bolsonaro, desveló su
proyecto para el Amazonas sin que muchos lo advirtieran. Diseñó un
nuevo presupuesto para Defensa y el 98 % está destinado a un antiguo
programa denominado Calha Norte (canal norte).
En
ese momento pocos advirtieron que esa era la base de su estrategia
para desforestar la reserva de oxígeno más importante que tiene el
planeta y desarrollar un territorio virgen que podría llevar a
Brasil a un enorme crecimiento económico. Consiste en crear
"infraestructuras estratégicas para la defensa de la frontera
norte del país".
Un
proyecto del Ejército brasileño de los '80, en plena Guerra Fría,
para desarrollar un territorio de 1,5 millones de kilómetros
cuadrados a lo largo de ocho estados -Acre, Amapá, Amazonas, Mato
Grosso, Mato Grosso do Sul, Pará, Rondônia y Roraima-, un área más
grande que todo el territorio de Perú o la mitad de Argentina o todo
Irán. Con represas, carreteras y puertos sobre el río Amazonas. Y
para esto, la clave está en la liberación de territorio, en ganar
espacio a la selva, en talar árboles. Todo basado en el mismo
principio que utiliza, por ejemplo, China para no cumplir con las
reducciones de emisiones de carbono que aumentan el calentamiento
global y que es un mensaje para las grandes potencias occidentales:
"Ustedes se desarrollaron desforestando y contaminando; ahora
nosotros queremos tener la misma oportunidad".
Calha
Norte fue desarrollado en 1985, durante el gobierno de José Sarney,
y con Brasil -así como el resto de América Latina- bajo la
influencia de Estados Unidos. Las justificaciones del proyecto fue la
fuerte presencia de militares cubanos en Surinam, así como las
guerrillas colombianas, del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lo que
constituía una hipotética amenaza comunista.
También,
los militares querían combatir el contrabando en la frontera y
morigerar los conflictos entre empresas mineras, garimpeiros (mineros
informales) e indígenas. En ese momento, la Iglesia Católica se
opuso firmemente a la iniciativa. "El proyecto acelerará el
proceso de destrucción de la cultura indígena, además de
representar un desperdicio de recursos financieros, materiales y
humanos que podrían ser destinados a obras de infraestructura y
apoyo a la población del Amazonas", dijeron los obispos en un
comunicado. Después vino Fernando Collor de Mello que no tenía
ningún interés en el asunto y la caída del Muro de Berlín hizo el
resto. Calha Norte quedó archivado hasta que los militares, que
constituyen una fuerza fundamental del gobierno de Bolosnaro, lo
desempolvaron.
El
resultado lo vimos en las últimas semanas. Una combinación de la
voracidad por nuevas tierras de los productores rurales, una sequía
profunda y el comienzo de algunas obras relacionadas con el Calha
Norte.
Más
de 70.000 focos de incendio, provocados fundamentalmente por la
deforestación. De acuerdo al Instituto Nacional de Investigación
Espacial, sólo en el mes de julio se deforestaron 2.254 kilómetros
cuadrados, un 278 % más que en el mismo mes del año pasado. Una
tragedia para la Humanidad que Bolsonaro intentó esta semana
traspasarla a las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que
protegen el Amazonas. "Puede estar ocurriendo, es una
posibilidad, no lo estoy afirmando, una acción criminal de esas ONG
ambientalistas para llamar la atención contra mi persona, contra el
gobierno de Brasil; esa es la guerra que enfrentamos", dijo
Bolsonaro. Y lanzó una frase ingeniosa: "Antes me trataban del
'monstruo de la motosierra' y ahora dicen que soy 'Nerón'".
Algunos periodistas brasileños ya lo denominan "El Nerón del
Amazonas".
En
febrero, tres ministros de Bolsonaro presentaron en Tiriós, estado
de Pará, los planes para construir un puente sobre el río Amazonas
en la ciudad de Óbidos, una hidroeléctrica en Oriximiná y la
extensión de la carretera BR-163 hasta la frontera con Surinam. Esa
es la columna vertebral del Calha Norte. De acuerdo a un documento
oficial publicado por la plataforma "openDemocracy", el
plan de Bolsonaro es "ocupar la región amazónica con
infraestructura estratégica para evitar que otro proyecto
multilateral de protección de la selva, denominado corredor
ecológico Triple A: Andes – Amazonas – Atlántico, pueda ser
implementado en el futuro".
Y
una de las páginas del powerpoint en el que se presentó el
proyecto, de acuerdo a openDemocracy, dice que "hay que poner en
práctica el Calha Norte sobre la cuenca del Amazonas e integrarlo al
resto del territorio nacional, para hacer frente a las presiones
internacionales". Durante la campaña en 2018, Bolsonaro citó
la idea del Triple A como una amenaza a la soberanía del país. El
proyecto de cuidado del medio ambiente continental denominado
"Corredor AAA", fue propuesto hace unos años por un
ambientalista colombiano con el propósito de formar un gran corredor
ecológico que abarcara 135 millones de hectáreas de bosque
tropical, que se extendería de los Andes al Atlántico, pasando por
el Amazonas.
Los
documentos del gobierno brasileño dicen que "existe actualmente
una campaña globalista que relativiza la Soberanía Nacional en la
Cuenca Amazónica, usando una combinación de presión internacional
y opresión psicológica tanto externa como interna. Esa campaña
moviliza a ONGs ambientalistas e indigenistas, además de los medios
de comunicación, para ejercer presiones diplomáticas y económicas.
Implica también a las minorías indígenas y quilombolas
(afrodescendientes) para que actúen con el apoyo de instituciones
públicas de los niveles federal, estatal y municipal. El resultado
de este movimiento restringe la libertad de acción del gobierno".
La
primera fase del Calha Norte es continuar la ruta transamazónica
BR-163, que actualmente conecta Cuiabá y Santarém, hasta la
frontera con Surinam. Luego, se conectará esta carretera con otras
que den acceso a Manaos, Porto Velho y la frontera con Venezuela.
Esto incluye un gran puente sobre el río Amazonas frente al puerto
de Óbidos. En forma paralela se construirá el complejo de vías del
ferrocarril EF-170 o Ferrogrão. Al mismo tiempo, se levantará la
central hidroeléctrica de Oriximiná, en el río Trombetas, con
capacidad para generar energía para todo el Amazonas,
particularmente las ciudades de Manaos, Macapá y Boa Vista, que
sufren permanentes cortes de luz. Y si a esto se le suma la presión
del sector agrícola ganadero que expande cotidianamente la frontera
de las tierras aptas para el cultivo o el engorde de animales a
través de las "queimadas", el resultado es una
deforestación masiva como nunca antes se vio en la Tierra y que
propicia los devastadores incendios que estamos viendo.
La
tala de árboles en la Amazonia aumentó un 15% entre agosto de 2018
y julio de 2019, en comparación con el mismo período del año
anterior. Según el Sistema de Alerta de Deforestación se
registraron 5.042 kilómetros cuadrados de devastación. La
organización ambientalista Imazon informó que sólo en el mes de
julio, la destrucción de los bosques ascendió a 1.287 kilómetros
cuadrados, eso corresponde a un aumento del 66 % con respecto a julio
del año anterior cuando la deforestación alcanzó los 777
kilómetros cuadrados. Y se avanzó sobre las áreas de conservación:
la unidad protegida Triunfo do Xingu perdió 82 kilómetros cuadrados
en el mes de julio, la de Florex Río Preto-Jacundá 40 kilómetros. y la
Resex Jaci-Paraná 25. También se perdieron tierras de las reservas
indígenas del estado de Pará: Apyterewa, Trincheira Bacajá e
Ituna/Itatá.
Hasta
que no oscureció a las tres de la tarde sobre San Pablo por la
columna de humo de los incendios -que de acuerdo a las fotos
satelitales ya cruzan como un cuchillo el corazón de Sudamérica- no
hubo reacción del gobierno brasileño. La comunidad internacional ya
había puesto el grito en el cielo.
Noruega,
el principal donante del Fondo Amazonia, el mecanismo de cooperación
global que más recursos aporta para reducir los gases de efecto
invernadero por la deforestación, anunció que no entregará los 30
millones de euros que tenía comprometidos. Era la reacción por los
incendios y a la medida del gobierno brasileño de cambiar de forma
unilateral al equipo directivo que gestiona el fondo. Inmediatamente,
el segundo aportante, Alemania, se sumó al boicot. La respuesta de
Bolsonaro fue brutal: "Tengo un mensaje para la querida Angela
Merkel: agarrá tu dinero y reforestá Alemania. Lo necesitan mucho
más allí que aquí". Y cuando le preguntaron por la decisión
de Oslo, añadió: "¿No es Noruega la que mata ballenas en el
Polo Norte? Agarren su dinero y vayan a ayudar a Merkel a reforestar
Alemania".
Bolsonaro
también se enfrentó al Papa Francisco, que se prepara para liderar
un sínodo especial sobre la Amazonía en octubre. Bergoglio
cuestionó "la mentalidad ciega y destructiva" de aquellos
que buscan beneficiarse de la selva tropical más grande del mundo.
"Lo que está sucediendo en la Amazonía tendrá repercusiones a
nivel mundial", advirtió. La respuesta del presidente brasileño
cuando le pidieron un comentario sobre lo que había dicho el Papa
fue: "Brasil es la virgen que todo pervertido extranjero quiere
tener en sus manos".
Y
sobre el fin de semana, vino la reacción de otros países europeos.
Francia e Irlanda anunciaron que se opondrán al acuerdo
recientemente anunciado de un tratado de libre comercio entre la
Unión Europea y el Mercosur porque Bolsonaro no muestra un
compromiso real de cuidar el medio ambiente.
"Teniendo
en cuenta la actitud de Brasil en las últimas semanas, el presidente
de la República se ve obligado a denunciar que el presidente
Bolsonaro le mintió durante la cumbre del G20 en Osaka", dice
el comunicado oficial de la oficina del presidente Emmanuel Macron.
"Las
decisiones y propósitos vertidos por el mandatario brasileño en
estas semanas muestran bien que el presidente Bolsonaro decidió no
respetar los compromisos climáticos ni esforzarse en materia de
biodiversidad. En las actuales condiciones, Francia se opone al
acuerdo con el Mercosur", concluyó.
Casi
al unísono, el primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, dijo que
estaba "muy preocupado" por lo que estaba sucediendo y que
seguirá muy de cerca el comportamiento del gobierno brasileño en
los próximos dos años. "Si no cuida el medio ambiente no
ratificaremos el tratado", dijo Varadkar, echando por tierra el
esfuerzo de 20 años de negociaciones por parte de Argentina,
Uruguay, Paraguay y Brasil.
Los
ambientalistas brasileños dicen que sólo la presión internacional
podrá detener el proyecto Calha Norte que promete "pavimentar"
el Amazonas. Si se ve muy ahogado, tal vez, Bolsonaro termine
negociando más ayudas y créditos a cambio de morigerar los efectos
de las rutas y ferrocarriles que van a atravesar la selva con su
inevitable deforestación.
Pero
seguramente no se detendrá en el "desarrollo" de su
Amazonía y del "pulmón de todos". Está en su ADN. Fue su
proyecto "secreto" desde que lanzó su campaña a la
presidencia. Y seguramente tendrá el apoyo de su amigo Donald Trump,
así como de los autócratas Vladimir Putin y Xi Jinping, que creen
como él que el interés de sus economías está por delante del
cuidado del medio ambiente para todo el planeta.
Especial
para Infobae America
Fuente:
Gustavo Sierra, El plan de Jair Bolsonaro para "pavimentar" el Amazonas, 24 agosto 2019, Infobae. Consultado 25 agosto 2019.
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