Un
investigación constata que las fumigaciones ordenadas por el
Ejército afectan al enclave palestino.
por
Juan Carlos Sanz
El
perímetro interior de la frontera de la franja de Gaza con Israel se
ha convertido en un terreno yermo donde los francotiradores militares
pueden hacer blanco con facilidad. El Ejército ha ordenado 30
fumigaciones aéreas con agentes herbicidas en los últimos cinco
años, en principio sobre suelo israelí, para mantener despejada de
vegetación la divisoria territorial. Una investigación hecha pública este domingo revela, sin embargo, que los cultivos han
sufrido “daños incontrolables” en un radio de al menos 300
metros dentro del enclave palestino.
Arquitectura Forense -una agencia multidisciplinar basada en Londres que recurre a
técnicas arquitectónicas, legales y de los peritos forenses-
reconstruye en el informe La guerra de herbicidas en Gaza la
destrucción sufrida en tierras cultivables y cosechas, así como los
daños potenciales que se derivan para la salud humana, en la franja
costera. Las concentraciones de productos químicos tóxicos superan
los niveles permitidos por la Unión Europea, y uno de los pesticidas
utilizados contiene glifostato, sospechoso de ser cancerígeno según la Organización Mundial de la Salud.
Tres
grupos de defensa de los derechos humanos israelíes y palestinos
exigieron en 2015 a las autoridades militares que suspendieran la
“peligrosa práctica” de la fumigación aérea de pesticidas. El
auditor jurídico del Ejército replicó que los herbicidas solo
afectaban a territorio israelí y a la valla y muros de separación
de Gaza, con especiales medidas de precaución para minimizar los
efectos de los agentes químicos.
La
investigación de Arquitectura Forense, que fue anticipada por The Guardian, se ha prolongado durante más de un año para constatar que
las fumigaciones, altamente concentradas, se efectuaron bajo un
régimen de vientos que empujó los productos químicos hacia la
Franja palestina. “Se han causado daños de forma indiscriminada al
fumigar con vientos que soplaban hacia el oeste”, destacan los
investigadores, “ya que sus consecuencias son difícilmente
predecibles”.
Este
año, el Ejército israelí no ha aplicado herbicidas en la frontera
de Gaza por primera vez desde la guerra de 2014, bautizada por el
Estado Mayor como Operación Margen Protector. Israel mantiene con
Hamás -que gobierna de facto el enclave desde 2007- una tregua no
declarada, tras las multitudinarias marchas de protesta en la
frontera que se han saldado desde el 30 de marzo de 2018 con la
muerte de más de 300 manifestantes palestinos por disparos de
francotiradores militares. Los agricultores han podido mejorar ahora
sus cosechas en zonas anteriormente afectadas por pesticidas. Para
los investigadores, este hecho pone de relieve la devastación
provocada por las fumigaciones israelíes periódicas en primavera y
otoño, que han arrasado casi por completo un área de 100 metros
contigua a la frontera, y apunta a su repercusión para la salud
humana. Los herbicidas han afectado a 1.400 hectáreas de pastos y
campos cultivables en los últimos cinco años, según una
información publicada por el diario israelí Haaretz.
“Infiltración
de terroristas”
El
Ejército sostiene que la deforestación fronteriza es imprescindible
para impedir “la infiltración de terroristas” en territorio
israelí. El movimiento de resistencia islámica Hamás es
considerado grupo terrorista por Israel, así como por Estados Unidos
y la Unión Europea.
En
un escrito del Ministerio de Defensa remitido a las ONG que
reclamaron la cancelación de las fumigaciones se indica que “la
vegetación puede ser utilizada por terroristas para ocultarse o
colocar cargas explosivas [para atentar contra las tropas]”. Los
responsables castrenses insisten en que los herbicidas fueron
arrojados sobre el terreno a muy baja altitud para evitar que se
esparcieran más allá de la valla fronteriza. Las empresas aéreas
civiles israelíes que esparcen los pesticidas tienen prohibido
sobrevolar la franja de Gaza.
El
Comité Internacional de la Cruz Roja -que media entre Israel y Hamás
para aliviar la situación económica de los gazatíes- ha impulsado
programas para recuperar cultivos en el área fronteriza del enclave
palestino. El organismo humanitario ha constatado que los daños
agropecuarios se han extendido a una banda de hasta 900 metros de
anchura desde la línea de separación. También ha recibido informes
de plantaciones afectadas por las fumigaciones a más de dos
kilómetros de la frontera, así como de balsas de riego contaminadas
por productos químicos.
Tras
la pista química
Las
ONG Centro por la Libertad de Movimientos (Gisha, con sede en Tel
Aviv), Centro por los Derechos de la Minoría Árabe (Adalah, basado
en Haifa) y Centro de Derechos Humanos Al Mezan, palestino, han
organizado en Ramala (Cisjordania) una exposición sobre los
resultados del informe de Arquitectura Forense, que las tres
organizaciones propalestinas promovieron. Modelos, maquetas y mapas
se entrecruzan en una investigación que usa pautas de criminólogos
y forenses para seguir la pista de los hechos. Se han utilizado
vídeos de las fumigaciones, imágenes tomadas por satélites y datos
meteorológicos para detectar, mediante simulaciones informáticas,
las zonas afectadas por los herbicidas israelíes. Los agricultores
han aportado su testimonio y muestras de plantas y cultivos dañados.
Fuente:
Juan Carlos Sanz, La ‘guerra herbicida’ de Israel arrasa cultivos en Gaza, 21 julio 2019, El País. Consultado 23 julio 2019.
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