El Foro Social Mundial Antinuclear Madrid 2019 nos ha deparado grandes momentos durante tres intensos días. Echamos la mirada atrás para aprender de sus lecciones: la necesidad de una coordinación internacional y de solidaridad en las distintas luchas.
por
Raúl Sánchez Saura
Para
las decenas de personas que han organizado el Foro Social Mundial
Antinuclear 2019 en Madrid, para las otras decenas que han acudido
como invitadas y los cientos que han ejercido de público, los días
del 31 de mayo al 2 de junio pertenecen ahora a una larga lista de
gratas memorias. No solo nos hemos conocido varias, vengamos de donde
vengamos: Turquía, Brasil, Argentina o Iberia (entre otros), no solo
hemos compartido nuestras experiencias, sino también nuestras
estrategias, nuestras alegrías y nuestras esperanzas, victorias en
definitiva. Desde moratorias hasta cierres, de minería a residuos,
hemos recordado lo conseguido para tomar impulso y verbalizado lo que
nos queda por delante: el cierre definitivo de la nuclear.
Fruto
de esto, una idea se volvió obvia y esperanzadora: internacionalizar
la lucha antinuclear, como se internacionalizan los intereses
nucleares. Tomar la antorcha de los Foros Sociales Mundiales y
llevarla aún más lejos. Después de todo, esa es la motivación de
los Foros: compartir la misma lucha por la vida, solo separada por la
geografía y no por sentimiento.
De
no haber sido así, no hubiésemos aprendido sobre la vibrante lucha
antinuclear en Argentina, sobre los acuerdos intergubenamentales en
Turquía, del nexo que une la energía nuclear con las armas desde su
incepción, o de la lucha nativoamericana contra la minería de
uranio, que padecen como nadie. Activistas y científicos han
expresado sus preocupaciones, datos y razonamientos, pero algunas
personas han ido más allá y hablado de sus experiencias en relación
a las dos mayores catástrofes hasta la fecha: Chernóbil y
Fukushima. La carne que se oculta tras los números y la desolación
de las vidas que se pierden, que se olvidan.
La
lucha ibérica también ha tenido, modestamente, su presencia desde
Almaraz hasta Trillo, la minería y los residuos, con exposiciones,
preguntas y visionados como el de La fuga radioactiva. Desde Portugal
nos han recordado que ya hemos contaminado el río Tajo, que también
es suyo, en el pasado. Que puede volver a suceder en tanto la
peligrosidad aumenta con el envejecimiento de Almaraz. Que esta y
Retortillo están a unos 100 kilómetros de la frontera y, de ir algo
mal, no se librarían de la radiación. Ellos y ellas, que eligieron
no tener nuclear, que no quieren tener nuclear y, sin embargo, viven
bajo su amenaza.
Pese
a todo, Portugal sigue siendo una fuente constante de alegría: no
solo por su concienciación no por sus movilizaciones, sino también
porque ofrece su ejemplo como país líder en renovables que ha
prescindido por completo de la nuclear. El físico turcoamericano
Hayrettin Kilic nos recordaba que algo parecido sucede en Japón.
Tras Fukushima, la inmensa mayoría de sus reactores cerraron y a día
de hoy no se han vuelto a abrir. ¿Ha colapsado el país? ¿Han
entrado en una crisis económica? ¿Sufren de desabastecimiento? No,
no a todas. Desde 2011, Japón ha apostado decididamente por la
eficiencia energética y las energías renovables. La economía
crece, la producción energética es óptima y, esto resulta
fundamental, han avanzado hacia la jubilación de la nuclear al
tiempo que reducían las emisiones. Tenemos mucho que aprender de
este caso, esperemos que no a costa de sufrir ninguna tragedia.
La
activista nortamericana de Isla Tortuga, Leona Morgan, compartió su
inédita investigación sobre los efectos de la minería de uranio
sobre los cuerpos humanos, incluyendo las mujeres embarazadas y las
personas más jóvenes: el aumento del riesgo de cáncer, la
destrucción de formas de vida rurales y el envenenamiento de tierra,
mar y aire. Los abusos internacionales de los ISDS, los animales
abandonados tras las catástrofes nucleares o el derecho a la energía
como un derecho por el que luchar también se han abierto paso.
Así,
unas y otros nos han recordado que la nuclear es prescindible (lo
demuestra Portugal), peligrosa (a Chernóbil y Fukushima nos
remitimos), cara (el ruinoso estado de Westinghouse y Areva así lo
demuestra), opaca (como atestiguan los movimientos en la sombra del
presidente Erdogan) y contaminante (al fin y al cabo, las emisiones
han bajado en el Japón post-Fukushima). Pero lo más importante es
que la lucha sigue. Nuestra oposición se mantiene, y por ello
coordinarnos resulta clave. No pueden dar otro mensaje personas que
cruzan océanos y continentes para traernos su antorcha. Tomemos su
relevo, que este IV Foro Social Mundial Antinuclear sea el principio
de algo mucho más grande. Gracias a todas, por vuestras visitas,
energías y sonrisas. #JubilarLaNuclear.
Raúl Sánchez Saura Ecologistas en Acción y MIA Madrid
Fuente:
Raúl Sánchez Saura, Y el Foro nos los recordó: internacionalicemos la lucha antinuclear, 3 junio 2019, El Salto Diario.
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