por
Daniel Díaz Romero
Sala
de Prensa Ambiental
El
4 de enero de 2019 comenzó a plasmarse un proyecto del gobierno de
Tierra del Fuego, bautizado como CORREDOR CANAL COSTERO DEL BEAGLE,
en el extremo sur de Argentina.
Desde
hace un año y medio, diferentes sectores de la sociedad fueguina
vienen alertando sobre el verdadero propósito de esta nueva ruta
costera que consideran innecesaria.
El
verdadero propósito, afirman desde diversos sectores, va de la mano
de la instalación de salmoneras noruegas en el canal de Beagle, una
industria ictícola que ya ha provocado estragos socio-ambientales en
Chile.
Falta
de información e intenciones no muy claras son el común denominador
de este proyecto que, en el punto más austral del mundo, genera
controversias.
Mientras
tanto, la empresa constructora Juan Felipe Gancedo S.A sigue
cometiendo irregularidades significativas en torno a un trazado que
recorre 132 kilómetros, partiendo desde Ushuaia hasta el austral
Cabo San Pío, afectando zona roja de bosque nativo del ecosistema
andino-patagónico.
Perjuicios
ambientales, arqueológicos y paleontológicos en “el fin del
mundo”.
El
pez por la boca muere
“Creemos
que el proyecto de la apertura del Corredor Costero del Canal Beagle
viene de la mano de la instalación de la industria salmonera y que
ese es el verdadero objetivo de la nueva ruta, pero como el gobierno
sabe de antemano que acá nadie le tiene simpatía a las salmoneras,
lo vienen ocultando” indica María Laura Borla, Guía Nacional de
Turismo e integrante de la Asociación de Profesionales en Turismo de
Tierra del Fuego (APROTUR).
La
profesional del turismo agrega que “el movimiento anti-salmoneras
es muy fuerte en Tierra del Fuego. Descubrimos que el proyecto del
Corredor del Beagle va de la mano de las salmoneras y lo quieren
disfrazar de una ruta con objetivos turísticos. Desde hace meses
estamos tratando que el gobierno recapacite y no desarrolle ninguno
de estos 2 proyectos que son sumamente negativos, tanto para el
turismo como para la pesca”, señala Borla.
La
nueva ruta 30 que plantea el gobierno fueguino corre paralela a la
costa del canal Beagle, un sitio de máxima jerarquía en cuanto a lo
escénico, único tramo de la costa argentina -de varios miles de
kilómetros- que conjuga el mar con la montaña y el bosque: “a
medida que avanza el sur por la costa este de Tierra del Fuego,
aparece el bosque andino patagónico compuesto por lengas, cohiues,
ñires y otras especies arbóreas, justamente en la zona que van a
intervenir con el nuevo trayecto”, explica María Laura Borla y
agrega que “son paisajes de una singularidad máxima. Este tipo de
ambiente está protegido en una franja de 6 kilómetros dentro del
Parque Nacional Tierra del Fuego pero el resto de la costa,
principalmente a lo largo del canal Beagle, no está resguardado”,
indica.
Alcen
la barrera para que pase la salmonera
En
febrero de 2017, el presidente Macri anunció en Río Negro el Plan
Patagonia; un proyecto regional que, según aseguraban desde el
gobierno nacional, estaba enfocado en el desarrollo regional del sur
argentino.
En
marzo de 2018, en el marco de este Plan, los gobiernos de Argentina y
Noruega firmaron el “Proyecto de Acuicultura Nacional” en el
contexto de la visita de los reyes Harold y Sonia de Noruega a
nuestro país. La firma tuvo lugar en Casa Rosada, con la presencia
del ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere.
Esta
iniciativa surgió del trabajo conjunto que desde hace más de un año
y medio venían realizando Innovation Norway del Reino de Noruega, el
Ministerio de Agroindustria de la Nación, la Agencia Argentina de
Inversiones y Comercio Internacional (AAICI), Jefatura de Gabinete de
Ministros y el gobierno de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del
Atlántico Sur.
Dentro
del marco específico de lo convenido en aquella oportunidad, se
destacaba el estudio de las aguas del Canal de Beagle de Tierra del
Fuego para evaluar la factibilidad del desarrollo de la acuicultura.
Desde
entonces, el rechazo surgió desde los más diversos sectores de la
sociedad fueguina expresando su preocupación por las sospechas, cada
vez más fundadas, sobre proyectos de instalación de centros de
cultivo de salmónidos en el canal. Tras los antecedentes de las
salmoneras en Chile, la preocupación gira en torno a esta actividad
que dejó en el país vecino daños graves y tal vez irreversibles
sobre valores ecológicos, económicos, culturales y estéticos en
uno de los sectores más sobresalientes del ecosistema marino
austral.
El
canal que abrió una grieta
Acerca
del ecosistema que afectará el proyecto oficial del gobierno
fueguino, María Laura Borla señala a Sala de Prensa Ambiental que
“el canal Beagle es un espacio natural por donde circula aguas
marítimas y que une las aguas del océano Pacífico con las del
Atlántico y es el único lugar de nuestro país que conjuga la
montaña con el bosque nativo y el mar. Esto genera un ecosistema que
es muy poco frecuente en el mundo”.
“Desde
el inicio, muy poco se preocuparon los funcionarios en que la empresa
cumpliera con todo lo que tenía que cumplir: la constructora Juan
Felipe Gancedo S.A presentó un Estudio de Impacto Ambiental que
parecía un informe de un estudiante que quería desaprobar, pero el
gobierno lo consideró de buena calidad. También, presentaron un
Estudio de Impacto Arqueológico y Paleontológico que era vergonzoso
e igualmente lo aprobaron. Llevaron adelante una Audiencia Pública
pero no tomaron en cuenta lo que los pobladores dijeron”, asegura
Borla.
La
mina del rey Salmón
Desde
Tierra del Fuego, señalan que Juan Felipe Gancedo S.A es una de las
constructoras más beneficiadas por adjudicaciones para obras
públicas, por parte de la actual gobernadora Rosana Bertone, quien
aspiraba a ser reelecta pero fue derrotada en las urnas en las
últimas elecciones provinciales el mes pasado.
“Cada
vez más profesionales de nuestra Asociación -señala Borla- se
fueron dando cuenta que el Corredor Costero del Beagle no sería una
contribución para el turismo porque que lo proyectan hacer es una
ruta que atraviesa una zona frágil y de altísimo valor
paisajístico. Finalmente, toda nuestra Asociación asume una postura
contraria al proyecto porque es obvio que no tiene el objetivo
turístico que alegan las autoridades”.
Nancy
Fernández Marchesi, especialista en Educación Ambiental y
presidente de la Asociación Mane’kenk de la provincia fueguina,
señala que “presentamos ante la Justicia un recurso de amparo por
intereses difusos para detener esta obra: una ruta costera que va
desde Ushuaia hasta Cabo San Pío, recorriendo 132 km y que afecta a
tierras vírgenes. Este proyecto que quiere llevar adelante el
gobierno es muy resistido por la comunidad, porque además, supone un
gran endeudamiento externo para la provincia”.
El
1 de marzo de 2017 la legislatura de Tierra del Fuego sancionó la
ley 1149, que determina las obras a las que se deberán destinar los
recursos de la emisión de títulos de deuda realizada por la
Provincia, entre ellas la realización del Programa de Desarrollo
Costero Canal Beagle, por un valor estimado en ese momento en $
1.533.095.089. Por la Ley de obra pública, y en el marco de un
proceso de ajuste de precios a nivel nacional, este monto puede
ajustarse hasta un 20 %. Un año después, el 5 de abril de 2018, el
Gobierno provincial adjudicó la obra a la empresa constructora “Juan
Felipe Gancedo S.A.” por un valor de $ 1.7000.000.000.
El
4 de enero pasado, la obra inició su primer tramo sobre un camino
preexistente: “Son muchas las denuncias que se hicieron porque han
vulnerado todas las reglamentaciones vigentes. Tratamos de evitar
que, por lo menos, esta empresa abra nuevos tramos en estas
condiciones porque si en el camino preexistente está haciendo los
estragos que están a la vista, no nos queremos imaginar lo que puede
llegar a ser en los nuevos trayectos que tienen que desarrollar”,
afirma María Laura Borla.
“Hay
bosques, turbales y yacimientos arqueológicos que son los que más
en riesgo se ponen con esta obra. Sospechamos que el objetivo final
es facilitar la instalación de salmoneras porque la traza de la
nueva ruta es coincidente con los lugares donde el gobierno estaría
interesado en instalar salmonicultura. Es muy casual esa
coincidencia”, señala Nancy Fernández Marchesini.
Al
respecto, Adrián Schiavini, doctor en Ciencias Biológicas e
Investigador del CONICET en el Centro Austral de Investigaciones
Científicas, señaló a Sala de Prensa Ambiental que “no me
consta, pero es innegable que la presencia de una nueva ruta y un
acceso mejorado para llegar a la costa del Beagle facilitaría
muchísimo la logística de las salmoneras que requieren caminos para
sacar su producción y para asistir todo lo que se produce en las
jaulas: esta ruta facilitaría el trabajo de las salmoneras”,
indicó el especialista.
“Los
salmones en el Beagle pueden generar un desastre ambiental”
Al
ser consultado sobre el impacto que provocaría la industria
salmonera en Tierra del Fuego, Nancy Fernández Marchesini señala
que “hay aspectos ambientales, económicos y sociales que
resultarían afectados. Respecto a los ambientales, las salmoneras
implican la instalación de fauna exótica, lo que generaría un
conflicto serio ante los escapes de salmones de sus jaulas: eso puede
generar un desastre ambiental en el canal Beagle” sostiene la
presidente de la Asociación Mane’Kenk.
Según
indican desde ONGs fueguinas; la Secretaria de Ambiente, Desarrollo
Sostenible y Cambio Climático de la provincia inició un sumario
administrativo a la empresa porque no recepciona las notificaciones
que le ha enviado por excesos en el ancho de la traza o desmonte de
bosque que no estaba autorizado. “Esta sumatoria de hechos
corrobora que la empresa está haciendo lo que se le da la gana
porque tienen respaldo dentro del mismo gobierno en el Ministerio de
Obras y Servicios Públicos”, declara María Laura Borsa.
Bajo
las máquinas: El patrimonio arqueológico
Nora
Loekemeyer, médica veterinaria y especialista en planificación de
áreas naturales protegidas señala que “no hicieron Estudios de
Impacto Arqueológico como correspondía, la empresa hace lo que
quiere”.
Loekemeyer
se refiere a otro punto controversial que llevan las ONGs y centros
de investigación científica como reclamo al gobierno provincial: la
protección del patrimonio arqueológico y paleontológico ya que
aseguran “es esencial su resguardo porque basamos muchas de
nuestras actividades en la riqueza arqueológica de nuestra
provincia, que se refiere al intangible valor de llegar a un lugar
que tal vez fue ocupado hace 8000 años por los primeros pobladores:
los vestigios están debajo de nuestros pies en esa zona”, señala
María Laura Borsa.
¿Qué
son las salmoneras?
Al
respecto, Adrián Schiavoni, biólogo del Centro Austral de
Investigaciones Científicas explica que “las salmoneras son una
serie de jaulas de red de grandes dimensiones que, en general, se
agrupan en trenes de 10 jaulas y en ellas se colocan peces para
engordar”.
“Las
jaulas, prosigue el especialista, flotan en el mar y en ellas colocan
a los salmones jóvenes a los que se nutre con alimento balanceado.
El problema con esta industria es que una gran cantidad de esas
sustancias no son consumidas por los salmones y termina en el fondo
marino representando materia orgánica en exceso para el sistema; a
eso hay que sumarle la orina, defecaciones y los salmones muertos”.
Según
explica el Dr. Schiavini, “esa materia orgánica acumulada en el
fondo marino acaba indigestando al sistema de bacterias, hongos y
microorganismos que procesan la “lluvia” de material muerto. Los
sistemas marinos están adaptados para procesar esa basura pero
cuando se les coloca una jaula de salmones encima, la cantidad de
desechos que termina en el fondo marino es tan grande que el sistema
no puede procesarlo, lo que deriva en la presencia de fondos
anaeróbicos donde las reacciones químicas que procesan la materia
orgánica no tienen oxígeno y los organismos que comienzan a
proliferar no deberían estar allí. Esa es la primera consecuencia”,
señala el investigador del Centro Austral de Investigaciones
Científicas (CADIC) y agrega que también “se producen una serie
de efectos asociados; el más visible es el incremento de la
presencia de lobos marinos, cormoranes y gaviotas que bucean para
atrapar peces: para estos animales la presencia de jaulas con
salmones equivale a disponer heladeras repletas de comida para los
humanos, en una calle de cualquier ciudad.
Schiavini
explica que “los lobos marinos intentan penetrar en la jaula y
terminan rompiéndolas, lo que produce el escape de esta especie
exótica al medio ambiente. Para evitar que estos animales alcancen a
los salmones, los acuicultores difunden sonidos de orcas o
depredadores, disparan con armas de fuego al aire, pero al final
terminan emprendiéndola contra los lobos y los matan a palos,
disparándoles o pegándoles hachazos; esa ha sido la solución que
históricamente se ha llevado adelante en Chile”.
Otro
problema considerable resaltado por el especialista es el escape de
estos peces: “siempre los va a haber, ya sea por ataques de lobos o
por eventos climáticos que rompan las redes lo que hace que estos
animales exóticos terminen en el medio ambiente y muchos de ellos
mueran porque solo saben comer alimento balanceado. Los que logran
prosperar se alimentan de fauna nativa y terminan compitiendo o
predando especies locales”, indica Adrián Schiavini.
“Otra
consecuencia ambiental -asegura el especialista- es el uso excesivo
de antibióticos, antifúngicos y de pinturas antiinscrustantes
porque cuando se colocan las jaulas en el mar se instalan en ellas
una serie de organismos, entre ellos pequeños crustáceos, moluscos
y algas que normalmente ocupan las rocas. Esto hace que las redes se
sobrecarguen de peso y se rompan, por eso las pintan con
antiincrustantes que liberan compuestos tóxicos al mar. Por otro
lado, los salmones al estar hacinados en jaulas son proclives a
contagiar enfermedades y para evitarlo les aplican grandes cantidades
de antibióticos en la comida. Estos antibióticos terminan generando
resistencia en las bacterias originales presentes en el mar”.
Sala
de Prensa Ambiental consultó la opinión de un técnico del gobierno
de Tierra del Fuego quien tras pedir no ser identificado, se refirió
al polémico plan: “la provincia basa su proyecto en intereses
noruegos que se instalaron en Chiloé (Chile) hace unos años. Desde
entonces, estas salmoneras generaron, recurrentes disturbios
ambientales en la región”. Al definir qué son las salmoneras,
señaló que “se trata de una especie de feed lots donde existe una
gran concentración de nutrientes en un espacio muy reducido y en el
que conviven un montón de animales apiñados; eso genera mayor
posibilidad de transmisión de enfermedades, infecciones y hongos,
por lo tanto, para lograr este crecimiento intensivo tienen que
utilizar medicamentos, antibióticos, antifúngicos. Los desechos de
lo que no comen más los excrementos de los peces eutrofican esa zona
aumentando las posibilidades de la aparición de una marea roja,
porque hay un crecimiento elevado de algas” y agrega que “la
oposición a la instalación de salmoneras en Tierra del Fuego no es
antojadiza porque ya se ha visto el perjuicio que causan. El año
pasado, en la zona de Chiloé hubo un escape de 700 000 salmones de
la jaulas”.
Los
impactos negativos de la industria salmonera no solo pueden
reflejarse en el aspecto ecosistémico, sino que también dejan sus
huellas en las comunidades donde se asientan: “Para observar las
consecuencias socioeconómicas de esta industria tenemos que mirarnos
en el espejo de lo que ha sido la industria salmonera en Chile,
porque es la misma metodología que se intenta replicar en el canal
Beagle argentino”, explica el investigador del CADIC: “En
esencia, la industria salmonera ha tenido altísimos índices de
empleo informal y lo más grave es la mortalidad de buzos de trabajo
producida por condiciones laborales y de seguridad muy pobres. Estos
trabajadores tienen que sumergirse en profundidades de 30 o 40 metros
lo cual representa un trabajo muy riesgoso y en lo que va del año
han muerto decenas” señala Schiavini y finaliza diciendo: “Cuando
las industrias salmoneras se dan cuenta que ya han podrido demasiado
el fondo, han utilizado demasiados antibióticos y, a pesar de eso,
siguen reproduciéndose enfermedades en sus productos, se desplazan
hacia otras caletas o fiordos para aprovechar lugares nuevos y
prístinos, dejando el tendal de trabajadores desocupados por
detrás”.
“Las
salmoneras son una industria de la muerte, por más que nos la
presenten en un plato con filete de carne rosada”, concluye el
investigador del CONICET.
“No
permitan que haya salmoneras en Argentina”
Tanto
del lado chileno como en Tierra del Fuego, hay un fuerte movimiento
social que se opone a la instalación de nuevas salmoneras. “Estamos
en contacto con pobladores y organizaciones chilenas que nos vienen
advirtiendo con un mensaje claro: no permitan que haya salmoneras en
la Argentina”, afirma María Laura Borla y completa diciendo que
“en Chile estos proyectos han sido desastrosos; nos han mostrado
resultados, efectos e impactos de los desastres que suceden.
Estuvieron a punto de instalarse frente al Canal Beagle, del lado
chileno, pero las movilizaciones en rechazo fueron muy fuertes y
nosotros apoyamos desde Ushuaia a los pobladores de una ciudad muy
pequeña que se llama Puerto Williams, adonde llegaron los reyes de
Noruega como los principales auspiciantes de este proyecto. Hubo
mucha presión de los ushuaienses que acompañamos a los habitantes
del lado chileno del Beagle. Finalmente, esa fue una batalla ganada
porque las autoridades del país trasandino tomaron la decisión de
no autorizar la instalación en ese lugar. Ya logramos que enfrente
no se instalen pero en Ushuaia no está oficialmente reconocido que
no se vayan a instalar”, indica la integrante de APROTUR.
En
el Canal Beagle existen registros que testimonian la presencia de
pueblos originarios nómades, hace unos 4500 años atrás. Por eso,
también es llamado “canal Onashaga” que en lengua yagán
significa “Canal de los Onas”.
En
un tramo por donde pasa la ruta actual, desde diferentes organismos
científicos fueguinos hubo un pedido expreso para que no desarrollen
obras debido a que, hace unos 4 años, se descubrieron varios
yacimientos alrededor; entre ellos hay restos que datan de 8000 años
atrás. Al respecto María Laura Borla expresa que “la importancia
de preservar estos sitios arqueológicos reside en conocer nuestro
pasado: no podemos permitir que, por abrir un camino cuya utilidad no
está muy clara, se destruya la posibilidad de descifrar un pasado
que es parte de la historia de nuestro país”.
Sumado
a esto, la región del Canal de Beagle cuenta también con un rico
patrimonio paleontológico: “fósiles vegetales, de moluscos o de
especies marinas”, subraya Borla y agrega que “en noviembre
pasado, un Juez hizo lugar a nuestro pedido porque no había un
Estudio de Impacto previo que permitiera preservar los yacimientos
arqueológicos. Lo hicieron después, pero de dudosa calidad pese a
lo cual la obra se inició igual cuando fue aprobado por el
secretario de Cultura de la provincia. Un arqueólogo de esa
dependencia se negó a firmar la aprobación del informe y lo
despidieron”, comenta la especialista en turismo.
Según representantes de ONGs fueguinas consultadas por Sala de Prensa Ambiental, “En este momento estamos en una situación en que el Juez convocó a una audiencia por la preservación de los yacimientos arqueológicos, el único punto que quedó en pie de los que solicitamos se contemplen”.
Nancy
Fernández de la Asociación Mane´Kenk, finalmente señala que “el
gobierno nunca respondió formalmente que desestimaba el proyecto de
las salmoneras, solo ha respondido algunos informes diciendo que la
empresa noruega aún no ha finalizado los estudios que están
llevando adelante”.
Fuente:
Daniel Díaz Romero, La sospechosa ruta del salmón en Tierra del Fuego, 26 julio 2019, Sala de Prensa Ambiental.
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