La
planta de Bajo Grande es clave para la capital, pero también porque
el agua sin tratar llega hasta la Mar Chiquita. Lo que entra y lo que
sale de Bajo Grande: casi igual.
por
Edgardo Litvinoff
ace
rato que sabemos que nos encaminamos de manera indefectible a un
mundo en el que las catástrofes ambientales serán más frecuentes.
Y que lo serán porque la naturaleza acusa el impacto de la acción
del hombre.
Pero
eso no quita que las cosas que están a nuestro alcance para evitarlo
sean irrelevantes.
La
pretensión de vivir en una ciudad mejor, más sana y más limpia
adquiere rasgos de quimera en el imaginario de los cordobeses. Nos
acostumbramos a que mucho funcione mal o no funcione, o peor: que ya
no nos importe demasiado.
La
planta de Bajo Grande es clave no sólo porque trata los líquidos
cloacales que luego atraviesan la Capital, por el río Suquía, sino
también porque esas aguas turbias discurren por el departamento Río
Primero hasta llegar a la laguna Mar Chiquita.
La
consecuencia para todo ese ecosistema de que Bajo Grande no trate los
líquidos cloacales es lo que se explica en el Primer plano de esta
edición.
Puede
que esa inacción no sea nueva, y que ya haya sido advertida y
denunciada desde hace años. Pero un nuevo informe de la Policía
Ambiental al que accedió La Voz arroja evidencias aun peores: el
líquido sale de la planta tan o más contaminado que cuando entró.
Más
allá de las explicaciones del municipio -que incluyen una alusión
a la “pesada herencia” de hace ocho años y otras cuestiones
técnicas pendientes-, lo concreto es que las aspiraciones a
mejorar nuestra calidad de vida se van por la misma cloaca.
Sin
contar con que, río abajo, es altísimo el riesgo sanitario al que
quedan expuestas las poblaciones por las que discurre, por más
pequeñas que sean estas.
Por
todo lo dicho, lo que pasa en Bajo Grande merece el título principal
de tapa. Y porque, además, es otra cara de los severos problemas
estructurales de la ciudad que, en la semana que pasó, se hicieron
evidentes. Como el del colapso del sistema de transporte, que afecta
de manera cotidiana la calidad de la vida de los ciudadanos.
Al
respecto, se puede leer un profundo informe en la sección Política
sobre la movilidad en tiempos de falta de subsidios y sobre cómo
pensar alternativas.
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Fuente:
Edgardo Litvinoff, Algo huele mal y atraviesa toda la ciudad, 21 julio 2019, La Voz del Interior. Consultado 23 julio 2019.
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