Un
auto eléctrico en lugar de gasolina, el tren en lugar del avión,
menos plástico: todo eso es bueno para el planeta. Ahora parece que
ver nuestra serie favorita en Netflix y Cía. también perjudica al
medioambiente.
por
Jeannette Cwienk
Decenas
de correos electrónicos por día, un llamado por WhatsApp, guardar
fotos en la nube, mirar un video en YouTube: todo eso es parte de
nuestro día a día en el mundo digitalizado. Pero las computadoras
utilizan electricidad, y la producción de electricidad a través de
combustible genera dióxido de carbono (CO2).
La
utilización de las tecnologías digitales ya superó hasta a la
industria de la aviación en cuanto a la producción de CO2. Mientras
el porcentaje de la aeronavegación en el total global de las
emisiones de CO2 está, según estimaciones, en cerca del 2,5 por
ciento -con tendencia al alza-, la transmisión de datos en todo el
mundo y su infraestructura son responsables de casi el 4 por ciento
de todas las emisiones de CO2. Eso constata el laboratorio de ideas
The Shift Project en un reciente estudio. Esa ONG investiga posibles
estrategias para lorgar una economía basada en energías renovables.
Rutina
digital con un enorme consumo energético
En
ese cálculo estimativo se incluyeron los costos de energía para la
infraestructura informática, así como la energía utilizada para la
transmisión de datos. Esta última consume más electricidad que la
producción de todos los aparatos y tecnología juntos.
Según
un estudio del gigante informático Cisco, en el año 2022, un 60 por
ciento de la población mundial usará internet. Y la transmisión
global de datos crece en más del un 25 por ciento anual, señala ese
informe. Por eso habría que preocuparse por el uso de internet en el
futuro, opina Maxime Efoui-Hess, uno de los principales autores de
The Shift Project. En resumen, Efoui-Hess afirma que debemos dar paso
urgentemente a una "modestia digital”.
"Tenemos
solo fuentes limitadas de energía. Incluso si cambiáramos a las
renovables, no podríamos partir de que se imponga su uso en la
próxima década”, plantea el investigador. Internet funciona
gracias a la red global, y para lograr una transmisión de datos
"verde”, cada país de la Tierra tendría que usar las
energías renovables. Pero eso no es lo que se espera que suceda.
"Por eso la transmisión de datos a nivel global no debería
seguir creciendo tan vertiginosamente como hasta ahora”, explica.
El
streaming perjudica al medioambiente
La
mayor parte de esos datos corresponden al uso de videos: un 80 por
ciento de todos los datos son imágenes en movimiento en la red. Casi
un 60 por ciento del flujo de datos en internet son videos online,
entre los que se cuentan los videos almacenados en un servidor, que
son vistos sin ser descargados a ninguna terminal (computadora,
Tablet o teléfono móvil), y que son provistos por plataformas con
base en la red global.
El
problema reside en que las imágenes en movimiento necesitan enormes
cantidades de datos. El promedio de emisiones de CO2 por el uso de
videos online es de más de 300 millones de toneladas por año, según
mediciones de 2018. Esa es la cantidad que emite, por ejemplo, España
en un año. Cuanto más alta es la resolución, más datos se
necesitan. Ver 10 horas de películas en HD consume, según The Shift
Project, más bits y bytes que todos los artículos de Wikipedia en
inglés.
El
problema es nuestro cerebro, que está programado por nuestra
evolución para reaccionar de inmediato a todo lo que se mueve. "Es
por eso que en internet se combina cada vez más la información con
las imágenes en movimiento. Música, información, publicidad”,
explica Efoui-Hess. Entretanto, plataformas como YouTube, Facebook,
Netflix y otras emplean ese artilugio de manera cada vez más
refinada, continúa el experto. "Por ejemplo, con la función
autoplay, que inicia los videos sin que haya que hacerlo manualmente.
O con subtítulos. A través de ellos la información se consume más
fácilmente y el usuario mira el video o el film casi siempre hasta
el final”, añade.
¿Se
podrá frenar el hambre de videos?
¿Tendremos
que renunciar a ver nuestra serie o película favorita en Netflix o
YouTube? ¿O habrá otra solución?
Lo
mejor para evitar las emisiones de CO2 sigue siendo mirar series o
películas en televisión analógica en lugar de usar el streaming o
las mediatecas, dice Efoui-Hess. Si bien la televisión tradicional
consume electricidad, los datos solo se transmiten a nivel nacional,
en lugar de atravesar todo el mundo, como en internet. También Lutz
Stobbe, investigador del Instituto Fraunhofer de Microelectrónica de
Berlín, confirma la enorme cantidad de electricidad que consumen las
vías de transmisión en la red. Decisiva es la llamada "última
milla”, o tecnología a través de la cual llegan los datos al
usuario. La transmisión de datos de los servicios de telefonía
móvil es la que más electricidad consume.
(cp/ers)
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Fuente:
Jeannette Cwienk, ¿Basta de Netflix y Cía.?: 300 millones de toneladas de CO2 por mirar videos online, 12 julio 2019, Deutsche Welle.
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